El t¨²nel del canal
EL T?NEL bajo la Mancha estar¨¢ terminado unos 200 a?os despu¨¦s de sus primeros proyectos viables, el del ingeniero franc¨¦s Mathieu (1803) y el del ingl¨¦s Mottray (1803). El retraso de dos siglos no ha sido causado por problemas econ¨®micos ni por dificultades t¨¦cnicas, sino por cuestiones de mentalidad. Los brit¨¢nicos amaban su insularidad y lo que ella supon¨ªa de creaci¨®n y permanencia de un car¨¢cter nacional, y cre¨ªan en ella, adem¨¢s, como en una forma de defensa. El mar los ha salvado de algunas invasiones -una de ellas funesta para el imperio espa?ol-, pero no de otras, y probablemente deben m¨¢s en la creaci¨®n de su naci¨®n y la formaci¨®n de su car¨¢cter -en forma de aportaci¨®n de ideas, culturas y civilizaciones- a esas entradas de otros que a la conservaci¨®n de su primitivismo agreste. Esa simulaci¨®n de defensa y de nacionalismo es la misma que inspir¨® a Espa?a la construcci¨®n de sus ferrocarriles con un ancho de v¨ªa distinto al de Europa. Nos ha costado caro.La oposici¨®n brit¨¢nica al t¨²nel -o al puente, del que tambi¨¦n hubo grandes proyectos, y tambi¨¦n viables- se mantuvo en declaraciones expl¨ªcitas en 1924 (consulta a antiguos ministros) y en 1930 (en el Parlamento). Hasta despu¨¦s de la II Guerra Mundial el Reino Unido no comprendi¨® que los riesgos de invasi¨®n no pod¨ªan venir ya de unos tubos submarinos, sino que hab¨ªa otros medios suficientes. En 1964 el Gobierno franc¨¦s y el brit¨¢nico decidieron la construcci¨®n del t¨²nel sobre la misma idea adoptada ahora -dos galer¨ªas para ferrocarril y una de servicios-. Pero han hecho falta 20 a?os m¨¢s para el nuevo acuerdo, que parece ya definitivo.
Y tard¨ªo. Lo que hubiese sido un gran triunfo humano queda hoy relegado a una cuesti¨®n sobre todo moral. La acumulaci¨®n en este tiempo de nuevos materiales, t¨¦cnicas, herramientas y sistemas de c¨¢lculo reduce el valor de los nuevos titanes. Y tambi¨¦n el alcance de la obra: los nuevos sistemas de transporte a¨¦reo y el refuerzo considerable de los antiguos -la navegaci¨®n- relegan considerablemente la importancia del t¨²nel. Se ha resaltado de ¨¦l en los discursos oficiales su condici¨®n de creador de puestos de trabajo y de ser un lazo m¨¢s entre las islas y el continente, de la materializaci¨®n de Europa. Ser¨¢ tambi¨¦n una inversi¨®n rentable.
Supone adem¨¢s una revaluaci¨®n del ferrocarril, que mantiene una vigorosa lucha para recuperar la concurrencia en la velocidad, la seguridad y la comodidad (en la Europa transpirenaica; aqu¨ª, agoniza). Es probable que por este nuevo medio sea m¨¢s veloz, m¨¢s puntual y m¨¢s grato ir del centro de Par¨ªs (estaci¨®n del Norte) al de Londres (estaci¨®n Victoria) en las tres horas y media previstas que lo que ahora se necesita para los traslados aeropuerto-ciudad-aeropuerto, la espera de equipajes y tr¨¢mites y la inseguridad meteorol¨®gica, aunque tampoco sepamos exactamente c¨®mo en la aproximaci¨®n al a?o 2000 habr¨¢ evolucionado esa otra t¨¦cnica de viajar.
El aspecto inmaterial de la obra permite las mejores reflexiones. La realizaci¨®n de un viejo sue?o siempre conforta y la cesi¨®n de algunos arca¨ªsmos brit¨¢nicos es satisfactoria. Quiz¨¢ la idea de su estrategia anticuada e in¨²til vaya a reflejarse tambi¨¦n en sus Gibraltares o sus diversas Malvinas. Aun a costa de la p¨¦rdida de un refinado y literario pintoresquismo, los brit¨¢nicos se van universalizando ya por v¨ªas pac¨ªficas, dej¨¢ndose penetrar, igual¨¢ndose, nivel¨¢ndose. M¨¢s que el t¨²nel en s¨ª, es la aceptaci¨®n brit¨¢nica la que debe recibirse con j¨²bilo.
El principio de esta obra recuerda otra pendiente tambi¨¦n desde muchos a?os atr¨¢s, la del t¨²nel proyectado bajo el estrecho de Gibraltar, de la punta de Espa?a a la de Marruecos, que es tanto como decir de la de Europa a la de ?frica. Ha tenido siempre tambi¨¦n condicionamientos pol¨ªticos por las dos partes y unos problemas econ¨®micos serios: la fuerza de los dos pa¨ªses afectados es distinta de la de Francia y el Reino Unido. Pero hoy se puede pensar que ya no ser¨ªa una obra meramente bilateral, sino internacional, y que quiz¨¢ la experiencia y el material del t¨²nel bajo la Mancha puedan ser ¨²tiles para emprender un d¨ªa la realizaci¨®n de este otro ensue?o antiguo y actual.
En cualquier caso esta historia sirve de ejemplo: la realizaci¨®n de grandes obras p¨²blicas es algo vigente pese a que la pol¨ªtica del Gobierno espa?ol se empe?e en ignorarlo. La penuria de nuestro tren, nuestras carreteras, nuestros puertos y aeropuertos, el desparpajo con el que se despacha una cuesti¨®n que afecta profundamente a un pa¨ªs tur¨ªstico como el nuestro, la ausencia de una pol¨ªtica de comunicaciones y transportes, el dar la espalda a las grandes inversiones en obra civil mientras se acumulan los gastos de defensa, no es algo que este pa¨ªs pueda seguir haciendo por mucho tiempo impunemente. Ni algo cuya factura pol¨ªtica no deban pagar alg¨²n d¨ªa sus directos responsables.
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