Berlanga y Goytisolo no firmaron

Hasta hoy, uno hab¨ªa tenido la costumbre, dictada por maestros del g¨¦nero, de no rectificar -en otras palabras, no echar m¨¢s le?a al fuego- en lo que respectaba a noticias falsas o entrevistas err¨®neas que me afectasen personalmente.As¨ª, he dejado pasar sin r¨¦plica acusaciones difamatorias sobre agujeros negros en organismos de los que era -al menos moralmente- responsable, al igual que otras lucubraciones fantasiosas sobre mi persona, que prefer¨ªa dejar en manos del criterio del lector antes que hacer el enorme esfuerzo de rectificaci¨®n p¨²blica.

Pero, en el caso de la actual guerra de manifiestos, mi pereza y paciencia han sido desbordadas. Algunos de mis compa?eros -artistas, intelectuales o lo que sean-se han lanzado a actividades poco recomendables, que rozan la delincuencia, y est¨¢n empezando a robar impunemente el ¨²ltimo patrimonio que nos queda: la propia identidad.

Ante el temor de que, dada la conocida indigencia y despiste de artistas y literatos, el pr¨®ximo paso de estos colegas sea el robo de la cartera, me veo en la obligaci¨®n, por un lado, de denunciar el desacato realizado por una llamada Plataforma C¨ªvica utilizando mi nombre para encabezar una ep¨ªstola petitoria en tomo al dichoso refer¨¦ndum. Por otro lado,

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no teniendo otros mecanismos de defensa ante esta lucha fratricida, propongo a los robaperas que al menos, cada vez que salga mi nombre en un manifiesto anti-OTAN, aparezca simult¨¢neamente en una proclama pro-OTAN. La ¨²nica duda que me queda es si debo valorar esta oferta a la par o regalar dos s¨ªes por un no, o lo contrario.

En todo caso, y dentro de mi derecho a la privatizaci¨®n de las decisiones que deba tomar como ciudadano, mi voto ser¨¢ producto de una reflexi¨®n bastante matizada y claramente inquieto, tanto si es positivo, negativo o neutro, dado que en este pa¨ªs sigue privando la m¨¢xima de que vale la pena perder un ojo si el enemigo pierde dos.-Luis Garc¨ªa Berlanga.