"Llamadme Federico"
"Yo soy una persona modesta: lamadme Federico", dijo el cineasta a unos periodistas que, a la entrada de la sala de conferencias de prensa del festival de Berl¨ªn, le abordaron con un admirativo "?maestro Fellini!".El maestro se sent¨® en la c¨¢tedra, entre una multitud de periodistas, y dict¨® un curso de modestia: no dej¨® de hablar de s¨ª mismo durante una hora larga, con excepci¨®n de cinco condescendientes minutos que cedi¨® a su esposa, Giulietta Masina, para que ¨¦sta s¨ªguiera hablando de ¨¦l.
El parlanch¨ªn maestro italiano dice onduladas trivialidades con la palabra: "?Qu¨¦ sucede con este filme m¨ªo que se me ha escapado de las manos con tanta facilidad? Se dice que es pesimista. Pero haciendo, como hago, con tanta alegria este oficio m¨ªo, ?c¨®mo voy a considerarme pesimista?".
Por suerte para ¨¦l y sobre todo para nosotros, la locuacidad del maestro italiano toma otro cariz cuando se pone detr¨¢s de una c¨¢mara y cuenta la historia de Ginger y Fred, que ¨¦l describi¨® anoche as¨ª: "Piensen en ese momento de sugesti¨®n, de prodigio, cuando en la oscuridad un rayo de luz ilumina, bla, bla, bla. El cine es un milagro ¨ªntimo, gozoso, gratificante, bla, bla, bla. ?S¨ª, yo soy optimista.'". El maestro sonri¨®, se call¨® y, en efecto, cuando estaba callado del todo, se le puso cara de Federico.
Luego vino otra pregunta y a Federico se le puso de nuevo la cara de maestro e inici¨® otra tacada de oquedades. Y luego otra. Y otra. No estuvo muy inspirada su perorata de anoche. Tras la hora larga de su ejercicio de modestia, nadie le aplaudi¨®. No hubo ovaci¨®n. S¨®lo unas poquitas palmas, insuficientes para quien hab¨ªa echado tanta carne sobre el fuego de su modestia. Se ech¨® de menos a Federico, el que dice cosas cuando hace cine y sobr¨® el maestro Fellini, el que nada dice cuando habla.
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