Anti
Las razones son bioqu¨ªmicamente antag¨®nicas y las pasiones echan chispas, pero hay algo que une las dos posturas duelistas: el antiamericanismo. Advierten los unos que si triunfa el s¨ª acabaremos definitivamente en brazos de Estados Unidos por culpa del irrompible pacto bilateral, y aseguran los del no que el voto afirmativo convertir¨¢ a Espa?a en una mezcla de portaviones de la VI Flota y de Puerto Rico. Los socialistas meten miedo en el cuerpo electoral con el peligro de una dependencia militar estadounidense, y los otros convencen, y por lo visto vencen, con el fantasma del norteamericanismo que implica la OTAN. El resultado es la implosi¨®n en este pa¨ªs de una yanquifobia visceral que no recuerdan los m¨¢s viejos del lugar. Mejor dicho, que ¨²nicamente recuerda a aquella rusofobia que fue la gran ideolog¨ªa de la cuarentena.Despu¨¦s de habernos pasado una vida con la gaita del anticomunismo primario, como entonces denunci¨¢bamos y pronunci¨¢bamos todos los abajo firmantes (?te acuerdas, Manolo?), resulta que hemos pasado sin transici¨®n a un antiamericanismo primario de an¨¢loga raza argumentadora y que ni siquiera los m¨¢s imperturbables partidarios de la papeleta afirmativa se atreven a exculpar. No discutir¨¦ ahora si este giro copernicano en Ja xenofobia nacional forma parte del t¨ªpico movimiento pendular de la historia o tal simetr¨ªa bilateral es una burda e il¨ªcita comparaci¨®n, aunque ¨¦sa es la discusi¨®n que ocupa a toda la izquierda europea. ?nicamente observo el surgir de un agudo sentimiento antiamericano que es producto, a partes iguales, de esas dos grandes se?alizaciones que nos conminan a circular en uno u otro sentido por el actual laberinto espa?ol. Y compruebo, de nuevo, el renacer de la conocida enfermedad senil de este pa¨ªs: siempre afirmamos nuestra identidad nacional por negaci¨®n del otro. Nuestra originalidad no consiste en ser originales, sino en oponernos con ciega pasi¨®n a algo o a alguien. Fuimos los campeones del antisovietismo racial y ahora estamos dando lecciones al mundo, sobre todo al Tercer Mundo, de antiamericanismo primario. Despu¨¦s del fantasma de Stalin, el de Sylvester Stallone.
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