Proclamas
La nueva moda de vestir se presenta con el nombre de hiperconformismo. Posee un manifiesto en¨¦rgico. Ha terminado, en su alegato, el relativo pudor a ser circunspecto y reaccionario. Su postulado es lo duro y puro, estrecho y firmemente construido. La falda va hasta el linde de la r¨®tula, de manera que la extremidad recupera su rigor. Una cosa es el muslo muslo y otra la pierna propiamente dicha. La cintura es tambi¨¦n de nuevo la cintura, circundida y marcada. Y la espalda tiene espina dorsal. La ropa se cierne sobre el cuerpo y no divaga, como en la ¨²ltima ¨¦poca, por los vac¨ªos poblados de ideas blandas. Toda la desgana que evocaba el tejido anchuroso y desestructurado anterior, como si el mundo se hubiera desinflado, se transmuta hoy en una disciplina del s¨ª y el no. El se?or y la se?ora. El rico y el pobre estrictos. El Occidente erecto y la horizontal del Tercer Mundo.La moda parece voluble, pero no es ni mucho menos caprichosa. En su retaguardia se esconden geoestrategas y tratadistas, expertos en flujos financieros y soci¨®logos diplomados en la John Hopkins. Sin necesidad de consultar gruesos vol¨²menes, la gente puede conocer, mirando y palpando los muestrarios de temporada, la nueva paridad de las monedas, la situaci¨®n en las relaciones de intercambio Norte-Sur, la evoluci¨®n del mercado de materias primas en Seattle y el estado de las negociaciones en la conferencia de Ginebra. De paso tambi¨¦n puede aprender la manera de conducirse en p¨²blico y no parecer indiferente a estas circunstancias. El vestido, perdida su ingenuidad artesanal, es una s¨ªntesis de la visi¨®n del mundo, una experta y elaborada met¨¢fora sobre la coyuntura. De este modo los pases de modelos han dejado de ser un entretenimiento para convertirse en una cosmogon¨ªa. No hay m¨¢s que leer los folletos de mano que reparte el dise?ador. La justificaci¨®n de hechuras y textiles alcanza la misma conceptualizaci¨®n que los grandes textos ideol¨®gicos de la historia pol¨ªtica. El podio, la tribuna y el aula han dejado su lugar a la pasarela; la revoluci¨®n a la colecci¨®n; el mitin al pase; el siglo a la temporada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.