Apelaci¨®n a la sensatez
El autor del art¨ªculo, despu¨¦s de exponer las razones para el voto afirmativo en el refer¨¦ndum, basadas en el realismo pol¨ªtico, y las razones del negativo, basadas en una vocaci¨®n ut¨®pica analiza y desmonta uno a uno varios de los argumentos utilizados por los partidarios de la abstenci¨®n.
En la inmensa confusi¨®n creada, de una parte, por la conversi¨®n tard¨ªa del Gobierno socialista al otanismo, y de otra, por las contra dicciones de una oposici¨®n que siempre se hab¨ªa manifestado favorable a la OTAN, pero que, al convocarse el refer¨¦ndum, preconiza el abstencionismo -e incluso insin¨²a su proclividad al no ("se lo pide el cuerpo")- ,s¨®lo cabe descansar en la idea de que la ¨²ltima palabra la tiene el ciudadano medio. Porque hasta ahora, y desde que se inici¨® la definitiva v¨ªa democr¨¢tica en nuestro pa¨ªs, la pauta de sensatez ha venido d¨¢ndola la ciudadan¨ªa: acudiendo al refer¨¦ndum que inici¨® la descongelaci¨®n de la "Espa?a cautiva", cuando las izquierdas de la entonces llamada platajunta aconsejaban la abstenci¨®n; votando despu¨¦s soluciones de centro que permitieron una transici¨®n consensuada y sin revanchismos; dando paso al socialismo democr¨¢tico cuando el centro dej¨® de tener sentido. Pero hay que reconocer que esta vez las cosas se le ponen dif¨ªciles al que no est¨¦ encasillado ya tras un eslogan que le libere de discurrir. Quiz¨¢ no huelgue, pues, intentar una clarificaci¨®n sin pretensiones, brindada al hombre libre y de buena fe: esto es, al aut¨¦ntico ciudadano.Se puede estar, leg¨ªtimamente, con el s¨ª o con el no. Renunciando, por supuesto, a confundir una u otra opci¨®n con el pacifismo "en exclusiva": tanto los del s¨ª como los del no son pacifistas por caminos diferentes. Presentar como belicistas a los socialdem¨®cratas es un disparate sin pies ni cabeza.
A favor del s¨ª jugar¨ªan las siguientes razones:
1. Hemos entrado, por fin, en la Comunidad Econ¨®mica Europea. Estar con los pa¨ªses que la integran y negarse a contribuir a su defensa es, en primer lugar, un contrasentido, y en segundo, una insolidaridad ego¨ªsta de corto alcance, que podr¨ªa asemejarse a un suicidio.
2. Cuanto contribuya a consolidar y robustecer el sistema defensivo europeo puede significar, a largo plazo, una emancipaci¨®n con respecto al actual valedor norteamericano. Por el contrario, negarse a ese esfuerzo de seguridad com¨²n no nos reportar¨ªa -aislados- una escapatoria de Estados Unidos, sino una mayor dependencia de su famosa sombrilla.
3. Renunciar a nuestra presencia en la OTAN es liquidar, de manera quiz¨¢ irreparable, la ¨²ltima ocasi¨®n hist¨®rica que a Espa?a se ofrece de tener una proyecci¨®n internacional, una verdadera pol¨ªtica exterior. Al cabo de tantas cr¨ªticas adversas al aislacionismo preconizado en otras ¨¦pocas del pasado espa?ol -aislacionismo juzgado como fallo imperdonable de las viejas -oligarqu¨ªas, vinculadas, a C¨¢novas del Castillo- no parece muy consecuente volver a las andadas, cuando la decisi¨®n est¨¢ en manos de todos.
Razones para el no podr¨ªan ser, a su vez, las siguientes:
1. La creencia -basada en una hermosa utop¨ªa- de que Espa?a puede vivir exenta, sin integrarse en la OTAN y sin pactos bilaterales; como una especie de isla de paz ang¨¦lica que a posibles agresiones responda presentando la otra mejilla (lo que m¨¢s o menos significar¨ªa sustituir tensi¨®n por cooperaci¨®n en delterminados conflictos diplom¨¢ticos previsibles).
2. La fidelidad a un primitivo programa identificado con el PSOE, y al que ¨¦ste ha renunciado demasiado tard¨ªamente. (?Se equivoc¨® antes? ?Se ha equivocado despu¨¦s?)
3. La franca preferencia por el Pacto de Varsovia como alterna tiva a la OTAN: en muchos comunistas conscientes, tal es la aspiraci¨®n in p¨¦ctore, aunque convenga enmascararla con el famoso neutralismo.
Son las tres razones para el s¨ª, y las tres razones para el no, argumentos firmes esgrimidos ante el ciudadano. Los del s¨ª parecen m¨¢s afirmados en el suelo material que todos pisamos. Los del no se definen mucho m¨¢s claramente en la vocaci¨®n ut¨®pica; pero es sabido que las utop¨ªas han movido monta?as.
Ahora bien, ?qu¨¦ significa el tercer camino, el de la abstenci¨®n? Por lo pronto, un supuesto inexacto: que "el refer¨¦ndum afecta s¨®lo al PSOE". Manuel Fraga lo ha ex presado de forma muy gr¨¢fica: "Si a un se?or se le ocurre jugar a la ruleta rusa, y aunque se le trate de disuadir por todos los medios -se obstina en ello, no cabe m¨¢s que dejarle hacer y lavarse las manos". Pero tal s¨ªmil es inaceptable por dos razones muy sencillas. En primer lugar, porque en este caso el fallo de la ruleta rusa no afectar¨ªa solamente a "aquel se?or obcecado", sino a toda la concurrencia -es decir, no s¨®lo al PSOE, sino a todos los espa?oles-. Y en segundo lugar -y sobre todo-, porque la irracionalidad o la demencia de la ruleta rusa no tiene nada que ver con la apelaci¨®n, perfectamente racional y cuerda, al refer¨¦ndum acerca de cuesti¨®n tan fundamental para el presente y el futuro de Espa?a. Acaba de decirlo una gran autoridad en derecho pol¨ªtico, que por lo dem¨¢s no est¨¢ vinculado a ning¨²n partido concreto -Carlos Ollero-; "Se ha dicho y repetido que cuando existe acuerdo parlamentario, en una cuesti¨®n, constituye un menosprecio, innecesario a la representaci¨®n popular convocar consulta directa sobre el mismo tema. Entiendo que tal postura no tiene justificaci¨®n doctrinal ni constitucional... Impugnar en general y por principio el refer¨¦ndum bas¨¢ndose en la soberan¨ªa parlamentaria responde a concepciones anacr¨®nicas y superadas hace m¨¢s de 70 a?os...". Por otra parte, sigue diciendo Ollero, puede haber razones respetables para considerar improcedente un refer¨¦ndum, pero... entre ellas es dif¨ªcil admitir la basada en que por la trascendencia y complejidad del asunto que se consulta es inapropiado que el pueblo se pronuncie, por carecer de nivel suficiente de conocimiento para ello. Es un argumento m¨¢s que dudoso desde la ¨®ptica aut¨¦nticamente democr¨¢tical, y muy pr¨®ximo a la del despotismo ilustrado".
Promesas
Imagino, a mi vez, las vociferaciones y sarcasmos de los abstencionistas en el caso de que el refer¨¦ndum no se hubiera convocado. Se ha repetido demasiadas veces -y poca con raz¨®n- que Felipe Gonz¨¢lez no cumpl¨ªa sus promesas. (Prometer 800.000 puestos de trabajo es prometer un esfuerzo por conseguirlo, que puede fracasar; prometer la convocatoria de un refer¨¦ndum es cosa muy distinta, realizable e ineludible cuando el l¨ªder del PSOE ha cambiado sus puntos de vista respecto a la OTAN.)Y aqu¨ª entra la clave de esa inconcebible postura abstencionista de Alianza Popular: su convicci¨®n -gratuita- de que, "a pesar de todo, vamos a permanecer en la OTAN". Yo no estar¨ªa tan seguro de ello como parece estarIo Fraga, y su compa?ero de viaje ?scar Alzaga, sin duda porque mira con mayor inquietud que aqu¨¦l lo que puede ocurrir si el refer¨¦ndum da un resultado negativo, ha tratado de tranquilizar su -conciencia sac¨¢ndose del bolsillo la peregrina teor¨ªa (jur¨ªdicamente insostenible) de que las abstenciones deber¨ªan ser computadas como s¨ªes. Es evidente que Fraga lo supedita todo a un triutifo p¨ªrrico en su pugna de partido, pese al riesgo propio -que se esfuerza en no ver-. La actitud de Fraga y sus seguidores me recuerda mucho, la de aquellos inefables mon¨¢rquicos de 1931, que por resentimiento hacia el rey votaron a favor de la Rep¨²blica, convencidos de que s¨®lo se trataba de "dar una lecci¨®n" a don Alfonso, y se encontraron con que ¨¦ste, mucho m¨¢s dem¨®crata que ellos, se atuvo al resultado aut¨¦ntico de las elecciones del 12 de abril, pese a tener a mano una f¨¢cil interpretaci¨®n del sufragio, que le brindaba la aparente mayor¨ªa monarquica. (Luego vino el llanto y el crujir de dientes, y al final, la elecci¨®n del camino m¨¢s antidemocr¨¢tico posible para cargarse la Rep¨²blica que ellos hab¨ªan contribuido a traer.)
Y todav¨ªa queda la posici¨®n, m¨¢s cauta pero tambi¨¦n m¨¢s c¨ªnica, de los sutiles l¨ªderes de Convergencia -sustancia del reformismo nonato-. M¨¢s cauta porque recomiendan el s¨ª. M¨¢s c¨ªnica porque, al mismo tiempo, sostienen -lo ha hecho Pujol, lo ha repetido Roca- que, pase lo que pase, Felipe Gonz¨¢lez "no nos sacar¨¢ de la OTAN". Tendr¨ªan que explicarnos ambos se?ores el porqu¨¦ de esta convicci¨®n, pues, desde luego, no es de recibo el argumento -simplemente encaminado a ofender al presidente- de que ¨¦ste ha hecho siempre lo contrario de lo que hab¨ªa dicho que iba a hacer.
He tratado de exponer con ingenua claridad lo que me revela el cuadro de confusiones -y de prisiones- en medio del cual habr¨¢ de moverse, a la hora de la verdad, la sensatez hasta ahora demostrada por el ciudadano medio. Mi confianza s¨®lo puede estar en la decisi¨®n que aqu¨¦l tome. Vox p¨®puli, vox Dei.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.