Dos camas
El conserje se ruboriza. "No, caballero, no tenemos de matrimonio. Son todas habitaciones de dos camas". El cliente ha hablado en voz baja. Apoya las maletas en el suelo, da v¨ªa libre a un suspiro y contesta resignado: "En fin, sea. Deme la habitaci¨®n con las dos camas, qu¨¦ le vamos a hacer".El colch¨®n doble se encoge y deja paso a las s¨¢banas separadas. El matrimonio formal, la novia principiante, el enamorado de guardia, los tortolitos en viaje clandestino, han de enfrentarse a una cruel alternativa: dormir en la distancia o pasar la noche tan juntos que uno de los dos deber¨¢ posarse sobre la barra del somier mientras el otro se lleva todas las mantas.
Adi¨®s aquellos movimientos suaves para unir dulcemente los pies; las caricias furtivas sobre la cadera; la noche en ese aroma ficticio que sin embargo permite palpar carne viva; las horas de sue?o pensando siempre en lo ¨²nico. La econom¨ªa hostelera no est¨¢ para romanticismos. ?Qu¨¦ hacer, si no, cuando ya s¨®lo quedan libres camas de matrimonio y se presentan en el vest¨ªbulo dos ejecutivos de la Siemens en viaje de trabajo?
La rentabilidad reside en el multiuso. Total, parejas, adem¨¢s de las de la Guardia Civil, pueden llegar muchas a un hotel: los hermanos que viajan por un asunto de papeles; el padre y su hijo en busca de la madre huida; el equipo de dobles del club de tenis provincial; los dos representantes estudiantiles que, a pesar de constituir una delegaci¨®n mixta, no podr¨¢n vencer la timidez y se quedar¨¢n con las mismas; el redactor y el fot¨®grafo; el jinete y su caballo. En cambio, la cama de matrimonio s¨®lo sirve para un matrimonio, o cosa que se le parezca. As¨ª que acabar¨¢ excluida del gremio hotelero, que siempre hab¨ªa aportado noches de ensue?o a buen precio.
Pero vamos, vamos, no hay que desanimarse. A¨²n queda un resquicio: el contribuyente debe pedir la declaraci¨®n de la cama de matrimonio como bien de la Humanidad y exig¨ªrsela al Estado en todos los paradores nacionales. Es un problema de cultura popular, de conservar las tradiciones rom¨¢nticas. De mantener el tipo.
En tama?o traj¨ªn nadie puede quedarse dormido.
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