La alternativa amplia
JOS? MIGUEL ORTI BORD?SLa coalici¨®n de centro-derecha se ha alzado con la victoria en Francia porque ha articulado una mayor¨ªa natural que el electorado esperaba. De estas consideraciones deduce el autor del art¨ªculo que en Espa?a el dilema decisivo no es preguntarse si es m¨¢s conveniente la uni¨®n del centro o la uni¨®n de la derecha, sino articular un centro-derecha que conforme la nueva mayor¨ªa del futuro Parlamento.
Lo que en Francia, patria de Descartes, cuna de Rousseau y solar de Comte, ha sucedido no ha sido otra cosa que el triunfo de la racionalidad pol¨ªtica. La coalici¨®n de las fuerzas de centro-derecha se ha alzado con la victoria por tres motivos fundamentales: en primer lugar, por subordinar los intereses particulares de cada partido al in ter¨¦s superior del campo pol¨ªtico al que representan; en segundo t¨¦rmino, por ofrecerle al pueblo franc¨¦s un aut¨¦ntico proyecto pol¨ªtico de car¨¢cter global y capaz, por ello mismo, de desplazar de la vida p¨²blica al estatismo dominante; y, por ¨²ltimo, por haber articulado un¨¢ opci¨®n electoral en la que las formaciones de centro-derecha han sido una suma inequ¨ªvoca, un agregado compacto, la mayor¨ªa natural que el electorado esperaba. Dicho de otra manera, el centro derecha ha ganado en Francia porque ha tenido bien presente que la pol¨ªtica es, ante todo y so bre todo, un hacer agregativo. No una tarea dispersiva.Tan soberana lecci¨®n no quiere ser aprendida por algunos enrevesados, acomodaticios y, a la postre, irrelevantes aprendices de brujo de la pol¨ªtica espa?ola. Para ellos, empe?ados en tener una visi¨®n monocular de la realidad, quien ha triunfado en Francia ha sido ¨²nica y exclusivamente el centrismo; para ellos, atrapados por la magia de los t¨¦rminos acu?ados, la clave de semejante triunfo reside en la operatividad de los postulados del liberalismo progresista; para ellos, en fin, dispuestos si llega el caso a ocultar la verdad, la ense?anza que objetivamente depara la victoriosa conjunci¨®n del centro-derecha franc¨¦s es de todo punto inaplicable a Espa?a. Ley¨¦ndoles, tal dir¨ªase como si en nuestro pa¨ªs s¨®lo resultasen adaptables los fiascos, las derrotas y los reveses, cada vez m¨¢s raros, por cierto, de las fuerzas que en Europa ocupan el centro-derecha.
Negar la evidencia constituye, sin embargo, una actitud perfectamente est¨¦ril y de probada inutilidad pr¨¢ctica. El socialismo ha sido desplazado del poder en Francia gracias a la alternativa amplia que las fuerzas de centro-derecha han querido, sabido y podido vertebrar, empujadas por el viento de popa tanto del desencanto provocado por la gesti¨®n gubernamental del socialismo como de las aspira ciones un¨¢nimes de su base socio l¨®gica. Y el resorte movilizador del electorado ha sido precisamente la uni¨®n conseguida, y no la bandera de un liberalismo progresista que ya la ondeaba a los cuatro vientos el presidente Giscard cuando fue tan duramente castigado por la opini¨®n p¨²blica de su pa¨ªs.
Vivimos la apoteosis. de la logomaquia. El socialismo gobernante llama modernidad a "la impotencia para entender lo que pasa en medio de cambios bruscos y revolucionarios en la ciencia y la tecnolog¨ªa"; y los agentes del centrismo excluyente denominan liberalismo progresista a las formulaciones socialdem¨®cratas vergonzantes que, al parecer, no tendr¨ªan mayor inconveniente en poner en pr¨¢ctica con tal de seguir haciendo, en lo medular, la pol¨ªtica de los adversarios. Pero los hechos no pueden ser deformados indefinidamente. Siempre hay un momento en el que la verdad. se abre paso. Cuando ese instante llega, cual en Francia ha acontecido, se produce la ruptura. El centro-derecha franc¨¦s ha roto con la socialdemocracia, en todas sus yar¨ªantes y en todas sus acepciones, incluida, claro est¨¢, la representada por el liberalismo progresista.
Lo que s¨ª es cierto es que aqu¨ª las fuerzas de centro'derecha todav¨ªa no han conseguido formar en plenitud el conjunto homog¨¦neo que las circunstancias exigen. AP se ha convertido en el primer partido democr¨¢tico de masas de la derecha espa?ola de nuestra historia, y la Coalici¨®n Popular, en la que l¨²cida y responsablemente se dan la mano el populismo, el humanismo cristiano y el liberalismo, constituye ya y por derecho propio la alternativa amplia que el centro-derecha requiere, siquiera sea en esta fase inicial y, por ello, especialmente laboriosa.
Los vecinos
Al lado de la instancia integradora configurada por Coalici¨®n Popular plantan sus tiendas sin querer formar campamento el PNV y CiU, el PRD y el CDS. Las dos primeras formaciones anteponen su nacionalismo a cualquier otra consideraci¨®n, por atendible y elevada que ¨¦sta sea; las dos ¨²ltimas se obstinan en recuperar en solitario el espacio del centro, sin darse cuenta de que tal espacio no existe desde que en 1982 el PSOE lo ocup¨® por la izquierda y Coalici¨®n Popular por la derecha; y todas creen que no tienen por qu¨¦ contar con los dem¨¢s. Esta situaci¨®n es antinatural, insatisfactoria para los intereses reales y profundos del centroderecha y sumamente beneficiosa para el socialismo gobernante. Mas no es definitiva. Alg¨²n d¨ªa estos partidos asumir¨¢n sus propias responsabilidades, abandonar¨¢n su ambig¨¹edad y se decidir¨¢n a elegir aliados.
El pueblo espa?ol se juega en las pr¨®ximas elecciones generales las suficientes cosas como para que a nadie le est¨¦ permitido tratar de encubrir la desnuda realidad con m¨²ltiples velos y elusiones. En Espa?a no hay demanda social alguna que reclame la uni¨®n de un centro literalmente barrido de nuestro horizonte pol¨ªtico pronto va a hacer cuatro a?os por el veredicto implacable e inapelable de las urnas. Lo que gran parte del electorado pide es la uni¨®n de las fuerzas de -centro-derecha, que son las ¨²nicas verdaderamente operativas y las ¨²nicas tambi¨¦n que cuentan con hombres, y con votos. En nuestro pa¨ªs la cuesti¨®n no es la de resucitar el centrismo, por mucha nostalgia que unos po cos puedan a¨²n sentir por ¨¦l. Muy al contrario, la cuesti¨®n almendral es la de situar en el poder a un centro-derecha de carne y hueso que ponga moderaci¨®n all¨ª donde el so cialismo ha ca¨ªdo en el exceso, que aporte soluciones all¨ª donde el so cialismo ha aumentado los problemas, que satisfaga las necesidades sociales all¨ª donde el socialismo las ha agudizado y tornado m¨¢s cr¨ªticas, y que desarrolle las liber tades que el socialismo del falso cambio ha limitado y restringido.
Entre nosotros el dilema decisivo no estriba en preguntarse si es m¨¢s conveniente la uni¨®n del centro o la uni¨®n de la derecha. Radica en resignarse a que el centroderecha se eternice en la oposici¨®n con tal de preservar el af¨¢n de singularidad de algunas de sus fuerzas o, por el contrario, en concederle la oportunidad de conformar, a base de un inteligente y compartido esfuerzo de cooperaci¨®n pol¨ªtica y electoral, la nueva mayor¨ªa del futuro Parlamento.
En consecuencia, no se vislumbra qu¨¦ otra cosa de mayor monta puedan acometer hoy en d¨ªa las fuerzas de centro-derecha en Espa?a que, no sea la de adentrarse en la racionalidad pol¨ªtica, colaborar estrechamente entre s¨ª y reforzar, integr¨¢ndose en ella, la alternativa amplia que la actual coalici¨®n encarna.
es miembro del Comit¨¦ Ejecutivo de Alianza Popular.
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