La advertencia de la energ¨ªa
El precio del petr¨®leo se ha venido abajo y el optimismo respecto al futuro de la econom¨ªa se ha recuperado. Los expertos, seg¨²n indica el autor, ofrecen expectativas de relanzamiento econ¨®mico, el des aceleramiento de la inflaci¨®n, una m¨¢s f¨¢cil disponibilidad del capital de riesgo para nuevas inversiones, la reducci¨®n del desempleo y la disminuci¨®n de los d¨¦ficit cr¨®nicos de algunos pa¨ªses, y en especial de EE UU, lo que afecta a los equilibrios presupuestarios y comerciales. Mientras tanto, sobre las dificultades de los pa¨ªses abrumados por la deuda, tales como M¨¦xico, Argelia o Egipto, ha descendido un velo de silencio.
Es cierto que los nuevos precios del petr¨®leo, m¨¢s bajos, ayudar¨¢n a muchos de los pa¨ªses del Tercer Mundo importadores del mismo; sin embargo, a escala mundial, lo que puedan ganar los pa¨ªses industrializados sobrepasar¨¢, a trav¨¦s de un proceso de amplificaci¨®n, lo que pierdan los pa¨ªses productores de petr¨®leo m¨¢s pobres, tales como Nigeria e Indonesia, sobrecargados con su considerable densidad de poblaci¨®n.El Club de Roma conoce bien la estimulante influencia sobre los negocios y la industria de un clima psicol¨®gico positivo, y reconoce la gran importancia que tiene la influencia del progreso econ¨®mico en las regiones industrializadas como principio motor del desarrollo econ¨®mico en el resto del mundo. Se alegra, por tanto, de la desaparici¨®n del pesimismo. No obstante, como uno de los custodios de la conciencia de la humanidad, pensamos que es nuestro deber llamar la atenci¨®n sobre la importancia de los mecanismos reguladores, cuyas cualidades y cuyos defectos hacen posible un constante desarrollo o, por el contrario, pueden inducir a una grave crisis. Entre estos reguladores, el precio de los crudos del petr¨®leo es de una importancia de primer orden. Tiene un efecto directo sobre los niveles de precio de todas las otras formas de energ¨ªa. Los negocios del mundo del petr¨®leo, que ascienden a m¨¢s de 500.000 millones de d¨®lares, influyen directamente sobre un 5% del producto interior bruto. Adem¨¢s las consecuencias indirectas del coste de la energ¨ªa tienen un potente y amplio impacto sobre las condiciones de competitividad de la agricultura y la industria, y, a trav¨¦s de ¨¦stas, sobre la distribuci¨®n internacional del factor trabajo.
Los observadores relacionados con estas materias parecen estar de acuerdo en que las err¨¢ticas fluctuaciones en el precio del petr¨®leo son el resultado de condiciones coyunturales determinadas ¨²nicamente por consideraciones a corto plazo. Este tipo de regulaci¨®n por las fuerzas econ¨®micas que act¨²an directamente sobre el mercado tiene ¨¦xito en tanto en cuanto tiende a optimizar la balanza de la oferta y la demanda en relaci¨®n con las existencias renovables de los consumidores. Sin embargo, por s¨ª mismo es bastante insuficiente cuando se aplica a productos o materias primas no renovables, de gran valor, escasas o peligrosas. Esta es la raz¨®n de que el Club de Roma insista solemnemente en que deben realizarse estudios y llevarse a cabo acciones concretas que introduzcan consideraciones y conocimiento de las necesidades futuras a largo plazo respecto al comportamiento econ¨®mico en determinadas ¨¢reas cr¨ªticas, y, en particular, en las pol¨ªticas de precio y consumo de energ¨ªa.
Consecuencias del consumo
La humanidad es responsable de su propio futuro. Si no queremos que el flujo de la historia est¨¦ determinado por el balance anual de algunas corporaciones o por el resultado de determinadas elecciones pol¨ªticas, sino en t¨¦rminos de las contribuciones de las generaciones sucesivas, los combustibles f¨®siles deben considerarse como bienes escasos y tienen que ser protegidos de un agotamiento causado por el despilfarro. Es inadmisible que las naciones apenas tengan en cuenta las consecuencias del consumo, a?o tras a?o, de las riquezas acumuladas en la naturaleza durante millones de a?os del remoto pasado. En el caso del petr¨®leo, hemos consumido en menos de un siglo los dones que la naturaleza nos hab¨ªa otorgado para todos los tiempos. En los pa¨ªses industrializados seguimos con la combusti¨®n indiscriminada de una materia prima que es extremadamente preciosa para la industria qu¨ªmica y, en la actualidad, el ¨²nico combustible f¨¢cil de distribuir para uso dom¨¦stico en los pa¨ªses desarrollados para salvar los bosques, cuya desaparici¨®n amenaza los equilibrios naturales.
Otro argumento a largo plazo contra la excesiva quema de combustibles f¨®siles es el incremento de di¨®xido de carbono en la atm¨®sfera que aqu¨¦lla est¨¢ causando. Las investigaciones cient¨ªficas indican que existe una alta probabilidad de que esto lleve a un calentamiento importante y virtualmente irreversible de la superficie terrestre, con cambios clim¨¢ticos probablemente brutales que conduzcan al rompimiento de las pautas agr¨ªcolas mundiales y a una subida en el nivel de los mares. Esto refuerza eventualmente la necesidad de la diversificaci¨®n de las fuentes de energ¨ªa. No debe permitirse que ni la actual reducci¨®n en el precio del petr¨®leo ni la presente superabundancia de oferta retarden los esfuerzos de investigaci¨®n y puesta en pr¨¢ctica de nuevas formas de energ¨ªa econ¨®micamente viables. Hay que ser conscientes de que la producci¨®n nuclear de electricidad, contrariamente a lo que es la opini¨®n p¨²blica contempor¨¢nea, constituye una amenaza menor para el equilibrio ecol¨®gico que la excesiva quema de combustibles f¨®siles.
Todo esto sugiere que el precio para el consumidor de los combustibles f¨®siles debe seguir siendo relativamente alto, con objeto de estimular la investigaci¨®n, el desarrollo y la inversi¨®n en otras formas de energ¨ªa y para reforzar las pol¨ªticas de conservaci¨®n. La soluci¨®n ideal ser¨ªa asegurar que el precio de los productos petrol¨ªferos s¨®lo pudiera variar entre unos l¨ªmites m¨¢ximos y m¨ªnimos lo suficientemente pr¨®ximos como para evitar las inevitables fluctuaciones a corto plazo debidas a los cambios en la oferta y, la demanda, evitando asimismo que esas fluctuaciones alcancen crestas que inhiban el crecimiento econ¨®mico o senos que perjudiquen las expectativas de desarrollo de otras formas de energia. Nunca con anterioridad ha sido tan favorable el clima internacional respecto a la obtenci¨®n de un consenso entre productores y consumidores para elaborar tales medidas.
Impuestos disuasorios
Dentro de esta perspectiva, ser¨ªa justificable gravar los combustibles f¨®siles con impuestos internos lo suficientemente altos como para disuadir de lo que, a la vista de las responsabilidades que nos corresponden en inter¨¦s de las generaciones futuras, debe verse como un uso abusivo. Ha de ser, pues, tarea de los pa¨ªses desarrollados ajustar sus pol¨ªticas fiscales a ese fin.
?Y por qu¨¦ no llegar a¨²n m¨¢s lejos? Por ejemplo, podemos reconvertir parte de los recursos proporcionados por los impuestos sobre el consumo de combustibles para reducir el peligrosamente alto nivel de endeudamiento en el que han ca¨ªdo tantos pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo.
El problema de la fijaci¨®n de los precios de los combustibles f¨®siles hace enfocar la atenci¨®n sobre el m¨¢s general de la necesidad de regulaci¨®n en el nivel internacional de las materias primas escasas y no renovables. Tambi¨¦n en esto ser¨ªa necesario tener en cuenta las fluctuaciones de la err¨¢tica tasa de intercambio.
De aqu¨ª a 40 a?os, 8.000 millones o m¨¢s de seres humanos, de cultura y antecedentes hist¨®ricos diferentes, tendr¨¢n que coexistir en este peque?o planeta y encontrar el alimento, la energ¨ªa y los recursos necesarios para mantener sus sociedades.
No les ser¨¢ posible vivir juntos en paz y armon¨ªa a menos que nosotros, desde este momento, aceptemos, individual y globalmente, la responsabilidad de garantizar que, para las generaciones futuras, dejaremos unas bases de existencia s¨®lidas y suficientes. El peligro est¨¢ en que en cada momento la situaci¨®n se encuentre dominada por fuerzas con un horizonte econ¨®mico limitado al futuro inmediato y al muy pr¨®ximo. El presente tiene que verse animado por un entendimiento profundo de las necesidades del futuro.
es presidente del Club de Roma.
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