Atrevidas esculturas brit¨¢nicas ocupan El Retiro
Los artistas que exponen sus sorprendentes creaciones en el parque del Retiro de Madrid, s¨ª parecen tener la valent¨ªa que uno de ellos apunta como una causa del actual esplendor en la escultura brit¨¢nica: se han lanzado a hacer cosas, sin entretenerse tanto en el aprendizaje tradicional. El Palacio de Vel¨¢zquez y la Casa de Cristal han sido as¨ª amueblados esta vez con esculturas que pueden ser las cintas de Michael Craig-Martin que dibujan una silla en la pared o una suerte de campana sin p¨¦ndulo de Richard Deacon, pero, bien observadas o comentadas por sus autores, las obras adquieren un rigor casi cient¨ªfico.
Pensar en Henry Moore no es una asociaci¨®n demasiado f¨¢cil. Para Richard Deacon, un gal¨¦s de 36 a?os cuya obra en gris no parece conceder nada, la presencia de Henry Moore es esencial en el arte brit¨¢nico de hoy a causa de su ejemplo: ¨¦l demostr¨® que es posible llegar a tanto.Para Deacon, la manera de ense?ar el arte cambi¨¦ en los tard¨ªos a?os cincuenta. "Se potenciaron las propias experiencias de los estudiantes y se les pidi¨® que hicieran cosas en lugar de insistir tanto en la forma ideal de hacerlas".
?Esplendor?", se pregunta Richard Long. Y se contesta con moderaci¨®n isle?a: "Yo no dir¨ªa tanto. A lo mejor existe, a lo mejor no". El indio Anish Kapoor subraya el hecho de que tanto ¨¦l -estudi¨® en Gran Breta?a- como la iran¨ª de 30 a?os Shirazeli Houshiary formen parte de la colectiva.
Long ha ocupado ¨¦l solo el espacio de cuento de la Casa de Cristal -los p¨¢jaros sonorizan las esculturas y un peque?o lago enfrente proporciona una atm¨®sfera aristocr¨¢tica- y lo ha hecho con Piedras. As¨ª se llama su muestra y el t¨ªtulo la describe con la insuficiencia de la exactitud. Son piedras, grises y, en este caso, chatas, como las del fondo de algunos r¨ªos, que trazan sobre el suelo blanco de la Casa de Cristal l¨ªneas rectas como caminos, c¨ªrculos como lagos.
La cama, realizada por Anthony Gormley -1,85 metros de estatura, pelo negro, ojos muy azules- es una cama de matrimonio formada por miles de tostadas en la que han sido excavados, parece que a mordiscos, los cuerpos de dos humanos. "Fue la primera obra que tuvo que ver con mi cuerpo", explica Gormley: "Com¨ª mi volumen en este pan durante 18 meses".
El artista expone tambi¨¦n un hombre gris con el mismo hieratismo que los de Giacometti, s¨®lo que menos solitario quiz¨¢. La escultura tiene unos ojos blancos a los que es posible asomarse. "Por fuera, es un hombre abstracto. Miramos por los ojos y accedemos a un espacio que podemos ocupar con la imaginaci¨®n". Es una descripci¨®n que encaja con su idea de que "el arte debe ser parte del mundo" y que es digna de la "escuela rigurosa y dura" de la que dice haber nacido, en la que hubo que luchar contra el clima cr¨ªtico del arte conceptual y el minimalismo".
"Nada es m¨¢s radical que los hechos", dice la familia Boyle en la presentaci¨®n de su obra en el cat¨¢logo y pocas veces una frase tan ret¨®rica ha escondido una obra tan deslumbrante: cuadros a modo de bajorrelieves que rescatan un trozo de camino, un pedazo de calle con ojos de alcantarilla, que reproducen con minuciosidad que no es humana la bell¨ªsima pared roja de un acantilado. (Ver cr¨ªtica de Entre el objeto y la imagen, escultura brit¨¢nica contempor¨¢nea en EL PA?S del 31 de enero.).
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