Un verano, m¨¢s que caluroso, infernal
Katharine Hepburn es una autoritaria madre del Sur que recibe la visita de un neurocirujano prestigioso que ha de practicar una lobotom¨ªa a su atractiva hija. Katharine, esta vez, no es la fiera encantadora que uno se llevar¨ªa al otro lado del espejo a vivir las mejores locuras, sino una se?ora desp¨®tica, con inclinaciones incestuosas y un pasado oscuro que conviene borrar definitivamente. Cary Grant, con esta se?ora, no hubiera hecho migas.El car¨¢cter patol¨®gico de la dama sure?a y millonaria es l¨®gico si consideramos que la obra, De repente, el ¨²ltimo verano, viene firmada por el dramaturgo Williams, tan sure?o ¨¦l que cambi¨® su nombre de pila por el de su estado: Tennessee. Los infiernos de regio sabor et¨ªlico, homosexual y, en este caso, hasta de antropofagia visceral, a los que el autor desciende en sus obras llegan aqu¨ª a rozar el paroxismo. Los mayores desequilibrios y las m¨¢s aterradoras neurosis entran a saco, aunque con la suavidad esc¨¦nica propia de un realizador tan elegante como Mankiewicz, desde el momento en que Katharine Hepburn, en secuencia emocionante, desciende por su lujoso elevador y hasta que, bien transcurridos los excesos, se eleva sediciosa en el mismo artilugio.
De repente el ¨²ltimo verano se emite hoy a las 22
05 horas por TVE-2.
Di¨¢logos
Mankiewiez se entrega a la obra con sumo respeto, discreto. Se dir¨ªa que la fidelidad es para ¨¦l -y para su coguionista, Gore Vidal- virtud extrema. Pero pone toda la carne en el asador; sus agallas para penetrar en las torturadas y ag¨®nicas criaturas de Williams superan, c¨®mo no, las de Kazan, pero tambi¨¦n las de Brooks e incluso habr¨ªa de decir que las de Huston, cuya La noche de la iguana sigue siendo un ejemplo efectivo -su reposici¨®n a¨²n reciente lo confirm¨®de las crispaciones de sus or¨ªgenes teatrales. La gracia de Mankiewicz radica en una ecuaci¨®n id¨®nea entre el texto y su visualizaci¨®n. Casi sin darnos cuenta, sigilosamente, la puesta en escena del realizador contribuye a dar car¨¢cter a los valores dram¨¢ticos de la obra. Ese jard¨ªn id¨ªlico y a la vez, en su contexto fat¨ªdico; esos interiores suntuosos por los que, como un cuchillo afilado, se ha cruzado un pasado de poderosa violencia interna; esas plantas carn¨ªvoras de Hepburn, met¨¢fora feroz de su propia persona... todo el atrezzo, como en las grandes obras del cine, est¨¢ elaborado en funci¨®n del discurso, de manera que lo conceptual, el di¨¢logo -y el di¨¢logo, ya se sabe, es fundamental en las pel¨ªculas de Mankiewicz- penetre en nuestras clavijas acompa?ado, subrayado por im¨¢genes que ya no podr¨¢n disociarse jam¨¢s de su sentido. Trat¨¢ndose de cine eso es lo que cuenta.
De repente, el ¨²ltimo verano, acaso desdibuje su unidad con un flash-back, hacia el final, demostrativo de lo que en la pel¨ªcula hay de sugerente. Es un flash back que ha de contarnos las turbulencias sexuales y amorales de toda la historia y probablemente fuera esa escena la que impidi¨® que el filme de Mankiewicz no pudiera estrenarse en nuestras pantallas hasta 1980 -la pel¨ªcula es de 1959-. Esos momentos explicativos de la playa fueron rodados en la Costa Brava.
Obra fuerte -en toda la extensi¨®n de la palabra-, bella e inteligente, De repente, el ¨²ltimo verano se apoya en grandes interpretaciones. La Hepburn -que est¨¢ menos simp¨¢tica que de costumbre- se lleva la palma; no por ello hay que dejar de aplaudir a Elizabeth Taylor, que con esta pel¨ªcula y con Cleopatra -que veremos la semana pr¨®xima- se reparte lo mejor de su carrera, ni a Montgomery Clift -de rostro implacablemente torturado tras su c¨¦lebre accidente- ni a ese prodigio de contenci¨®n y furia que es Mercedes McCambridge.
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