Estalla la crisis en el principal partido de la derecha israel¨ª
El Congreso del Herut, el partido del ex primer ministro de Israel, Men¨¢jem Beguin, estall¨® el jueves al alba, como conviene a todo desenlace dram¨¢tico. Los aproximadamente 2.000 delegados se dispersaron descorazonados, amargados, sin haber elegido un nuevo comit¨¦ central, sin haber confirmado el liderazgo de Isaac Shamir (actual ministro de Asuntos Exteriores) ni designado un nuevo jefe. Durante los tres d¨ªas que dur¨® el congreso no hubo otro tema que la lucha por el poder. Ni una palabra sobre pol¨ªtica, ni una menci¨®n a la ideolog¨ªa. Una tras otra, se sucedieron las pruebas de fuerza.
Nadie abord¨® los problemas vitales que afronta Israel ni las respuestas de soluci¨®n que propone el Herut, principal grupo de la coalici¨®n derechista Likud, que actualmente integra con los laboristas de Sim¨®n Peres un Gobierno de unidad nacional. "Comenzamos el congreso sin cabeza", afirm¨® un delegado de Haifa, un abogado de 40 a?os, aludiendo a la ausencia de Beguin, retirado de la pol¨ªtica activa. "Nos hemos convertido en un partido sin ideas", concluy¨®.En la larga noche del mi¨¦rcoles al jueves, los jefes del partido se acusaron de destruir el Herut de Beguin. Los dos bandos -en los que la alianza entre Shamir y el ex ministro de Defensa, Moshe Arens, da la cara al t¨¢ndem formado por el viceprimer ministro David Levy y el ministro de Comercio e Industria, Ariel Sharon- se enfrentaron como rivales, luego como adversarios y finalmente como enemigos.
"Shamir nos ha calificado de delincuentes, y su aliado, el profesor Arens, nos trata de mafia. Eso es algo que no olvidaremos", dice Levy. La sala vocifera: "Arens, vuelve a la universidad. Fuera el profesor. Shamir, a casa". Este eslogan se convierte en letan¨ªa, repetido por los j¨®venes seguidores de Levy, que vuelven sus ojos torvos y sus pu?os cerrados hacia Shamir.
"Por qu¨¦ esas miradas de odio? ?Por qu¨¦? Ni siquiera el porpio Beguin habr¨ªa podido dominar esta sed incontrolada de poder a todo precio", clama el ministro de Asuntos Exteriores, jefe nominal del Herut, llamado a suceder a Sim¨®n Peres al frente del Gobierno en octubre de 1986.
Verg¨¹enza en el congreso
Aqu¨ª y all¨¢, ignorando al orador que se desga?ita, surgen peleas en la sala. "Me da verg¨¹enza", dice el ministro Moshe Katzav, elegido presidente del congreso en calidad de hombre de Shamir. "Siento verg¨¹enza de tener que abrirme camino, despavorido, para poder llegar sano y salvo hasta la tribuna, a trav¨¦s de una muchedumbre hostil que me insulta, protegido por cuatro guardias de seguridad que deben protegerme de mis camaradas de partido". La masa grita, delira, zarandea a Shamir."Nos estamos suicidando ante los ojos del pueblo. Deteneos. Volved en raz¨®n", pide, suplica Shamir. En vano. Como en una tragedia griega, los personajes no pueden desviarse del camino trazado y siguen jugando hasta el final su papel autodestructor. De madrugada, la sesi¨®n se levanta con desorden, entre los abucheos de unos y los aplausos de otros.
Por el momento, pues, hay dos heruts separados por un abismo de desconfianzas, de frustraciones y de c¨®leras. De un lado, est¨¢n los veteranos del partido dirigidos por Shamir, el hombre que fue designado por Men¨¢jem Beguin como su sucesor en un telegrama dirigido al congreso. En su mayor¨ªa, son jud¨ªos askenaz¨ªes, de origen europeo. De otro, las nuevas generaciones, esencialmente sefard¨ªes, originarios de pa¨ªses ¨¢rabes, nacidos de padres llegados de Marruecos, de Yemen, de Irak, que no se reconocen m¨¢s que en David Levy, impulsados por los j¨®venes lobos del halc¨®n Ariel Sharon.
El Herut ha sufrido una transformaci¨®n profunda. Surgido como partido nacionalista, modelado sobre el patriotismo de un Garibaldi o de un Pilsudski (el general que liber¨® a Polonia del yugo ruso en 1918), se ha convertido en un partido popular, populista, m¨¢s animado por el deseo de revancha contra los se?ores askenaz¨ªes de Israel que por una ideolog¨ªa concreta.
Es probable que los dos campos lleguen a un compromiso inestable, a fin de no poner en peligro su participaci¨®n en el Gobierno y la sucesi¨®n de Sim¨®n Peres. Pero la lucha por el poder seguir¨¢, y todos prev¨¦n que, de aqu¨ª a dos o tres a?os, Shamir tendr¨¢ que ceder su puesto a Levy. A no ser que Sharon se quede con la mejor parte.
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