El Gobierno Chirac
FRANCIA EST? viviendo su primera experiencia de cohabitaci¨®n de un presidente de la Rep¨²blica socialista con un Gobierno y una mayor¨ªa parlamentaria de derechas. La designaci¨®n de Chirac como primer ministro estaba cantada; aunque con escaso margen, su partido, el RPR, hab¨ªa superado a la otra componente de la coalici¨®n de derecha, la UDF. Chirac parece haber constituido su equipo sin muchas dificultades y con relativa rapidez.De entrada se plante¨® el problema del reparto de competencias entre Matignon -sede del primer ministro- y el El¨ªseo; Mitterrand puso el veto, aceptado por Chirac, a varias candidaturas para el Ministerio de Asuntos Exteriores. Dos ministros, Raymond en Exteriores, un diplom¨¢tico de carrera, y Giraud en Defensa, van a estar, por as¨ª decir, en el eje de la cohabitaci¨®n: con una dependencia directa del presidente Mitterrand y a la vez miembros del Gobierno Chirac. En el caso del segundo, no cabe descartar desacuerdos serios con el El¨ªseo, ya que Giraud ha manifestado una actitud m¨¢s favorable a los planes norteamericanos de defensa espacial que Mitterrand. Por otro lado, Chirac ha creado cargos espec¨ªficos para sustraer a Exteriores y al El¨ªseo determinados temas, como el Pac¨ªfico, con Nueva Caledonia y la situaci¨®n conflictiva con Nueva Zelanda; temas africanos como el del Chad y otros pa¨ªses franc¨®fonos, y los derechos humanos. En principio, el presidente de la Rep¨²blica conserva su competencia plena en las grandes cuestiones, como relaciones Este-Oeste, Europa y defensa, si bien, dentro del ¨¢mbito europeo, el nuevo ministro de Agricultura ha empezado ya a expresar pretensiones de revisi¨®n del acuerdo con Espa?a que, por alejadas que est¨¦n de toda posibilidad real de materializarse, indican una clara voluntad de introducir elementos conflictivos, contrarios al europeismo del que tanto ha atardeado Mitterrand en su gesti¨®n presidencial. Solamente la pr¨¢ctica permitir¨¢ saber c¨®mo se van a engarzar las piezas de este nuevo sistema para definir la pol¨ªtica exterior francesa.
Los partidos que han ganado las elecciones, por su parte, no han renunciado a nada para poner de relieve que la pol¨ªtica francesa est¨¢ dando, despues de cinco a?os de Gobierno socialista, un giro a la derecha sin paliativos. En los Consejos regionales -elegidos al mismo tiempo que la Asamblea Nacional- la derecha ha alcanzado la presidencia en 20 Consejos sobre los 22 que existen en Francia, y en cinco casos no ha dudado para ello en aliarse con los racistas de Le Pen, demostrando as¨ª que est¨¢ dispuesta a jugar sus cartas sin escr¨²pulos. Chirac ha otorgado cargos de primera responsabilidad a reaccionarios de la escuela m¨¢s dura, como Pasqua, el nuevo ministro del Interior, lo que anuncia intransigencia y tensiones en el tema de los inmigrados, con repercusiones negativas en las relaciones con ?frica del Norte, concretamente con Argelia. En cuanto a sus aliados de la UDF, Chirac ha promovido a pol¨ªticos m¨¢s j¨®venes, como L¨¦otard; en cambio, es obvia su tendencia a disminuir en lo posible el papel de Giscard d'Estaing.
Es evidente que el nuevo primer ministro quiere ir deprisa y demostrar que cumple su programa. Para ello ha elegido el m¨¦todo de los decretos-leyes, gracias al cual evita que cada medida est¨¦ sujeta a una votaci¨®n en el Parlamento; no se puede olvidar que RPR y UDF no tienen mayor¨ªa absoluta, y Chirac desea depender lo menos posible de los independientes y de eventuales descontentos o de maniobras entre las filas de las dos organizaciones que le sostienen. Pero en la promulgaci¨®n de los decretos-leyes la firma de Mitterrand es decisiva, y ello obliga a Chirac a evitar choques frontales con las posiciones del presidente de la Rep¨²blica. ?C¨®mo llevar a cabo as¨ª puntos sustanciales de su programa electoral? La actitud definida por Mitterrand en esta cuesti¨®n es muy significativa en principio, no se oporese m¨¦todo, pero pone dos l¨ªmites, uno general y otro m¨¢s espec¨ªfico. En primer lugar, desea preservar los derechos del Parlamento, y ha anunciado as¨ª que, cuando lo estime conveniente, obligar¨¢ a Chirac a recurrir ala C¨¢mara. Segundo, no firmar¨¢ nada que disminuya el nivel actual de los derechos sociales, y Chirac ha tenido ya que renunciar a un decreto-ley para facilitar el despido libre. Mitterrand protege as¨ª una zona que considera decisiva, frente al programa del nuevo Gobierno, para conservar su imagen de pol¨ªtico progresista e incluso para incrementar su popularidad ante futuras eventualidades.
Estos primeros pasos de la cohabitaci¨®n dejan muchas dudas abiertas sobre lo que puede ocurrir en coyunturas pol¨ªticas, complejas que inevitablemente van a surgir. Sin duda Mitterrand y Chirac han logrado ponerse de acuerdo, con tiras y aflojas, sobre algunos puntos iniciales. Ambos tienen en esta fase un inter¨¦s com¨²n, porque Chirac necesita un plazo como primer ministro para potenciarse como el mejor candidato de la derecha para la presidencia de la Rep¨²blica, ya que los sondeos siguen otorgando un lugar preferente a Raymond Barre. Pero los factores de divisi¨®n dentro de la coalici¨®n RPR-UDF son muy fuertes; se han manifestado ya con las dos candidaturas, Giscard d'Estaing y Chaban Delmas, para la presidencia de la Asamblea. Muchos piensan que las habilidades florentinas de Mitterrand podr¨¢n sacar, en etapas ulteriores, frutos hoy imprevisibles de la evidente fragilidad que caracteriza a la actual mayor¨ªa de la derecha en Francia.
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