Rechazar los bloques, fortalecer Europa
La cuesti¨®n de la permanencia o no de Espa?a en la Alianza Atl¨¢ntica est¨¢ sirviendo para tantos usos, que tratarla con seriedad exige ya explicar desde qu¨¦ perspectiva se hace. Aqu¨ª quiero exponer la que, a juicio del Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL), podr¨ªa corresponder al pacifismo espa?ol.Para ello, hay que identificar de entrada los objetivos ¨²ltimos del movimiento por la paz. Y dado que, precisamente, la dimensi¨®n que alcanza hoy la din¨¢mica armamentista excluye soluciones f¨¢ciles, estos objetivos ser¨ªan: 1) establecer el valor-paz como una prioridad electoral y pol¨ªtica a exigir tanto de la izquierda como de la derecha, y 2) lograr que ello se traduzca en una pol¨ªtica de Estado, que avance con independencia de las variaciones gubernamentales y sea as¨ª reconocida por la comunidad internacional.
Desde estos objetivos es como encaramos el debate sobre la permanencia en la OTAN. Sabiendo que los pa¨ªses que han alcanzado cotas importantes de estos objetivos lo han hecho a trav¨¦s de debates de similar trascendencia. As¨ª, cuando se dice que Suecia tiene ese. reconocimiento internacional porque desde 1812 no ha intervenido en ning¨²n conflicto, no hay que entender que desde entonces no se ha producido all¨ª ninguna controversia seria sobre estos temas. Como se sabe, a principios de los sesenta, cuando se debati¨® en Europa si deb¨ªan incorporarse armas nucleares a la defensa, este tema provoc¨® un debate que conmocion¨® Suecia. La victoria de los contrarios a la defensa nuclear se profundiz¨® en el Estado, a trav¨¦s de la socialdemocracia, y cal¨® tan profundamente en toda la sociedad que hoy nadie discute esta cuesti¨®n.
Fen¨®menos como este no nos son obligadamente lejanos. Cabe preguntarse si algo similar no hubiera ocurrido en Espa?a en caso de que el Gobierno socialista hubiese mantenido su rechazo a la permanencia en la OTAN y el refer¨¦ndum hubiera arrojado un resultado en esa direcci¨®n.
El presidente del Gobierno ha justificado su cambio de posici¨®n en base a circunstancias y razones de Estado que as¨ª lo aconsejan. Muchas de estas razones no son dif¨ªciles de entender, incluso si no se comparten. Es evidente, adem¨¢s, que los c¨¢lculos del Gobierno se hacen teniendo en cuenta c¨®mo afecta esta cuesti¨®n al conjunto de las otras ¨¢reas de la actividad nacional. Pero tampoco es dif¨ªcil de entender que al movimiento por la paz no le corresponde ese tipo de c¨¢lculos: m¨¢s bien debe ser contrapresi¨®n respecto de exigencias que se hagan desde dentro y fuera de la vida nacional.
En todo caso, la reflexi¨®n sobre las razones que aconsejan la permanencia o la salida parte ya de la legitimidad del acto democr¨¢tico que supone que el Ejecutivo someta su posici¨®n a consulta popular, tal y como hab¨ªa prometido. Y es de justicia saludar que as¨ª lo haga. Como hay que rechazar los intentos de la derecha por desvirtuar el sentido de la consulta.
Los tres condicionantes
La reflexi¨®n sobre este asunto no permite descalificaciones ni catastr¨®fismos. No pueden aceptarse ideas como la de que Espa?a fuera de la OTAN se transforma en un pa¨ªs tercermundista; o, en sentido contrario, que si Espa?a permanece en la OTAN, se convierte autom¨¢ticamente en un eslab¨®n del armamentismo americano, perdi¨¦ndose definitivamente para pol¨ªticas de paz.
Veamos la situaci¨®n planteada por la permanencia en la Alianza. En primer lugar, creemos que s¨ª existe la posibilidad de que Espa?a pueda hacer dentro de la OTAN un papel moderador de pol¨ªticas agresivas, o al menos mostrar su disconformidad, lo que resta unanimidad pol¨ªtica a la OTAN, como de hecho hacen otros pa¨ªses. En cuanto a autonom¨ªa en temas de seguridad, es cierto que Espa?a perder¨¢ ¨¦sta en cierto grado, pero no hasta el punto de no poder hacer una pol¨ªtica progresista en sus centros de inter¨¦s (por ejemplo, Centroam¨¦rica). Naturalmente, en foros internacionales espec¨ªficos, como la Conferencia de Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa (CSCE), Espa?a deber¨¢ negociar dentro de su bloque (la Alianza), pero esto no tiene por qu¨¦ impedir una pol¨ªtica diferenciada en otros foros (en especial, en la ONU).
Por otra parte, no podemos compartir el discurso de otros partidarios del no en el refer¨¦ndum, cuando descalifican la importancia de los tres condicionantes que propone el Gobierno: no nuclearizaci¨®n del territorio, no integraci¨®n en el mando conjunto, menor presencia de fuerzas norteamericanas. La confirmaci¨®n de Espa?a como territorio libre de armas nucleares no puede sino entenderse como una conquista para la paz, profundamente reivindicada por el pacifismo europeo. La permanencia fuera de la estructura militar integrada, en tanto no hay asignaci¨®n de tropas ni utilizaci¨®n del territorio, permite trabajar -si el Gobierno quiere- por una defensa referida ¨²nicamente a los intereses espa?oles, que nosotros exigimos estrictamente defensiva y de acuerdo a los costes de la crisis econ¨®mica. La reducci¨®n de fuerzas norteamericanas, incluso desde las posiciones del Gobierno, abre la puerta a la presi¨®n social que exige la erradicaci¨®n de las bases.
Es decir, siendo justos, es dif¨ªcil desconocer el car¨¢cter atenuante que tienen los tres condicionantes en cuanto a la permanencia en un bloque militar. Ahora bien, tambi¨¦n ser¨ªa injusto no aclarar que todas las posibilidades mencionadas est¨¢n, a su vez, condicionadas por un asunto crucial: dependen por completo del esfuerzo de voluntad pol¨ªtica que en esa direcci¨®n quiera hacer el Gobierno. Dicho de otra forma, dependen seriamente de las variaciones gubernamentales: 1) de que la derecha no llegue al Gobierno; 2) de que no se produzcan nuevas variaciones en la visi¨®n del Gobierno socialista.
?Consecuencias catastrofistas?
Veamos ahora la situaci¨®n correspondiente a la salida de Espa?a de la OTAN. Para el MPDL, esta es la opci¨®n que m¨¢s favorece el trabajo por la paz, pero ello no debe impedir el examen de sus posibles inconvenientes. Ser¨ªa negar la evidencia no aceptar que a los Gobiernos m¨¢s otanistas de Europa les disgustara que el refer¨¦dum sea negativo. Aunque tampoco hay que desconocer que a muchos europeos (y ciudadanos del hemisferio sur) esta posibilidad les ¨ªnterese bastante.
Pero la cuesti¨®n es que no estamos hablando s¨®lo de sectores de opini¨®n, sino de asuntos tan concretos como, por ejemplo, las transferencias de, tecnolog¨ªa. En t¨¦rminos globales, hay que reconocer algo que dijo el presidente del Gobierno en el debate sobre seguridad: Espa?a est¨¢ eligiendo su permanencia en la OTAN una vez que ya es miembro de las Comunidades Europeas. Pues bien, nadie, ni en Estados Unidos ni en la CEE, est¨¢ m¨ªnimamente interesado en producir dificultades econ¨®micas graves a una porci¨®n tan interesante del Mercado Com¨²n.
Hay personas que creen que el otro gran inconveniente de un refer¨¦ndum negativo es el deterioro de la fuerza electoral socialista. ?Qu¨¦ es lo que dicen todas las encuestas? Incluso en aquellas donde el porcentaje de los noes era m¨¢s alto, el electorado segu¨ªa votando, casi como en 1982, al partido socialista. Parece pues, que el electorado diferencia bastante bien entre un referendum y unas elecciones generales.
La ¨²ltima cuesti¨®n es la situaci¨®n en que queda Espa?a fuera de la OTAN en el plano de las alianzas. ?Es mejor una alianza multilateral que una alianza bilateral con Estados Unidos? Dif¨ªcil elecci¨®n. Lo cierto es que salir de la OTAN y romper con Estados Unidos de una sola atacada, s¨ª apuntar¨ªa a una ruptura brutal de los equilibrios. Y sabemos que esto es un factor objetivo de riesgo para la paz. Pero la opci¨®n consistir¨ªa en mantener la segunda relaci¨®n en una tendencia a la baja. Es perfectamente posible establecer un plazo -que no podr¨ªa ser corto- hasta que Espa?a, con su propia defensa, pudiera contribuir eficazmente a la seguridad europea. E indudablemente, no es lo mismo legitimar la presencia en un bloque militar, mediante un refer¨¦ndum, que mantener una relaci¨®n heredada -con much¨ªsima menos legitimidad- en la perspectiva de la completa autonom¨ªa.
No hay, pues, razones que permitan visiones catastr¨®ficas de la situaci¨®n espa?ola fuera de la OTAN. Cabe ahora preguntarse por el impacto en el escenario europeo.
El primer asunto es saber si esta salida no rompe los equilibrios euroestrat¨¦gicos. Es un hecho reconocido por todos que la verdadera ruptura del equilibrio se produc¨ªa en 1981 con la entrada de Espa?a en un bloque militar, 26 a?os despu¨¦s de que no hubiera entrado ning¨²n nuevo miembro. Por otra parte, desde el momento en que la victoria socialista, con 10 millones de votos, se hac¨ªa con la promesa de hacer el refer¨¦ndum, todos los miembros de ambos bloques entendieron que la pelota segu¨ªa en el tejado. En realidad, si el refer¨¦ndum fuera negativo, 1) se resolver¨ªa definitivamente una duda en Europa, 2) en el sentido de restablecer los equilibrios alterados en 1982. (Por cierto, dos a?os despu¨¦s de que la ONU recomendara que la primera medida para detener la din¨¢mica de bloques era la no ampliaci¨®n de ninguno de ellos).
Para ser m¨¢s europe¨ªsta
Pero el asunto central se refiere a la posibilidad de colaborar en la afirmaci¨®n de una pol¨ªtica de paz y seguridad en Europa. Y en este ¨¢mbito, un s¨®lido argumento es que para fortalecer el polo europeo de la Alianza es imprescindible estar dentro. Algo completamente cierto. Pero la pregunta es si el mejor camino para una pol¨ªtica aut¨®noma de seguridad europea es el fortalecimiento del polo europeo de la Alianza. Y aqu¨ª la respuesta es m¨¢s compleja. Por que es evidente que esa pol¨ªtica se har¨ªa m¨¢s f¨¢cilmente desde las ins tituciones propiamente europeas. Sin embargo, esto no se ha hecho hasta el momento y el Parlamento Europeo tiene pr¨¢cticamente prohibido debatir temas de seguridad. Estamos ante el producto del retraso de la Europa pol¨ªtica. Pero, precisamente, de lo que se trata es de salir de esa situaci¨®n. Y esto no significa desconocer la existencia de la Alianza Atl¨¢ntica. Las discu siones en la Comunidad ser¨ªan irreales s¨ª no partieran de ah¨ª. Pero una cosa es tener en cuenta la OTAN para la defensa europea y otra -muy otra- es carecer de una pol¨ªtica de seguridad propia mente europea independiente de la hegemon¨ªa norteamencana.
Porque es cierto que en pol¨ªtica exterior (elemento fundamental de la seguridad) Europa se ha diferenciado de la Administraci¨®n norteamericana (de forma clara en los conflictos del Mediterr¨¢neo y Oriente Pr-ximo, menos clara en Centroam¨¦rica). Pero el dato es que esa diferenciaci¨®n se ha hecho siempre desde los centros de decisi¨®n de la CEE y nunca desde los de la OTAN. M¨¢s bien al contrario, como afirma una personalidad tan poco sospechosa como Helmut Schmidt, en la Alianza se desarrolla una din¨¢mica grave: la Administraci¨®n estadounidense adopta decisiones comprometedoras para la seguridad europea sin consultar con sus aliados en la OTAN.
Dicho en breve, todo indica que la posibilidad de hacer pol¨ªtica de seguridad europea se encuentra en el seno de las instituciones comunitarias y que lo que hay que hacer es fortalecer sus centros de decisi¨®n. Pues bien, si Espa?a sale de la OTAN y se afirma como miembro europe¨ªsta de la CEE, aumenta objetivamente el perfil de la institucionalidad propiamente europea frente a la atl¨¢ntica. Una forma positiva de abandonar el neutral aislacionismo del pasado.
En conclusi¨®n, el MPDL sugiera la participaci¨®n de los ciudadanos en el refer¨¦ndum, como sano ejercicio de reflexi¨®n sobre los temas de paz y seguridad, y entiende que no se trata de elegir entre una situaci¨®n ideal y otra fatal (o al decir de Jackson, entre el 0 y el 100, sino entre el 40 y el 60). Es en estos t¨¦rminos que el MPDL prefiere la retirada -de Espa?a de la Alianza Atl¨¢ntica (u OTAN) y el desarrollo de una pol¨ªtica de Estado que fortalezca una Europa aut¨®noma y pac¨ªfica.
Ahora bien, si se acepta la legitimidad de la consulta popular, tambi¨¦n deben aceptarse sus resultados. Si ¨¦stos son favorables a la permanencia, el MPDL aceptar¨¢ democr¨¢ticamente esa situaci¨®n y exigir¨¢ que se cumplan los tres condicionantes que aparecen en la pregunta, as¨ª como trabajar¨¢ para usar todas las posibilidades a favor de la paz. En caso contrario, hay que saludar la declaraci¨®n del Gobierno sobre que el refer¨¦ndum es moral y pol¨ªticamente vinculante y que un Vesultado negativo le llevar¨ªa a sacar a Espa?a de la Alianza.
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