Malas perspectivas para el Gobierno

EL SONDEO de opini¨®n publicado hoy por EL PA?S, y realizado por el instituto Alef, debe ser interpretado (advertencia casi obvia) como una simple fotograf¨ªa de las actitudes y de las preferencias de la sociedad espa?ola, en un momento temporal determinado, respecto al anunciado refer¨¦ndum sobre la permanencia o la salida de nuestro pa¨ªs de la Alianza Atl¨¢ntica. No es, pues, una predicci¨®n ni un augurio, pero sirve para conocer, mediante sistemas rigurosamente t¨¦cnicos y con base cient¨ªfica, las tendencias de la opini¨®n p¨²blica. La encuesta fue llevada a cabo despu¨¦s de que el Gobierno diera a conocer, por boca del vicepresidente, la pregunta que ser¨¢ sometida a consulta el pr¨®ximo 12 de marzo, pero antes del debate celebrado en el Congreso en torno a la OTAN. Las cuatro semanas largas que nos separan de la fecha del refer¨¦ndum, en especial los 14 d¨ªas reservados para la campa?a oficial de propaganda, pueden modificar las intenciones de voto de los ciudadanos en cualquier sentido. Aunque los sondeos no pretendan anticipar los resultados de las urnas, la encuesta muestra, sin embargo, una fuerte tendencia de opini¨®n favorable a la salida de Espa?a de la OTAN -tendencia registrada de modo permanente desde hace a?os por diferentes sondeos-, e incluso parece apuntar hacia el reforzamiento del voto negativo despu¨¦s de que fuera conocida la pregunta que ser¨¢ sometida a consulta el 12 de marzo.Parece que la opci¨®n del no ha podido incrementar sus fuerzas como resultado de la confluencia de corrientes de diverso signo. Desde luego, contestar¨ªan negativamente los que defienden posiciones antiatlantistas desde hace largo tiempo y que no se sienten vinculados al Gobierno socialista por la disciplina de voto. Junto a los militantes de los movimientos pacifistas, los defensores de la neutralidad armada (enemigos tanto de la OTAN como del Tratado Bilateral con Estados Unidos) forman el n¨²cleo de esa actitud, con fuertes respaldos generacionales entre los j¨®venes de diferentes ideolog¨ªas. Pero tambi¨¦n se inclinar¨ªan al no muchos votantes socialistas (nada menos que el 42% de sus electores de 1982), que resolver¨ªan de esta forma la contradicci¨®n entre sus antiguas lealtades antiatlantistas, que le fueron ense?adas por los dirigentes del PSOE antes de 1982, y las nuevas solicitudes proatlantistas, que les son dirigidas desde el Gobierno por quienes anteriormente les aleccionaron en sentido contrario.

Tambi¨¦n una parte nada desde?able de la clientela de los partidos de derecha y de centro, cuyos dirigentes han adoptado siempre posiciones inequ¨ªvocamente atlantistas, converge aparentemente sobre el no. Aunque Coalici¨®n Popular haya lanzado la consigna de la abstenci¨®n activa, un porcentaje apreciable de sus electores parece inclinado a sucumbir a esa tentaci¨®n del voto negativo que el cuerpo le pide a Manuel Fraga. Dentro del electorado fiel al PNV y a CiU se registra una significativa tendencia al sufragio adverso, si bien los porcentajes de quienes todav¨ªa no han decidido su voto son mayores entre los nacionalistas vascos y catalanes que entre los seguidores de Alianza Popular. La transformaci¨®n del refer¨¦ndum sobre la OTAN, te¨®ricamente relacionado s¨®lo con la pol¨ªtica exterior, en una cuesti¨®n de pol¨ªtica interior, vinculada a las proximas elecciones generales, explica en buena medida que los votantes de derecha y de centro atlantistas elijan el no como un instrumento para desgastar al Gobierno, provocar la derrota en las urnas de su propuesta y someter a un fuerte castigo a Felipe Gonz¨¢lez.

Seguramente la ense?anza m¨¢s interesante del sondeo sea la desconfiada recepci¨®n de los t¨¦rminos limitativos con que la pregunta sometida a refer¨¦ndum ha tratado de suavizar las condiciones de la permanencia de Espa?a en la Alianza. Mientras un 56% de los encuestados piensa que no se reducir¨¢ la presencia militar norteamericana en nuestro suelo y que el Gobierno no lograr¨¢ evitar -antes o despu¨¦s- la nuclearizaci¨®n del territorio espa?ol, casi el 50% cree imposible el mantenimiento de la promesa de no incorporaci¨®n de Espa?a a la estructura militar integrada de la OTAN. La complejidad de la pregunta elaborada por el Gobierno, con el prop¨®sito de aproximarse a la sensibilidad predominante en el electorado socialista (en tomo a las bases americanas, los mandos de la OTAN o el temor a la guerra nuclear) y de endulzar el trago al que ha decidido ya someterle, parece haber suscitado recelos y rechazos en los sectores que no desean que su voluntad sea manipulada por los expertos en opini¨®n p¨²blica. En definitiva, s¨®lo el desarrollo de la campa?a de propaganda durante las pr¨®ximas semanas permitir¨¢ conocer si la inclusi¨®n en la pregunta de esas tres cualificaciones ha favorecido o ha perjudicado a las posiciones oficiales. Como sea, a estas alturas son visibles las dificultades del Gobierno, que para ganar la batalla electoral necesitar¨¢ poner en juego todo el potencial de convencimiento de Felipe Gonz¨¢lez.