Las mentiras del 's¨ª'
El Gobierno nos presenta a refer¨¦ndum una pregunta falseada, en la que no se menciona la palabra OTAN, sustituy¨¦ndola por el eufemismo Alianza Atl¨¢ntica, que no figura en ning¨²n documento de la Organizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte (OTAN), y nos propone que permanezcamos en la misma sin incorporarnos a la estructura militar integrada, manteniendo la prohibici¨®n de instalar armas nucleares y procediendo a la reducci¨®n progresiva de la presencia militar de EE UU. Son las mentiras del s¨ª, los trucos electoralistas para conseguir una victoria tramposa. Pero la mayor¨ªa social y el movimiento por la paz no nos dejamos enga?ar. Sabemos que decir s¨ª a la pregunta del Gobierno equivale a decir s¨ª a la OTAN, con todas sus consecuencias. De ah¨ª nuestro rechazo, de ah¨ª nuestro no, porque lo que los pueblos del Estado espa?ol desean es salir de la OTAN.El mero hecho de pertenecer a la OTAN comporta participar en la estructura militar, y nuestra permanencia presionar¨ªa en el sentido de una total integraci¨®n. La estructura civil y la militar son inseparables, ya que la Alianza Atl¨¢ntica (llamada OTAN) es un pacto militar y pol¨ªtico, que se materializa en decisiones y acciones militares y no militares al servicio de una pol¨ªtica determinada desde la Casa Blanca. El art¨ªculo 5 del tratado obliga a los pa¨ªses miembros a acudir en defensa de cualquier aliado que sea atacado, lo que presupone una coordinaci¨®n militar previa.
La presencia del Estado espa?ol en el Comit¨¦ Militar de la OTAN es muestra de una participaci¨®n decisiva en la estructura militar, ya que es en dicho organismo, en el que ya se est¨¢ participando, en el que se adoptan las decisiones claves sobre la estrategia y la actividad militar que deber¨¢n ejecutar los mandos integrados. Por otro lado, la futura dependencia del Saceur es cuesti¨®n de tiempo; a los se?ores Gonz¨¢lez y Serra lo que ahora les preocupa es ganar el refer¨¦ndum. Para el ¨²ltimo, la integraci¨®n es simplemente "no necesaria en este momento". Las presiones desde la OTAN se redoblar¨¢n, y de ello es buen anuncio la posici¨®n de Tugay Ozceri, secretario ejecutivo del Consejo Atl¨¢ntico, que recientemente afirmaba: "No podemos tolerar que Espa?a tenga un estado especial... No aceptaremos despu¨¦s del refer¨¦ndum la postura actual de Espa?a de no integraci¨®n en el mando militar... Daremos seis meses para que clarifique la situaci¨®n despu¨¦s del refer¨¦ndum". Seis meses, punto.
Mientras tanto ya participamos en casi 30 comit¨¦s de la llamada estructura civil, que tienen nombres tan civiles como Comit¨¦ de Planes de Defensa, Grupo de Planes Nucleares, etc¨¦tera, la mayor¨ªa de los cuales tiene competencias y responsabilidades que afectan directamente a los mandos de la estructura militar integrada, ello con independencia de que los asistentes sean militares o civiles.
En los ¨²ltimos a?os seha producido una serie de hechos significativos: modernizaci¨®n, equipamiento y adaptaci¨®n de las Fuerzas Armadas seg¨²n el modelo del resto de pa¨ªses aliados, preparaci¨®n de la conexi¨®n de los sistemas de alerta y control a¨¦reos con los de la OTAN, participaci¨®n en los programas de fabricaci¨®n de armamento... que han comportado la potenciaci¨®n de la industria y el comercio b¨¦licos y un aumento constante de los gastos militares.
Todo ello confirma nuestra integracion en la estructura militar de la OTAN y, m¨¢s en general, en el orden militarista internacional.
El actual grado de integraci¨®n, pese a las promesas de prohibici¨®n, conlleva el riesgo del armamento nuclear porque OTAN y armas nucleares son sin¨®nimos. Las bases e instalaciones norteamericanas forman parte de la estrategia nuclear de EE UU. Mientras existan aviones estadounidenses despegando de territorio peninsular o submarinos repostando, no hay garant¨ªas de que no transporten armamento at¨®mico, pudiendo repetirse casos como el de Palomares. Como pa¨ªs anfitri¨®n, los acuerdos con EE UU -¨²nico propietario de armamento nuclear en la OTAN, excluidas las peque?as fuerzas francesas y brit¨¢nicas- no permiten ning¨²n control sobre el transporte y uso que pueda hacer la potencia titular, es decir, EE UU.
La nuclearizaci¨®n
El Gobierno, que impugn¨® todas las declaraciones de municipios desnuclearizados, qu¨¦ comprendi¨® y apoy¨® la instalaci¨®n de los misiles en Europa, que no ha puesto en cuesti¨®n al demandar la devoluci¨®n de Gibraltar que en la base militar de la OTAN hay armas nucleares, no est¨¢ en la mejor posici¨®n para prometer la desnuclearizaci¨®n del territorio del Estado espa?ol.
La tendencia actual en la OTAN es un recrudecimiento de la presi¨®n para la nuclearizac¨ª¨®n, como lo demuestran los planes de contingencia norteamericanos, firmados y autorizados por Reagan, en los que se contemplan el estacionamiento en caso de guerra de 32 bombas nucleares en la base de Rota para el uso de los aviones estadounidenses. El Gobierno cambi¨® de postura y cedi¨® en lo fundamental al chantaje atlantista, ?por qu¨¦ no va a ceder a lo que son meras consecuencias de la decisi¨®n de permanecer en la OTAN? El norteamericano M. B. Walters, presidente del Grupo de Planes Nucleares, es categ¨®rico: "En la estrategia nuclear Espa?a no puede ser ajena a los planes de la OTAN".
Se nos asegura una reducci¨®n de tropas norteamericanas, pero se nos oculta que con la OTAN y la permanencia de las bases se ampl¨ªa y refuerza la presencia efectiva militar de Estados Unidos. De momento, el resultado de la apertura de negociaciones, anunciada a bombo y platillo, es absolutamente negativo y no sirve de base ni para una vaga. promesa. El presidente Reagan se niega a un compromiso antes de conocer los resultados del refer¨¦ndum. El tema ser¨¢ tratado en la renovaci¨®n del convenio bilateral de 1988, y en el mejor de los casos se retirar¨¢n algunos soldados de algunas de las bases (Torrej¨®n y Zaragoza) y en la misma proporci¨®n se traspasar¨¢n a las Fuerzas Armadas las misiones que hoy tienen las tropas militares extranjeras, lo que ir¨¢ vinculado a la asunci¨®n de mayores cuotas de integraci¨®n en la estructura militar de la OTAN.
El Gobierno no cuestiona la existencia de las bases y su utilizaci¨®n por parte de una potencia extranjera, que es lo m¨¢s importante. El valor de las bases no radica en el n¨²mero de soldados existentes, pues no est¨¢n estacionadas fuerzas de infanter¨ªa, por tratarse de tres instalaciones a¨¦reas y una naval. Mientras se mantenga el convenio bilateral con EE UU, ratificado en febrero de 1983 por el actual Gobierno, la reducci¨®n de tropas no afecta en nada la situaci¨®n actual, ya que el convenio, en su art¨ªculo 2.2, se?ala: "Espa?a concede a EE UU el uso de instalaciones de apoyo y les otorga autorizaciones de uso en el territorio, mar territorial y espacio a¨¦reo espa?oles para objetivos dentro del ¨¢mbito bilateral o multilateral de este convenio".
Las razones de nuestro 'no'
Adem¨¢s de criticar las falsas promesas del pre¨¢mbulo de la pregunta gubernamental, el movimiento por la paz tiene serios argumentos para rechazar cualquier forma de adhesi¨®n a la OTAN. Los pacifistas, con nuestro no, optamos por la salida de Alianza Atl¨¢ntica y apostamos por un futuro de paz, democracia y neutralidad.
La OTAN potencia la din¨¢mica de bloques y el peligro de guerra nuclear. Nuestro ingreso en la Alianza aument¨® los riesgos y la inseguridad de la humanidad, amenazada por una loca carrera de armamentos que conduce directamente a la guerra y al holocausto y alimenta un crecimiento constante de los gastos militares y sus secuelas, el paro y la miseria, la dominaci¨®n y el expolio de los pa¨ªses pobres. Nuestra salida de la OTAN puede ser el comienzo de una tendencia inversa, puede ser el principio del fin de los bloques.
Los defensores de las tesis gubernamentales insisten en que la OTAN garantiza mejor la paz por la v¨ªa de la disuasi¨®n. Es dif¨ªcil entender que prepararse para la guerra pueda traernos la paz. Pero m¨¢s dif¨ªcil es creer que la OTAN sea defensora de la paz cuando se prepara para guerras nucleares limitadas y ganables y hace suya, en diciembre de 1982, la doctrina del Ej¨¦rcito estadounidense Airland Battle, seg¨²n la cual las fuerzas del Pacto Atl¨¢ntico deben estar preparadas para destruir las tropas del Pacto de Varsovia antes incluso de que comi¨¦ncen las hostilidades y cuando todav¨ªa se encuentren en su propio territorio. Esta estrategia militar es esencialmente ofensiva y est¨¢ basada en la combinaci¨®n del empleo de armas qu¨ªmicas y nucleares, exigiendo que estas ¨²ltimas sean capaces de dar el primer golpe contra el enemigo. Todo ello no nos es ajeno; muy al contrario, nuestra permanencia en la OTAN, con o sin armas nucleares, nos convierte sin ninguna necesidad en blanco nuclear de los adversarios de la OTAN en caso de conflicto.
Identificar OTAN con democracia no pasa de ser una broma de mal gusto. La Alianza, como brazo armado de un sistema econ¨®mico y social concreto, el capitalismo, tiene como misi¨®n mantenerlo a ultranza, y a ello subordina cualquier otra cuesti¨®n. Fue la OTAN la que alent¨® a los coroneles griegos en 1967, no tuvo ning¨²n escr¨²pulo para que el Portugal salazarista fuera miembro fundador en 1949, ni tampoco lo tiene ahora con la dictadura militar turca, aliada que niega las libertades, asesina y practica la tortura. Ninguna voz s¨¦ alz¨® en la OTAN para reprochar el aval que EE UU dio a la dictadura franquista mediante la firma de los acuerdos de 1953, o para protestar ante el monumento al cinismo que representaron las declaraciones de la Administraci¨®n de EE UU al calificar domo "asunto interno espa?ol" el intento de golpe de Estado del 23 de febrero.
Por el contrario, en la OTAN se recortan las libertades p¨²blicas cuando los distintos servicios de informaci¨®n, de forma coordinada con la CIA, controlan y vigilan como elementos asociales y peligrosos a los pacifistas y sindicalistas, y pasan a la acci¨®n, si es preciso, para evitar que los pa¨ªses miembros avancen en la direcci¨®n neutralista o antiimperialista.
Cuatro a?os de permanencia en la Alianza son suficientes para hacer balance econ¨®mico y constatar que no es el sistema de defensa barato que nos indican desde el poder. Los gastos militares se han quintuplicado, y en 1986 ascender¨¢n a 966.583 millones de pesetas, lo que significa 2,730 millones de pesetas diarios en un pa¨ªs como el nuestro con tres millones de parados, ocho millones de personas que viven en la pobreza o 25.000 sin vivienda, cuando el coste de una es equivalente al de dos horas de vuelo de un F- 18.
El ministro de Defensa y m¨²ltiples voceros atlantistas identifican la permanencia en la OTAN con la europeizaci¨®n o al menos la presentan como el coste obligado de la misma. En el Dec¨¢logo de la paz, la CEOP afirm¨®: "Ni la OTAN es Europa, ni la Comunidad Econ¨®mica Europea lo es tampoco, ni la CEE es la Alianza Atl¨¢ntica. Debemos rechazar el chantaje que pretende vincular una alianza militar con lo que se presenta como un tratado comercial, que, adem¨¢s, ni siquiera coincide territorialmente". La OTAN no es Europa, sino una alianza militar dominada por un pa¨ªs situado a miles de kil¨®metros del viejo continente, EE UU, y en la que los pa¨ªses miembros ven seriamente comprometida su soberan¨ªa.
Para EE UU, la integraci¨®n del Estado espa?ol en la OTAN fue un eslab¨®n m¨¢s de una cadena de medidas dirigidas a un mayor control sobre Europa occidental para garantizar su hegemon¨ªa creciente en el mundo capitalista. La decisi¨®n de instalar los euromisiles, la intenci¨®n de que los aliados aprueben una ampliaci¨®n del ¨¢rea de actuaci¨®n de la OTAN en Oriente Pr¨®ximo, norte de ?frica, Centroam¨¦rica, y las presiones para que los pa¨ªses miembros aumenten sus gastos militares y asuman programas de rearme frente al Pacto de Varsovia son las imposiciones de una potencia hegem¨®nica que decide la estrategia y la pol¨ªtica de alianzas. Por tanto, continuar en la OTAN nos hace c¨®mplices de la pol¨ªtica belicista y agresiva de Reagan en todo el planeta. En la OTAN mandan la Casa Blanca y el Pent¨¢gono; Bruselas s¨®lo es la fachada, y EE UU la utiliza para mantener dividida y dominada a Europa.
Cuando salgamos de la OTAN podremos inaugurar un nuevo camino, el de la neutralidad activa, desplegando iniciativas en favor de la paz en el mundo y extendiendo nuestras relaciones de solidaridad e intercambios econ¨®micos, sociales y culturales con el mayor n¨²mero de pa¨ªses sin chantajes ni vetos por parte de nadie.
El refer¨¦ndum se va a celebrar. No es el prometido para salir de la OTAN; al contrario, se nos plantea permanecer, pero nos permite decir no. Su celebraci¨®n es la primera victoria del movimiento pacifista, porque el Gobierno pronto olvid¨® las promesas electorales que le dieron el triunfo y ha estado dudando si convocarlo. La tenacidad, la firmeza y la unidad en la movilizaci¨®n de millones de ciudadanos han impuesto la convocatoria. Es el primer triunfo de la paz. Y ello abre un camino de esperanza e ilusi¨®n a los pueblos del Este y el Oeste que siguen con inter¨¦s nuestros pasos. El temor de lord Carrington es que el ejemplo cunda, y es l¨®gico que Mr. Enders se muestre preocupado por una posible victoria del no. Se abren nuevas v¨ªas a la soberan¨ªa de los pueblos. Los poderosos se inquietan; es buena se?al: el refer¨¦ndum lo vamos a ganar.
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