La neutralidad si es posible
El presidente del Gobierno ha manifestado reiteradamente en sus intervenciones de Prensa, radio y televisi¨®n que Espa?a no puede ser un pa¨ªs neutral, que la neutralidad en nuestro caso es imposible. Pero la realidad es bien distinta: en ning¨²n momento se ha intentado elaborar una pol¨ªtica de neutralidad, y precisamente porque no se intenta, se presenta como algo imposible. Es una actitud ¨¦sta de Felipe Gonz¨¢lez que ya evocaba, en los primeros a?os de nuestra era, el gran cordob¨¦s Lucio Anneo S¨¦neca: "No nos falta valor para emprender ciertas cosas", dec¨ªa, "porque sean dif¨ªciles, sino que se hacen dif¨ªciles porque nos falta valor para emprenderlas".En la hora presente, el pensamiento de la c¨²spide atlantista del PSOE se ha convertido en una explicaci¨®n roma y alicorta de sus equivocaciones y rectificaciones por el salto que supone haber preconizado en otro tiempo la no permanencia a la OTAN y considerar hoy la Alianza Atl¨¢ntica como ¨²nica opci¨®n medular de la pol¨ªtica exterior y de defensa de Espa?a. La neutralidad la relegan a una imposibilidad metaf¨ªsica, sin perjuicio de que a veces, cada vez menos, la evoquen con una falsa nostalgia.
Pero la neutralidad s¨ª es posible. Para empezar, as¨ª lo demuestra la existencia de esa amplia diversidad de pa¨ªses europeos neutrales, cada uno con sus particularidades -Austria, Finlandia, Irlanda, Malta, Suecia, Suiza y Yugoslavia-, sin que necesariamente tenga que haber un status expreso de reconocimiento internacional. Incluso en nuestros ant¨ªpodas se inicia una senda de neutralidad en pa¨ªses socialmente tan avanzados como Australia y Nueva Zelanda, que han decidido rechazar la presencia en sus puertos de cualquier clase de buques de la Marina de guerra de EE UU que puedan representar peligros para su poblaci¨®n, marcando as¨ª, sin mayores problemas, lo que parece que va a ser una erosi¨®n irreversible del bloque militar -quiz¨¢ m¨¢s suave, pero no menos efectiva- que hasta ahora era el ANZUS.
Con todas sus miserias, y tambi¨¦n con alguna grandeza (especialmente en la I Guerra Mundial), en Espa?a hay una tradici¨®n de neutralidad, que se rompi¨® bruscamente con los pactos hispano-norteamericanos de 1953, por los que Franco, a cambio del paraguas diplom¨¢tico y econ¨®mico para su dictadura, cedi¨® de hecho la soberan¨ªa espa?ola en cuatro bases militares y otros establecimientos, que desde entonces detenta EE UU. Y esa ruptura de una neutralidad hist¨®rica, impuesta por un poder autoritario, es la que Felipe Gonz¨¢lez invoca ahora como antecedente de "la contribuci¨®n de Espa?a a la defensa occidental". No podemos por menos de expresar nuestra perplejidad por lo que tales fundamentaciones suponen de identificaci¨®n del actual Gobierno con lo que fue una imposici¨®n de la dictadura de Franco; por lo dem¨¢s, sin que la superpotencia hegem¨®nica de la OTAN (EE UU) dudara ni por un instante en ayudar al dictador a prolongar su autocracia por 22 a?os m¨¢s, hasta el mismo d¨ªa de su muerte.
Discurso incompleto
Por otra parte, el presidente del Gobierno est¨¢ haciendo un discurso voluntariamente incompleto cuando dice que saliendo de la OTAN aumentar¨ªa nuestra dependencia respecto de EE UU. Y decimos incompleto porque la inmensa mayor¨ªa de los partidarios de la senda de la neutralidad estimamos que siendo su primer paso el abandono de la Alianza Atl¨¢ntica, el segundo lo ser¨¢ la denuncia del convenio de 2 de julio de 1982 con EE UU, que hasta ahora permite la continuidad de la presencia militar norteamericana en Espa?a. Concretamente, en el art¨ªculo 6 de ese texto se establecen las f¨®rmulas para terminar con la ligaz¨®n de dependencia de Espa?a a Washington, con la previsi¨®n, en el punto 6.5, de que habr¨¢ un "plazo de un a?o, a partir de la fecha en que dicha terminaci¨®n surta efecto, para que los Estados Unidos de Am¨¦rica retiren su personal y sus propiedades muebles situados en Espa?a". As¨ª pues, haciendo uso de un instrumento de derecho internacional, cabe poner fin, amistosamente, a la existencia de esos enclaves militares ajenos en nuestro suelo (Torrej¨®n, Zaragoza, Mor¨®n y Rota), que significan amenazas importantes y riesgos absolutamente evitables en la din¨¢mica de bloques. Otra cosa es que se considere que el convenio de 1982 con EE UU significa la consolidaci¨®n del dominio norteamericano sobre Espa?a. De prosperar esa filosof¨ªa, que la c¨²spide atlantista est¨¢ haciendo cundir ahora con falacias y amenazas, todo el Estado espa?ol se convertir¨ªa en un protectorado a trav¨¦s de una especie de nuevo Tratado de Utrecht autoconsentido.El tercer paso para lograr la neutralidad de Espa?a consistir¨ªa en alejar definitivamente el peligro de cualquier confrontaci¨®n b¨¦lica de Espa?a con el norte de ?frica. En contra de la t¨®nica oficial, que se manifiesta con el c¨¦lebre eje estrat¨¦gico Baleares-Gibraltar-Canarias, definitorio de un ¨¢rea al Sur que no se vacila en denominar zona de cooperaci¨®n". Trastocar esa ¨¢rea de conflicto en ¨¢rea de cooperaci¨®n es algo perfectamente posible, en especial desde que, el 1 de enero de 1986, Espa?a es Estado miembro de pleno derecho de las Comunidades Europeas, que desde 1976 tienen tratados de cooperaci¨®n muy amplios que convierten en socios comunitarios a Marruecos, Argelia y T¨²nez; tratados que Espa?a habr¨¢ de asumir en breve plazo.
Resulta absurda tanta ley de extranjer¨ªa, tanto patrioterismo sobre Ceuta y Melilla, en vez de plantear una soluci¨®n constitucional para ambas ciudades. ?sa ser¨ªa tambi¨¦n la forma de caminar hacia una cooperaci¨®n fruct¨ªfera con los tres pa¨ªses del Magreb, que en la actualidad bordean los 50 millones de habitantes y que a principios del siglo que viene, por su pujante demograf¨ªa, llegar¨¢n a 100 millones. En menos de una generaci¨®n habr¨¢ de realizarse un esfuerzo ingente de infraestructuras de transporte, de desarrollo agrario, de avance industrial, etc¨¦tera. Para todo lo cual, Espa?a ser¨ªa un socio geogr¨¢ficamente privilegiado, en beneficio mutuo a ambas partes de un estrecho de Gibraltar para el que ya se est¨¢ pensando en un enlace fijo.
Y, por ¨²ltimo, est¨¢ precisamente el tema de Gibraltar. Nadie duda de que todos los espa?oles queremos recuperar la soberan¨ªa del Pe?¨®n. Pero ser¨ªa bien triste que se alcanzara una fantasmag¨®rica cosoberan¨ªa hispano-brit¨¢nica a cambio de aceptar la plena nuclearizaci¨®n atlantista de Gibraltar, generando as¨ª, en el sur de Espa?a, un nuevo foco de vastos problemas en un Mediterr¨¢neo ya hoy bastante complicado. La ¨²nica salida razonable para el problema de Gibraltar, a plazo medio, consiste en trabajar seriamente por la desnuclearizaci¨®n de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica; lograr una declaraci¨®n conjunta de Espa?a y Portugal, que cubra tambi¨¦n a Gibraltar, y que aleje el peligro nuclear de dos pa¨ªses que en su conjunto continental abarcan 584.000 kil¨®metros cuadrados y 48 millones de habitantes. Un trabajo tenaz en ese sentido acabar¨ªa por dar sus frutos, sin perjuicios, sino todo lo contrario, para los 25.000 llanitos que viven sobre los seis kil¨®metros cuadrados del Pe?¨®n.
Opciones
En definitiva, la neutralidad es posible... si se intenta; si se trabaja esforzadamente por ella y se convierte en una apuesta con vistas al futuro; sin aislacionismos, porque ya estamos en las Comunidades Europeas y nadie va a pretender echarnos de ellas; sin desligarnos de los muchos problemas que exige la solidaridad en un mundo, cada vez m¨¢s peque?o y m¨¢s in¨ªerconectado. ?sa es la opci¨®n de amplio horizonte, y no de estrecho pesimismo, de quienes pensamos votar no en el refer¨¦ndum.Nuestras aspiraciones no van a cesar, pues, en pedir la salida de la OTAN. Vamos a continuar con tenacidad en nuestro prop¨®sito de poner fin a la presencia militar norteamericana; sin ning¨²n antiamericanismo, sino, por el contrario, para tener una relaci¨®n de amistad, y no de dependencia, con EE UU. Como vamos a proseguir en las ideas de la desnuclearizaci¨®n de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y de la m¨¢s estrecha cooperaci¨®n con nuestros vecinos del Sur. ?sa es la senda de la neutralidad, que es posible, que no es tan dif¨ªcil... si realmente nos la proponemos.
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