Mercadillos por doquier
A medio camino entre las ferias ambulantes y los zocos ¨¢rabes, los puestos de venta callejera se han convertido en parte integrante del paisaje madrile?o. Un total de 23 mercadillos legales ofrecen a los vecinos de pr¨¢cticamente todo s los distritos um amplio surtido que va desde las verduras hasta los zapatos, pasando por frutas, ropa, bisuter¨ªa y toda suerte de baratijas.A este significativo n¨²mero hay que a?adir otros mercadillos con un sabor inuy especial, aquellos que la futura ordenanza sobre venta ambulante calificar¨¢ como sectoriales, seg¨²n puntualiza Adolfo Pastor, concejal responsable del ¨¢rea de Mercados y Abastos del Ayuntamiento de Madrid. Entre estos ¨²ltimos cabe destacar los tradicionales mercadillos de los sellos, en la plaza Mayor, y de los libros, en la cuesta de Moyano. De m¨¢s reciente creaci¨®n son el mercadillo de los artesanos, en la plaza de Santa Ana, y los que albergan a ceramistas y pintores, en las plazas de Conde de Miranda y Conde de Barajas, respectivamente.Adolfo Pastor insiste en "las plenas competencias de las Juntas Municipales de distrito para poder agrupar los puestos de venta callejera que cuentan con una licencia". Aparte de la venta residual en puestos diseminados, existe tambi¨¦n un n¨²mero indeterminado de puestos ilegales que ignoran el pago de las tasas municipales.
Seg¨²n Pastor, a partir de la entrada en vigor de la futura ordenanza, toda actividad de venta en la calle deber¨¢ pagar una tasa, aunque cabe la posibilidad de que las Juntas Municipales subvencionen el funcionamiento de los mercadillos de car¨¢cter ctiltural".
De acuerdo con un estudio del ¨¢rea de Mercados y Abastos, el 307, de la venta ambulante corresponde a productos alimentarios, principalmente frutas y verduras. Un porcentaje semejante est¨¢ dedicado a la venta de ropas. El resto lo componen productos de bisuter¨ªa, zapatos, baratijas y objetos de artesan¨ªa.
El rastrillo de Tetu¨¢n, que invade cada domingo el pavimento de la calle de Marqu¨¦s de Viana, cuenta en la actualidad con m¨¢s de 6,00 puestos. Con una antig¨¹edad que algunos cifran en medio siglo, el rastrillo conserva la impronta de la tradicional feria de pueblo en donde es posible comprar desde dos kilos de manzanas -"sin IVA, se?ora, sin lVA"- hasta ropa de encaje de dudosa porcedencia para el reci¨¦n nacido.
Con poco m¨¢s de 300 puestos, el mercadillo dominical del distrito de Mediod¨ªa es otro de los pocos que han desbordado poco a poco sus fronteras originalles y enipiezan a hacer la competencia al Rastro. Puestos de ropas, utensilios para el hogar y todo tipo de insospechadas baratijas se alinean como fichas de domin¨® a lo largo de la ronda Sur, entre las calles de Hornachos y Martos.
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