Anto?ete y Joselito limpian de bufones la fiesta
El Cordob¨¦s, -?Manolooo!, para los fans- tra¨ªa preparado su show, con participaci¨®n de Julio Iglesias, y estaba en el tendido todo el cordobesismo nost¨¢lgico dispuesto a reafirmar su militancia en fervorosa adhesi¨®n a Manolo ?Manolooo!. La afici¨®n madrile?a apenas ten¨ªa voz entre tanto alboroto y el toreo parec¨ªa que tampoco tendr¨ªa cabida en la fiesta. Pero hab¨ªan comparecido tambi¨¦n all¨ª dos toreros, Anto?ete y Joselito, y a impulsos del toreo sublime -?no es siempre sublime el toreo?- limpiaron de bufones y bufonadas el hist¨®rico ruedo de Las Ventas.Julio Iglesias lleg¨® por el callej¨®n, rodeado de guardias, precedido de fot¨®grafos; un aparato desmedido para lo que iba a suceder, que fue unas palmas de algunos espectadores, unos pitos de otros. Manolo, ?Manolooo! le amagaba en el mismo ruedo pu?etazos a la barriguita a Anto?ete, que aguantaba las bromas con cara de circunstancias, y el ambiente se abr¨ªa, imparable, hacia la zafiedad.
Plaza de las Ventas, 5 de abril
Festival a beneficio de los damnificados de Colombia. Tres toros de El Torre¨®n, 3? y 7? de Carlos N¨²?ez, 4? de Torrestrella y 5? de Sep¨²lveda. Anto?ete: ovaci¨®n y salida al tercio; dos orejas y dos vueltas. Andr¨¦s Hernando: silencio. El Cordob¨¦s: silencio. Palomo Linares: silencio. Joselito: dos orejas y salida a hombros por la puerta grande. Macareno de Colombia: silencio.
Manolo, ?Manolooo!, vibraba el cordobesismo cuando el titular de la causa afanaba mantazos; como si no hubiera visto antes las ver¨®nicas de Anto?ete abierto el comp¨¢s, o aquellas otras de Andr¨¦s Hernando, hondas e inspiradas, cargando la suerte. Luego, cuando Manolo, ?Manolooo! forzaba risas heladas en el callej¨®n, las ver¨®nicas fueron de Joselito, rematadas con media las dos rodillas en tierra.
El mismo Joselito dio unas chicuelinas de frente, que naturalmente borraban los trallazos remedando la misma especie que Manolo, ?Manolooo! hab¨ªa dado en su toro. Un espont¨¢neo quiso intervenir y el banderillero Manuel Ignacio Ruiz lo sac¨® del ruedo de mala manera. Manolo ?Manolooo!, con el torillo derrengado que se le quedaba en la suerte y le rasg¨® la pernera de un ga?af¨®n, no sab¨ªa qu¨¦ hacer por all¨ª, con una muleta en la mano. ?Sabr¨ªa para qu¨¦ sirve una muleta en la mano en estos casos?.
Una muleta en la mano, se supone, sirve para torear. Una veces, librando broncas embestidas, como hicieron Hernando y Palomo con dignidad; otras, para recrear el toreo sublime. Anto?ete lo recre¨® ayer, en algunos pasajes del primer toro y, sobre todo, en los monumentales naturales que le sac¨® al noble Torrestrella. Adelante el enga?o, lo tra¨ªa toreado para ligar naturales hondos, y el de pecho de cabeza a rabo, y restallaban los oles, y los gritos de "?torero!", con el ruido del mar embravecido. En redondo tore¨® peor el maestro: ahora la muleta quedaba atr¨¢s, y el pico delante y arriba. Pero se reconcili¨® con el arte mediante un trincherazo de cartel.
La apoteosis del papa torero de Madrid enlazar¨ªa, ratito despu¨¦s, con la de Joselito, otro madrile?o, un chaval¨ªn, a¨²n monaguillo, aunque ya ascender¨¢. Ejercitaba el toreo con la facilidad y la cadencia de los virtuosos; un temple inacabable en la largura de los naturales y redondos; el de pecho cerniendo la embestida al hombro contrario; la personalidad en la interpretaci¨®n de las suertes, y un aplomo pasmoso para ce?ir el pit¨®n a distancias de escalofr¨ªo. Finalmente, los ayudados, al estilo de los maestros, para cuadrar, y la estocada volc¨¢ndose sobre el morrillo.
A Macareno de Colombia le sali¨® un mansazo que no ten¨ªa pases, y no tore¨®. Los toreros se marcharon juntos, pero no revueltos, y cada cual sab¨ªa bien lo que hab¨ªa ocurrido all¨ª. Hab¨ªa ocurrido, sencillamente, que dos de ellos derramaron torer¨ªa sobre el ruedo, y los bufos no encontraron sitio para sus bufonadas.
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