La 'cohabitaci¨®n', una nueva f¨®rmula de alternancia en el poder
FELICIANO FIDALGO ENVIADO ESPECIAL, Ha llegado la hora de la cohabitaci¨®n en Francia; esto es, la oposici¨®n conservadora liberal y la izquierda tendr¨¢n que entenderse para gobernar conjuntamente en beneficio de los intereses de la sociedad. No hace muchos a?os, aventurar tan s¨®lo una eventualidad semejante hubiese rozado la injuria imperdonable. En 1986, cuando la civilizaci¨®n de la comunicaci¨®n impone a los pa¨ªses ricos, si quieren seguir si¨¦ndolo, la ley del saber y la de la competitividad, las querellas ideol¨®gicas, que fueran pasto suculento de la historia de Francia, han recibido los ¨²ltimos auxilios espirituales.
La ca¨ªda, del Partido Comunista Franc¨¦s (PCF) y la modernizaci¨®n del pa¨ªs, sobre el terreno, son las que han hecho inexorable la posibilidad de un entendimiento m¨ªnimo entre las dos fuerzas pol¨ªticas que representan a la inmensa mayor¨ªa del pa¨ªs. Y pobre del que provoque una crisis constitucional in¨²til.No pod¨ªa ser menos en un pa¨ªs donde ya casi se han escrito 900 libros sobre De Gaulle, m¨¢s de 200 a prop¨®sito de las legendarias barricadas de mayo de 1968 y otros tantos, en el ¨²ltimo a?o destinados a impregnar los entresijos de los franceses con la savia de estas elecciones generales hist¨®ricas, que deber¨ªan obligar a la primera cohabitaci¨®n de la V Rep¨²blica.
El escrutinio de ayer no fue m¨¢s que el inicio de la campa?a de las presidenciales, previstas oficialmente para 1988. No pod¨ªa ser de otra manera en un pa¨ªs en el que comer, beber y hacer el amor y la pol¨ªtica son tan literarios. Hasta el punto de que sobre la cohabitaci¨®n se han desenterrado textos del siglo VIII, como aquel en que un fil¨®sofo le dice a un rey: "Sab¨¦is muy bien que la cohabitaci¨®n de un le¨®n, un perro, una serpiente y un toro, con vistas a una vida agradable en la misma patria y a conducir una actividad floreciente, es una ilusi¨®n intelectual"".
La historia de la cohabitaci¨®n en Francia, desde la Revoluci¨®n Francesa, por no ir m¨¢s lejos, ha sido una fantasmagor¨ªa. Cuando no fue una guerra. cruenta, fue una guerra civil fr¨ªa, sin duelo. Las luchas sociales del siglo pasado reactivaron a muerte las dos culturas que han dominado el pa¨ªs: la de derechas y la de izquierdas. En 1920, en la ciudad de Tours, cuando el socialismo se escindi¨® en dos para alumbrar el Partido Comunista Franc¨¦s, la guerra civil fr¨ªa abri¨® el fuego entre los dos bandos, y podr¨ªa decirse que hasta hoy no se han rendido las armas.
El fin de una maldici¨®n
Los grandes acontecimientos mundiales son los que, en ocasiones, han forzado pactos o treguas. El final de la II Guerra Mundial uni¨® a todo el pa¨ªs, incluidos los comunistas, en tomo al general De Gaulle, para la recuperaci¨®n de la grandeur de la Francia eterna. Pero el idilio no dur¨®. Con la IV Rep¨²blica, el juego de los eternos buenos y malos llev¨® al pa¨ªs al borde del precipicio en los momentos m¨¢s dram¨¢ticos de la descolonizaci¨®n, hasta que, en 1958, otra vez De Gaulle fue llamado a la jefatura del Estado, desde donde pudo hacerse una Constituci¨®n a la medida de sus deseos,
Las izquierdas representadas por el partido socialista llevan cinco a?os en el poder, y eso hay que interpretarlo como el principio del fin de una maldici¨®n: la guerra fr¨ªa entre la derecha y la izquierda que ha vertebrado la historia de Francia.
Hoy, todos reconocen que dos hombres han simbolizado la batalla que erosion¨® poco a poco la existencia dominante (que no mayoritaria) del partido comunista: De Gaulle, luchando contra ¨¦l, y Mitterrand, ali¨¢ndose al PCF para mejor reducirlo a un testimonio.
La desaparici¨®n de este obst¨¢culo se ha conjugado con otro fen¨®meno de car¨¢cter mundial, tambi¨¦n amortiguador de la agresividad de la vida pol¨ªtica: la crisis econ¨®mica de 1973 y la entrada en la civilizaci¨®n inform¨¢tico-comunicacionista, que en Francia, como en los dem¨¢s pa¨ªses avanzados, ha roto todos los esquemas tradicionales. Esta ruptura con la guerra civil ideol¨®gica ha dado vida en Francia, al amparo de las nuevas t¨¦cnicas, a una generaci¨®n de cerebros que preparan el a?o 2000: los ma?tre ¨¤ penser ya no son los Sartre y Camus; hoy se llaman Alain Ming, Albert Michel, Bernard Tapie, Guy Sorman, etc¨¦tera. Unos, colaboradores de la izquierda; otros, de la derecha, y todos, s¨ªmbolos de la cohabitaci¨®n que exige la supervivencia de los pa¨ªses industrializados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.