Errores que se asumen y acusaciones que se aclaran
Un perfil con el hispanista brit¨¢nico Anthony Gooch publicado en EL PAIS el pasado d¨ªa 7 de marzo, firmado desde Londres por la colaboradora Conxa Rodr¨ªguez, es tema inusual para esta columna porque raras veces en tan pocas l¨ªneas nos reprenden con tantas rectificaciones. Empezamos por el subt¨ªtulo, que anunciaba: Un hispanista brit¨¢nico se asombra de la influencia del ingl¨¦s entre los pol¨ªticos espa?oles. El profesor Gooch se?ala al defensor del lector que ¨¦l no se asombra en absoluto, y lo que hace a lo largo de su conversaci¨®n con nuestra colaboradora es llamar la atenci¨®n sobre diversas facetas de dicha influencia. El titular fue obra de la Mesa de Redacci¨®n de Madrid.Punto y seguido, telef¨®nicamente, el catedr¨¢tico de la London School of Economics de Londres subraya extensamente todos y cada uno de los p¨¢rrafos que se le atribuyen en dicha entrevista. La brevedad con que el ombudsman debe tratar los temas nos impide reproducir textualmente sus declaraciones, que resumimos en las partes m¨¢s importantes. "Yo no he dicho", se?ala Gooch, "que los pol¨ªticos de la derecha espa?ola sean m¨¢s impermeables a los anglicismos que los de la izquierda. M¨¢s bien me inclino a todo lo contrario". Quiere aclarar, asimismo, que no tom¨® contacto con el castellano en 1943, como se apuntaba en la cr¨®nica, sino en 1950.
Cuando nuestra colaboradora a?ad¨ªa que "el ingl¨¦s hoy tiene el sello brit¨¢nico y el poder norteamericano", el hispanista rectifica: "Lo que yo he dicho es que el ingl¨¦s tiene el prestigio de haber sido la lengua del imperio brit¨¢nico y sobre todo de ser hoy la de Estados Unidos". Y el profesor tiene inter¨¦s en concretar que "yo no he dicho que pronto toda Europa vaya a hablar ingl¨¦s y espa?ol, lo cual es una necedad, sino que a nivel mundial, no a nivel europeo, el espa?ol va a desplazar cada vez m¨¢s al franc¨¦s".
Conxa Rodr¨ªguez, que lamentablemente, cuando hizo la entrevista, no tom¨® nota textual ni grab¨® la charla, asume personalmente ante el defensor de los lectores sus errores y sabemos que visit¨® posteriormente al profesor Gooch para aclarar aquellos extremos que ¨¦l consideraba lesivos: "Al redactar la informaci¨®n se dec¨ªa que Jos¨¦ Mar¨ªa de Areilza escribe bien pero no tiene carisma pol¨ªtico. Bien es cierto que el profesor Gooch no dijo carisma, sino relevancia". Por su parte, el hispanista tambi¨¦n rectifica que no se refer¨ªa a Areilza, sino a Calvo Sotelo. Por ¨²ltimo, en esta cuesti¨®n, que se puede parangonar con la frase "donde dije digo, digo Diego", Anthony Gooch puntualiza que "tampoco dije que Espa?a es un pa¨ªs franco y no como aqu¨ª, sino que Espa?a es un pa¨ªs franco y no como ¨¦ste".
Esperamos que todos estos datos, que para alg¨²n lector pueden suponerle un galimat¨ªas, sirva para dejar constancia de las precisiones que l¨®gicamente ha hecho un hispanista preocupado porque sus precisiones no den lugar al equ¨ªvoco. El se?or Gooch, por su parte, se apresur¨®, antes de ponerse en contacto con el peri¨®dico para corregir los errores de nuestra colaboradora, a se?alar los mismos a representantes diplom¨¢ticos espa?oles en la capital brit¨¢nica y al se?or Areilza. Deseamos que haya comprobado que el medio m¨¢s r¨¢pido y seguro es la comunicaci¨®n directa con EL PA?S.
El desconsuelo de un traductor
El amplio reportaje del corresponsal de EL PAIS en Estados Unidos, Francisco G. Basterra, publicado el domingo 9 de febrero, titulado California, octavo Estado del mundo, ha tenido una cierta repercusi¨®n, con comentarios favorables entre los lectores siempre ¨¢vidos de que le cuenten aquello que desconoce y quiere sentir pr¨®ximo. La impresi¨®n de que a orillas del Pac¨ªfico ya se ha entrado en el siglo XXI y la significaci¨®n de datos, como se?alaba el periodista, de que "uno de cada 10 norteamericanos vive en el Estado de California, que se extiende a lo largo de 1.300 kil¨®metros y que produce m¨¢s que China, con 1.000 millones de habitantes", son motivos suficientes para establecer criterios aproximativos sobre la realidad de lo que ocurre en una de las regiones m¨¢s pr¨®speras del primer pa¨ªs del mundo.
Por otra parte, el reportaje de Basterra ha tenido otra interpretaci¨®n, esta vez cr¨ªtica, que nos llega de Eindhoven (Holanda), desde donde Miguel Wandenbergh, traductor, muestra su disgusto con acritud por creer que el corresponsal de este peri¨®dico se "ha dejado deslumbrar c¨¢ndidamente por las apariencias". Apocal¨ªpticamente, el comunicante ve un "paneta calcinado por el desastre at¨®mico que perfeccionan esos se?ores esquizofr¨¦nicos del Valle del Silicio".
Al considerar desafortunado el informe, le reprocha la utilizaci¨®n de frases en ingl¨¦s, que adem¨¢s insiste en que est¨¢n mal traducidas, y supone que el corresponsal da "una impresi¨®n parcial, idealizada y deformada de la realidad". Y su desconsuelo le lleva a se?alar que "no entiendo por qu¨¦ le sorprende encontrar a¨²n las viejas misiones espa?olas; no olvide que hasta 1840, cuando fue arrebatado por Estados Unidos de Am¨¦rica, eso era territorio mexicano, y con anterioridad, espafico.
Francisco G. Basterra acepta los derechos de cualquier lector para discrepar de lo que ¨¦l publica en EL PA?S, si bien defiende lo escrito en sus folios y mantiene que "este trabajo period¨ªstico fue producto de dos semanas de viaje por California, y para realizarlo habl¨¦ con decenas de personas e instituciones. No es un tratado definitivo sobre este Estado, sino una impresi¨®n, parcial por supuesto, realizada con la intenci¨®n de lograr el mayor equilibrio posible. No se trata de una imagen deformada e idealizada de California", y al respetar la opini¨®n del cr¨ªtico sobre la utilizaci¨®n de demasiados t¨¦rminos en ingl¨¦s, Basterra se?ala: "Si bien en este punto puede tener algo de raz¨®n, aunque el art¨ªculo ten¨ªa algo m¨¢s de 11 folios, utilic¨¦ anglicismos para intentar explicar la mezcla de idiomas de un Estado donde compiten el ingl¨¦s y el espa?ol".
El libelo de Moratalaz. Un lector, Carlos Moreno Kock, nos informa sobre un libelo titulado La Voz, que se edita en el madrile?o barrio de Moratalaz, que ataca a instituciones y personas de forma zafia y grosera y se encarta clandestinamente en los ejemplares de EL PA?S. Se supone que el grupo editor pertenece a la extrema derecha. Al tiempo de advertir a los lectores que nuestro peri¨®dico no tiene ning¨²n tipo de relaci¨®n con dicho panfleto, los responsables de distribuci¨®n del diario realizan las correspondientes averiguaciones para terminar con esta enojosa e ilegal situaci¨®n.
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