La gran discusi¨®n
Como era de prever , ya nos encontramos en los comienzos de la gran discusi¨®n y apasionados enfrentamientos en relaci¨®n con la permanencia o no de Espa?a en la estructura y organizaci¨®n de la OTAN.No es f¨¢cil comprender por qu¨¦ el Gobierno, desde el primer momento, no ha querido o no ha podido tener en cuenta las m¨²ltiples opiniones de aquellos que, si bien aceptan la necesidad de la integraci¨®n de Espa?a en la OTAN, cre¨ªan que era preciso evitar tales discusiones. Que no pareciera que solamente un partido pol¨ªtico -por importante que ¨¦ste fuera- decidiera o no sobre dicha integraci¨®n. Es evidente que ¨¦sta tendr¨ªa m¨¢s fuerza en todos los ¨®rdenes, si se hiciera con el acuerdo de todas las organizaciones; porque demostrar¨ªa, tanto a amigos como a adversarios, que Espa?a era un bloque y una unidad, y nuestra decisi¨®n ser¨ªa m¨¢s v¨¢lida. Comprendo muy bien que esta unidad no es f¨¢cil. Pero incluso sabiendo que hab¨ªa de fracasar era preciso intentar conseguirla, para evitar lo que ahora sucede: la creencia de muchos que piensan que la integraci¨®n a la OTAN es solamente una maniobra para favorecer a un partido determinado.
El Gobierno, con excesiva suficiencia, no ha cre¨ªdo nunca que fuera conveniente una pol¨ªtica de unidad, ya que no le era necesaria debido a la gran mayor¨ªa de diputados con que cuenta en el Parlamento. Siempre he cre¨ªdo, y creo, que para consolidar nuestra democracia esta pol¨ªtica de unidad era indispensable. En estos momentos es m¨¢s evidente que nunca que ha constituido un error marcar una pol¨ªtica que parece partidista ante una acci¨®n que tiene resonancia m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras.
Tal como se ha planteado hoy en d¨ªa este problema de la OTAN, las reacciones contrarias existen y aumentan., Aunque quisiera equivocarme, me parece que ha dado comienzo un per¨ªodo de nuestra pol¨ªtica que solamente nos traer¨¢ problemas y perjudicar¨¢ la buena imagen que Espa?a debe tener.
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