Orientaciones eclesiales
LA SECRETARIA de la Conferencia Episcopal Espa?ola hizo p¨²blico ayer el documento Actitudes ¨¦ticas ante el refer¨¦ndum, que expone las recomendaciones dirigidas por la jerarqu¨ªa a "las conciencias de los cristianos y de la opini¨®n p¨²blica en general" para orientar su voto en la pr¨®xima consulta sobre la permanencia de Espa?a en la OTAN. La moraleja final es imprecisa, ambigua y permisiva: "Los cristianos han de actuar en este caso con la responsabilidad que exige la consulta y con la libertad que les corresponde en materias opinables", sin m¨¢s precisiones que la b¨²squeda de la m¨¢xima coherencia "con los principios de la moral cat¨®lica, con la mejor informaci¨®n posible y la necesaria reflexi¨®n personal". Una posici¨®n te¨®ricamente homologable, en el ¨¢mbito pol¨ªtico, a la adoptada por el PNV y CiU, partidos altamente sensibles a los vientos que corren por la Iglesia. Sin embargo, el lenguaje eclesi¨¢stico se ha formado durante siglos en una escuela de matices, claroscuros e insinuaciones. Y salvo aclaraciones posteriores de la Conferencia Episcopal, el documento parece un torpedo dirigido contra la santab¨¢rbara del Gobierno, pues es casi una velada exhortaci¨®n a la abstenci¨®n predicada por Coalici¨®n Popular, en la que se integra el partido democristiano PDP.En v¨ªsperas de otras consultas pol¨ªticas -tales como el refer¨¦ndum franquista de 1966 sobre la ley org¨¢nica del Estado, el refer¨¦ndum sobre la actual Constituci¨®n de 1978 o las elecciones generales democr¨¢ticas (mayo de 1977 y septiembre de 1982)- la Conferencia Episcopal Espa?ola hizo p¨²blicos sus criterios y sus recomendaciones a la opini¨®n p¨²blica. Esa voz pastoral se ech¨® en falta, en cambio, durante la interminable noche del 23 de febrero de 1981, cuando la Conferencia Episcopal se hallaba reunida en Madrid y los militares sediciosos ocupaban belicosamente el Congreso de los Diputados: no hubo una voz valerosa proveniente de la Iglesia en defensa de las libertades p¨²blicas, de la Constituci¨®n y la democracia. En esta ocasi¨®n, la jerarqu¨ªa ejerce su derecho a manifestar su parecer sobre una pregunta que concierne a sus fieles, en tanto que ciudadanos, y cuya respuesta implica cuestiones de conciencia. En este sentido, la Conferencia no s¨®lo ejerce una facultad, sino que se?ala el camino para que otras instancias sociales se pronuncien sobre la materia y enriquezcan el panorama de la discusi¨®n general, incluso si esa discusi¨®n afecta al papel de la Iglesia en ese panorama.
?Ha contribuido la jerarqu¨ªa elesi¨¢stica con su documento a una clarificaci¨®n sobre el refer¨¦ndum? Definitivamente no. La Conferencia proclama su decisi¨®n de no pronunciarse sobre la oportunidad de la consulta y sobre "los elementos t¨¦cnicos de su celebraci¨®n", pero luego decide meterse en harina y someter a severo juicio el planteamiento y las condiciones del refer¨¦ndum. Invocando "las exigencias ¨¦ticas", la garant¨ªa de "los derechos de los ciudadanos", la superioridad de "los verdaderos intereses nacionales" sobre los intereses de partido y la necesidad de una "suficiente informaci¨®n", que permita votar con conocimiento de causa, el documento realiza una dura cr¨ªtica de los "elementos t¨¦cnicos" de la consulta y se?ala sus "deficiencias" y "aspectos preocupantes". En su derecho est¨¢. Pero si ya es bastante pesado que todos los partidos -y significadamente el socialista- enarbolen el bien de Espa?a como argumentaci¨®n de sus particulares posturas, m¨¢s resulta a¨²n que la Iglesia pretenda arrogarse la definici¨®n de ese inter¨¦s nacional. El patriotismo, el bien com¨²n y el inter¨¦s de todos no es patrimonio absolutamente de ninguno.
La Conferencia Episcopal considera que la pregunta es compleja y, en consecuencia, obliga a responder con un s¨ª o con un no a cuatro cuestiones distintas. Adem¨¢s, dice, ni aun disponiendo de una buena informaci¨®n ser¨ªa f¨¢cil que "el pueblo alcance un conocimiento suficiente de las consecuencias econ¨®micas, pol¨ªticas y militares de las distintas posibilidades en juego". Esas cr¨ªticas no tienen un alcance simplemente t¨¦cnico, sino que claramente critican la conveniencia de que los ciudadanos sean convocados a las urnas para responder a una pregunta relacionada con las alianzas militares de Espa?a. El documento tambi¨¦n se?ala que "hasta el momento, no se ve tampoco con claridad cu¨¢l va a ser el valor concedido a los resultados del refer¨¦ndum". Sigue luego la denuncia de que "la consulta se est¨¢ transformando en una confrontaci¨®n pol¨ªtica de partidos, con las consiguientes ambig¨¹edades y perplejidades para el votante", lo que implica una "verdadera manipulaci¨®n pol¨ªtica" de los ciudadanos. No discutimos lo acertado de esa descripci¨®n de nuestro actual panorama pol¨ªtico, pero faltan en ¨¦l, precisamente, algunas concreciones. Y, entre todas ellas, el desplazamiento hacia el voto adverso a la permanencia de Espa?a en la OTAN de grupos pol¨ªticos y fuerzas sociales que hasta hace pocas semanas juraban por la Alianza Atl¨¢ntica y que son claramente otanistas. ?No merec¨ªa un juicio moral esa actitud pol¨ªtica de los partidos confesionalmente cat¨®licos?
?Qu¨¦ decir del fondo de la cuesti¨®n? De una parte, "en virtud de? Evangelio de Jesucristo y de la doctrina de la Iglesia", los cat¨®licos deben "apostar seriamente por la paz". Ahora bien, en un mundo apresado para la guerra "no son iguales todas las opciones". Y ser¨¢ necesario apoyar "las soluciones que m¨¢s favorezcan una paz verdadera". "Paz verdadera" que debe basarse, seg¨²n un razonamiento tambi¨¦n esperable, "en el respeto a los derechos humanos y de los pueblos, en el di¨¢logo y la solidaridad internacional", antes que "en la divisi¨®n de bloques enfrentados en la carrera armamentista". ?Ser¨¢n, entonces, los obispos espa?oles adversarios de la existencia de la OTAN y de la permanencia de Espa?a en su organizaci¨®n? La magistral escuela eclesi¨¢stica responde que "hay que tener tambi¨¦n en cuenta, con ponderaci¨®n y realismo, las necesidades de una justa defensa nacional, as¨ª como la de la Europa a la que pertenecemos". Si bien las armas nucleares hacen muy dificil "el cumplimiento de las condiciones morales", que permiten hablar de "guerra justa", tambi¨¦n es cierto que "los pueblos tienen derecho a defender su soberan¨ªa y su territorio en caso de agresi¨®n o amenaza". ?Ser¨¢n, entonces, los obispos espa?oles partidarios de la OTAN y de la permanencia de Espa?a en su organizaci¨®n?
Ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario. Dicho textualmente por ellos: "Ninguna de las decisiones posibles puede presentarse leg¨ªtimamente como la ¨²nica compatible con la conciencia cristiana". Con lo que la jerarqu¨ªa podr¨¢ convivir c¨®modamente con cualquier actitud y con cualquier resultado y puede sentirse p¨²blicamente no responsable de absolutamente nada de lo que pase.
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