Lindsay Kemp, en el para¨ªso perdido
Hay una gran l¨ªnea de teatro homosexual, y Lindsay Kemp es el maestro de esa est¨¦tica. El remedo de los arquetipos de mujer-s¨ªmbolo, la ambig¨¹edad de los cuerpos, una difuminaci¨®n de luces; humo, polvos de talco, algo de perfume, nostalgia, decadentismo, peque?as ruinas manejables, tejidos desgarrados.El cine mudo es un bastidor perfecto para ese ejercicio; Lindsay Kemp lo representa en su pantomima The big parade, que sigue en la misma cartelera del teatro Monumental a la escenificaci¨®n de su propia versi¨®n de Flowers.
La breve moral esc¨¦nica est¨¢ en el relato, t¨ªpico en esta est¨¦tica, del para¨ªso perdido: un primitivo cine con sus historias sentimentales y desgarradoras, con hombres que presentan una virilidad que puede hacerse equ¨ªvoca -Valentino, Fairbanks- y mujeres de una sexualidad trascendente y sublimada -Clara Bow, Mary Pickford, la Garbo-; un remedo de la vida, una creaci¨®n fingida, unas sombras que enmascaran unas realidades y unos seres que son al mismo tiempo actores y personas y en los que las dos condiciones se mezclan.
The big parade
De Lindsay Kemp, con Carlos Miranda. Int¨¦rpretes: Lindsay Kemp, Cheryl Heazelwood, Christian Michaelsen, Neil Caplan, Fran?ois Testory, Nuria Moreno, Atilio L¨®pez, Javier Sanz, Incredible Orlando, David Haughton, Howard Miller, Celestino Coronado. Coreograf¨ªa de Zolten Imre. Vestuario: Sandy Powell. Direcci¨®n: Lindsay Kemp, asistido por David Haughton. Estreno, teatro Monumental. Madrid, 18 de febrero.
La palabra
Llega al cine la palabra, el sonoro, y todo se derrumba. Literalmente: hay una lluvia de piedras que destroza lo que Eliremburg llam¨® la f¨¢brica de sue?os. Todo es ya de otra forma: nunca volver¨¢ a ser lo que fue...Lindsay Kemp se pasea entre sus personajes como lo hace Kantor entre los suyos; aqu¨ª es el director de cine -un trasunto de Erich von Stroheim- que lucha para amasar y dar cuerpo a las sombras, y para quien todo es inaccesible.
Pero quiz¨¢ no haya que entrar mucho en la trascendencia del espect¨¢culo, porque no la tiene desde ese punto de vista. Es, sobre todo, una est¨¦tica visual, una superficialidad ir¨®nica, como quien no cree mucho en lo que est¨¢ contando porque sabe que es un t¨®pico, pero lo utiliza para realizar unos cuadros vivos.
El tango de Rodolfo Valentino con el que se inicia el espect¨¢culo -un homenaje a lo que se convirti¨® en escena cumbre de Los cuatro jinetes del Apocalipsis- tiene una gran belleza dentro de este teatro manierista-, la esgrima de un Douglas Fairbanks con los piratas sarracenos, una perfecci¨®n t¨¦cnica y nutrida por la iron¨ªa evocadora y por la distancia que mantiene todo el espect¨¢culo. Hay alg¨²n momento de travestido, como el que interpreta Fran?ois Testory, de mucha calidad, de mucho encanto.
Bajo todo ello, la m¨²sica de Carlos Miranda, evocando el antiguo ¨®rgano de cinema y el viol¨ªn sentimental de las grandes escenas de amor, adem¨¢s de las gangosas bandas originales o los discos de la ¨¦poca -con el tributo, imprescindible en el g¨¦nero, a La violetera-, a?aden un valor considerable a lo que se representa.
Otro tiempo
Todo ello demasiado largo. Lindsay Kemp invent¨® en otro tiempo, cre¨® este estilo de teatro, y al cabo de los a?os, aunque el espect¨¢culo sea nuevo, nos lleva pronto a una sensaci¨®n de lo visto tantas veces -por ¨¦l o por sus imitadores o seguidores-, y esto termina por cansar. El espect¨¢culo, en realidad, se agota por lo menos media hora antes de terminar.La interpretaci¨®n es tan regular como suele ofrecerla esta compa?¨ªa. Hay siempre una emoci¨®n ante el trabajo del Incredible Orlando -con sus canciones de evocaci¨®n del music hall-, los hallazgos de Cheryl Heazelwood y del citado Fran?ois Testory y, en nuestra proximidad, la excelente interpretaci¨®n m¨ªmica de Nuria Moreno, de la que no hay necesidad de a?adir que es hija de Nuria Espert porque ella misma tiene, aqu¨ª, una personalidad muy bien encajada, en el reparto y muy sobresaliente por su propia calidad.
Lindsay Kemp tiene aqu¨ª, en The big parade, muchos fieles y muchos admiradores, que se reunieron para aplaudir con calor su creaci¨®n nueva-antigua.
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