?Avanzando o retrocediendo?
El autor de este art¨ªculo mantiene que todav¨ªa existe en Espa?a demasiado catolicismo decimon¨®nico. En su opini¨®n, esto se aprecia en muchos cristianos, a pesar del avance del Concilio Vaticano II y del proceso secularizador de la sociedad espa?ola. Lo mismo se observa en las posturas de la Santa Sede, promovidas por el Papa, como se vio en el s¨ªnodo mundial celebrado en Roma.
La jerarqu¨ªa cat¨®lica espa?ola, siempre a remolque de su tiempo, parece especializarse en perder el, tren de cada ¨¦poca que amanece en el panorama mundial, o en el propiamente espa?ol. La componen algunos clerigos y obispos m¨¢s atentos a seguir externamente los aldabonazos del que manda que a ser valientes con sus propias conciencias.En vez de inspiramos en nuestra aut¨¦ntica historia, de aquellos abiertos te¨®logos del siglo XVI, como Vitoria, Soto, Molina y Su¨¢rez, hemos encogido las posturas teol¨®gicas y, como lapas, nos agarramos al peor pasado conformista. Pero no a aquel pret¨¦rito lejano, que ten¨ªa fuerte vitalidad cristiana, sino al del siglo XIX, con su reaccionismo del peor estilo. Las realistas posturas del jesuita Tom¨¢s S¨¢nchez sobre sexualidad, sustentadas en los siglos XVI y XVII, se cambiaron por las gazmo?as, decimon¨®nicas del franc¨¦s abb¨¦ Gaume, imitado por posteriores jesuitas. Y los abiertos moralistas del probabilismo, como Escobar o Caramuel, se trocaron en los escrupulosos de la educaci¨®n negativa, como los recientes del padre Arcos, el padre Vilari?o o los religiosos que P¨¦rez de Ayala toma de la realidad en su novela AMDG.
En teolog¨ªa pasarnos por alto en la historia del siglo XX los excelentes estudios evolucionistas de dominicos como Arintero, OP, o escrituristas tan abiertos como el padre Colunga, o la escatolog¨ªa. llena de esperanza salvadora de Mar¨ªn Sola y del padre Alonso Getino. Todos estos abiertos dominicos fueron cambiados en la estimaci¨®n p¨²blica cat¨®lica por el superficial y combatidor de toda apertura padre Ruiz Amado, SJ, y m¨¢s tarde por los vulganizadores padres Guerrero y Granero.
Refrescan como un ba?o de agua pura aquellas expresiones teol¨®gicas de hace casi un siglo del padre Arintero: "Los hechos vitales son los que deben imponerse, dirigir y dominar las teor¨ªas", y no ser esos te¨®logos "celotes de sus propias tradiciones", Henos de inmovilismos. Propugnaba por eso este te¨®logo "la plasticidad necesaria para adaptarse a las diversas condiciones de los tiempos y de los lugares" y "hablar a cada cual en su propio lenguaje y seg¨²n su mentalidad para que pueda entendernos". No tiene pelos en la lengua para pedir que se escriba contra .el largo cap¨ªtulo de teratolog¨ªa, o sea de enfermedades, deformaciones, organizaciones viciosas, anomal¨ªas y monstruosidades causadas en la Iglesia". Hay que huir de .vicios hereditarios", '"formulismos rutinarios y parasitismos que debilitan, afean y sofocan a tantos miembros de instituciones de. la Iglesia". Por eso "sin amor a lo nuevo, no podr¨ªamos progresar", sino quedar s¨®lo ineficazmente anclados en un "tradicionalismo f¨¢risaico" y en un "quietismo perezoso
La 'papolatr¨ªa'
Esto que criticaba Arintero es lo que nos ocurre precisamente ahora. S¨®lo o¨ªmos, de cuando en cuando, voces sueltas, como la del cardenal Koenig, que condena a "los profetas de desventuras" que hoy reverdecen en las m¨¢s altas esferas de la Iglesia. O los jesuitas de la Civilit¨¤ Cattolica que se atreven a avisar del peligro involucionista del s¨ªnodo mundial de oispos, teledirigido por la altaburocracia vaticana, y llaman la atenci¨®n acerca de la papolatr¨ªa y el servilismo como males del catolicismo actual. 0 el espa?ol monse?or Torrella, tan callado hasta ahora, que se atreve a decir por televisi¨®n que ?el Opus. Del instrumentaliza al Papa" y que no hay que mitificar la figura del Sumo Pont¨ªfice.
Pero ninguno lleg¨® a calar tan hondo como el batallador seglar, profundo cat¨®lico e inteligente te¨®logo y canonista Jaime Torrubiano Ripoll, al que se le ha querido rebajar de categor¨ªa, haci¨¦ndolo calumniosamente -por boca de un jesuita actual, bibliotecario Ocatero de una facultad teol¨®gica- monigote dirigido por la masoner¨ªa espa?ola de los a?os veinte.
Este gran pensador cat¨®lico se adelant¨® a muchos de los avances actuales en Derecho Can¨®nico o Teolog¨ªa,y ha sido sospechosa mente silenciado por tirios y troya nos. En 1926 publica su obra El divorcio vincular y el dogma cat¨®lico. Y nadie le cita por sus trabajos so -bre este problema teol¨®gico y can¨®nico. S¨®lo se acuerdan, como precursor, del padre W. R. O'Connor, que en 1936 mantiene que "ni siquiera los matrimonios ratos y consuffiados entre dos Personas bautizadas ( ... ) impide afirmar que en un ma?ana venidero, la Iglesia puedacambiar y decidir por la soluci¨®n de esos matrimonios" (P. G. Garc¨ªa Mart¨ªnez, SJ). El divorcio entre cat¨®licos puede ser aceptado, seg¨²n esta teor¨ªa, por un seguidor de la Iglesia. Postura que despu¨¦s se difunde entre otros muchos canonistas, sin tener en cuenta que el primero que lo dijo en Espa?a y lo demostr¨®, mucho m¨¢s convincentemente, en mi opini¨®n, que los posteriores cat¨®licos que mantienen esa postura -como Jim¨¦nez Urresti, Pospis hil, Gil Delgado o Basset-, fue el seglar Torrubiano. Demuestra este te¨®logo seglar en su libro que la indisolubilidad no es un absoluto, y que el Concilio de Trento no tom¨® una decisi¨®n infa lible al propugnarla, sino s¨®lo disciplinar y, por tanto, reformable.
En 1929, cuando los cat¨®licos no pensaban ni de lejos en admitir la regulaci¨®n artificial de la natalidad, demuestra este gran cat¨®lico con acopio de razones morales que esto es posible en casos determinados, cuando la limitaci¨®n de la prole se hace claramente razonable, y no s¨®lo por la abstenci¨®n del coito, cosa dif¨ªcil en la pr¨¢ctica, sino por cualquier proced¨ªmiento que, en lo concreto, fuese sensatamente decidido por la pareja.
En 1928 da ejemplo de ecumenismo pronunciando una memorable conferencia a la Uni¨®n Cristiana de J¨®venes (entonces formada en Espa?a por protestantes), que es la precursora de la famosa Young Men Christian Association (YMCA) en nuestro pa¨ªs. En su conferencia razona de modo perfectamente l¨®gico, hace ver que si el cristianismo tiene algo divino por su sorprendente propagaci¨®n, igual le ocurrir¨¢ a la reforma protestante, pues se desarroll¨® en Europa a una velocidad de v¨¦rtigo.
"Simplezas de la escol¨¢stica"
Torrubiano arremete all¨ª, con acopio de razones hist¨®ricas, contra "la exageraci¨®n extremada del primado del Papa", como hoy pod¨ªa hacerlo K¨¹ng o lo hacen m¨¢s suavemente otros, como Raliner y la revista vaticana de los jesuitas. Critica otra lamentable realidad hist¨®rica, sobre todo de los ¨²ltimos siglos de Espa?a, como son "las innumerables simplezas de la escol¨¢stica, los abusos del p¨®der espiritual ( ... ), que impon¨ªa coactivamente como doginas puras cavilaciones". ?Por qu¨¦?: por aceptar "los grilletes de una Roma ensoberbecida", como ocurri¨® frecuentemente en su historia, ya que era "asilo de todos los intrigantes". Contra todo ello estall¨® la Reforma del siglo XVI, sin la cual, "Europa hubiese ya perdido el h¨¢bito de pensar", y lo hizo as¨ª "porque aguijone¨® su conciencia". Y termina haciendo este diagn¨®stico tan verdadero, por lo menos hasta hace poco tiempo: "En Espa?a, la mayor parte de los que se llaman cat¨®licos, y se someten externamente a los ritos de la Iglesia cat¨®lica, ni son cat¨®licos ni son cristianos siquiera, sino unos puros esc¨¦pticos". Algo que hab¨ªa se?alado antes con agudeza nuestro gran pol¨ªtico del siglo pasado don Francisco Pi y Margall: "?Es acaso verdad", dec¨ªa, "que el catolicismo sea general entre nosotros? ?Lo es que este pueblo sea erninentemente religioso? O mucho me enga?o", confesaba, "o este pueblo es el menos religioso y el m¨¢s esc¨¦ptico de la tierra".
El mismo Pi y Margall, respecto al problema sexual afirma que "para castraros, han querido meteros por los ojos a unos pobres muchachos ab¨²licos, tristes y desnatados como Luis de Gonzaga, Estanislao de Kostka y Juan Berchmans". Por eso "nuestra juventud ( ... ) ha rechazado tanta farsa, tanta inconsistencia doctrinal, tanta pedanter¨ªa y tanto pedestrismo".
Ah¨ª tenernos en ese seglar un ejemplo de catolicismo, injustamente olvidado, o incluso perseguido durante a?os en las c¨¢rceles del franquismo s¨®lo por ser un cat¨®lico abierto, y que ning¨²n obispo ni cl¨¦rigo jam¨¢s defendi¨®.
Por eso la pregunta que hoy nos hacemos, ante la historia de nuestra Iglesia esp¨¢?ola es: ?avanzamos o retrocedemos? Porque dificilmente encontramos actualmente entre los cl¨¦rigos llamados te¨®logos progresista unas posturas tan serena y razonadamene abiertas como las manifestadas por estos excelentes pensadores de un pasado bien cercano a nosotros.
E Miret Magdalena es te¨®logo y experto en sociolog¨ªa de la rel¨ªgi¨®n.
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