Por el contrato matrimonial
Ya lo dec¨ªa Olimpia Gouges en la Revoluci¨®n Francesa, y yo tambi¨¦n estoy por el contrato matrimonial.Bien sabido es que existe un contrato t¨¢cito refrendado socialmente, por el cual, despu¨¦s del s¨ª ante la Iglesia, o la firma en el Registro Civil, la mujer se compromete ingenuamente a una carga de servidumbre, no nueva, pero esta vez m¨¢s coactiva, que depende en este caso de la relaci¨®n de poder que existe individual socialmente entre ambos sexos.
En la sociedad patriarcal, el poder del hombre permeabiliza tambi¨¦n las relaciones personales, y en el caso de este contrato se decanta, cultural, social y econ¨®micamente, la explotaci¨®n de la mujer al servicio de la hegemon¨ªa y poder masculino.
Las mujeres no tenemos socialmente capacidad contractual efectiva (no hablo en t¨¦rminos jur¨ªdicos), m¨¢xime en estos casos, a pesar de que civil y pol¨ªticamente nos est¨¢n reconocidos los derechos (Constituci¨®n, Declaraci¨®n de los Derechos Humanos, Declaraci¨®n de los Derechos de la Mujer).
Profundicemos estas conquistas y vayamos hacia algo que luego se puede convertir en un pacto social y pol¨ªtico entre hombre y mujer cuando nuestras capacidades y disponibilidades de pacto sean igualitarias, equilibradas y libres. Vayamos, pues, por los contratos matrimoniales, realizados por parejas, revisables, con procurador, y con todas sus cl¨¢usulas espec¨ªficas de reparto o no reparto de trabajo dom¨¦stico, respeto o no respeto mutuo, n¨²mero de hijos, explicitaci¨®n de bienes, tutela de hijos, trabajo exterior, d¨¦bitos y relaciones sexuales, afrentas, etc¨¦tera.
Lanzo mis sugerencias a las mujeres, y sobre todo a las abogadas: elaborad modelos y cread las bases de nuestra seguridad.-
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