?Qui¨¦n en manda en la Alianza?
En octubre de 1962, los ojos del mundo estaban puestos sobre la crisis de los misiles de Cuba. En Par¨ªs, el presidente franc¨¦s, Charles de Gaulle, recib¨ªa a Dean Acheson, enviado especial a Europa del presidente John F. Kennedy para informar de la situaci¨®n y de lo que EE UU pensaba hacer. "?Me est¨¢ usted informando o consultando?", pregunt¨® De Gaulle. Acheson fue sincero: "Le estoy informando". "Est¨¢ bien", coment¨® De Gaulle, "pues apruebo las decisiones independientes de los aliados". (Claro que tambi¨¦n dijo: "Si hay guerra, estar¨¦ a su lado, pero no habr¨¢ guerra".)
?Qui¨¦n manda en la OTAN? La respuesta evidente es la misma que en otras- organizaciones. Manda el que m¨¢s dinero pone y el que m¨¢s fuerza tiene. En este caso, EE UU. Pero, a pesar de que la OTAN se pueda ver como una asociaci¨®n de un gigante y 15 enanos, no siempre el gigante se sale con la suya. Te¨®ricamente, en la OTAN no manda nadie o mandan colectivamente los 16 pa¨ªses miembros. Los juegos de influencias, sin embargo, son diarios. Despu¨¦s de EE UU, se puede decir que los que m¨¢s influencia tienen en la OTAN son Francia, el Reino Unido y la RFA. Francia y el Reino Unido, porque tienen armas nucleares (aunque algunos piensan que porque son potencias tienen armamento nuclear, y no al rev¨¦s). Francia, adem¨¢s, ejerce una gran influencia pol¨ªtica en la OTAN, a pesar de no estar en la cadena de mandos integrados, y tiene intereses directos que defender -por ejemplo en ?frica- fuera de la zona de la OTAN.
En m¨¢s de una ocasi¨®n en la historia de la OTAN, Francia ha llegado a proponer la creaci¨®n de un directorio de las potencias nucleares en la Alianza. En cierto modo, la idea vuelve a resurgir de la pluma del ex canciller alem¨¢n Helmut Schmidt en su ¨²ltimo libro, Una gran estrategia para el Occidente, en el que pide una reintegraci¨®n de las fuerzas francesas en la estructura militar de la OTAN, para reequilibrar el poder¨ªo convencional de la Alianza frente al Pacto de Varsovia. Pero para Schmidt, naturalmente, la integraci¨®n de las fuerzas francesas con las brit¨¢nicas, las del Benelux y las alemanas,junto a algunas norteamericanas, deber¨ªa venir acompa?ada de la creaci¨®n de un comandante supremo de la OTAN franc¨¦s, y no estadounidense como ahora.
La influencia o el poder de los brit¨¢nicos en la OTAN es otro factor a tener en cuenta, aunque el Reino Unido haya quiz¨¢ perdido fuerza, al perder fuerza en el mundo en general. En cuanto a la influencia de la RFA no pod¨ªa ser otra cosa, al aportar fondos y fuerzas sustanciales a la OTAN y encontrarse en el frente de batalla m¨¢s probable. A menudo, de la mano de la RFA, apoyada por otros pa¨ªses, EE UU se ha visto obligado a cambiar de opini¨®n o presentar nuevas propuestas en negociaciones de desarme.
En cuanto a la orientaci¨®n pol¨ªtica de la OTAN, otros pa¨ªses tambi¨¦n han aportado su grano de arena a la definici¨®n de una pol¨ªtica de distensi¨®n hacia el Este. Es a menudo en este terreno donde chocan los intereses. Sin duda, los intereses -pol¨ªticos, econ¨®micos y sociales- que mueven a los europeos a tener mejores relaciones con sus vecinos del Este no son los mismos que los de EE UU. Un alto diplom¨¢tico alem¨¢n se?al¨® en una ocasi¨®n que para tener influencia en la OTAN hab¨ªa que tener influencia en su planificaci¨®n militar y, por tanto, aportar m¨¢s a la defensa en com¨²n. El caso franc¨¦s es una excepci¨®n a esta regla.
Cualquier pa¨ªs puede, te¨®ricamente, hacer lo que quiera en la OTAN. Sin embargo, las presiones se ejercen a diario para que no sea as¨ª. Y, a menudo, estas presiones logran un resultado. As¨ª, las presiones han llevado a Holanda a aceptar el despliegue de los euromisiles, a cambio de renunciar a otras tareas nucleares que la OTAN le ten¨ªa asignadas. El caso de los euromisiles puede ser revelador de c¨®mo funciona la OTAN y qui¨¦n manda en ella: fueron algunos europeos los que insistieron en que EE UU desplegase estos misiles. Washington en un principio se resisti¨®. Cuando se convenci¨® de la necesidad del despliegue, fueron los europeos los que entonces dudaron de su necesidad e insistieron en negociar con la URSS.
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