Asilo
Francia no puede sacarse de encima a Duvalier j¨²nior, y Estados Unidos, de momento, mantiene a la familia Marcos en su isla de Ellis, del Pac¨ªfico, esas islas de relax y masaje que se llaman Hawai, que forman parte del Estado desde un punto de vista administrativo, pero que interpretan el himno nacional al son del ukelele. Pr¨®ximamente, espero, est¨¢ cantado el exilio de Pinochet, cuando los militares que le secundan descubran que Pinochet, exiliado, es un chivo expiatorio que lavar¨¢ las culpas de todos los matarifes de la represi¨®n chilena. Entonces volver¨¢ a plantearse el problema de a d¨®nde enviar otro dictador ensangrentado.Sin el menor acento c¨ªnico, y desde la m¨¢s enfriada de las pasiones democr¨¢ticas, propongo que Espa?a siente cartel internacional de patria de los exiliados indeseables, siempre y cuando tengan los ri?ones bien cubiertos. Se les busca una costa espa?ola sin urbanizar y a urbanizarla y blanquear el dinero sangriento durante el tiempo que Dios les d¨¦ en este mundo. Otras costas espa?olas se han urbanizado con dinero menos ensangrentado y, adem¨¢s, el plasma sangu¨ªneo era de rigurosa procedencia nacional.
Que vengan, pues, los Duvalier, los Marcos, los Pinochet. Aqu¨ª est¨¢ garantizado el sol durante 300 -d¨ªas al a?o y Espa?a est¨¢ muy lejos de Filipinas, Chile o Hait¨ª como para que estos ex centinelas de Occidente puedan desestabilizar los posibles procesos democr¨¢ticos iniciados o iniciables en sus respectivos pa¨ªses. Los beneficios dejados por esa gentuza podr¨ªan destinarse a financiar la ayuda a los exiliados decentes, a los fugitivos del terror generado por los Duvalier, Marcos y Pinochet que contin¨²an en ejercicio. Adem¨¢s, los dictadores asilados aportar¨ªan sus respectivas cortes y se renovar¨ªan los personajes de las revistas del coraz¨®n, al tiempo que la jet society de plantilla podr¨ªa enriquecer sus contactos y establecerse parentescos emocionales sumamente excitantes. Imaginen lo que podr¨ªa presumirse detr¨¢s de este titular de portada: Imelda de clara: Jean Claude y yo s¨®lo somos buenos amigos. O bien: Exclusiva. Memorias de Pinochet: Me perdi¨® la moderaci¨®n.
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