El tren de la discordia
Los retrasos e incomodidades de la l¨ªnea Madrid-Fuenlabrada han provocado numerosos incidentes en la estaci¨®n de Atocha
Entre las seis y las nueve de la ma?ana, las horas punta para ir al trabajo, la estaci¨®n de Fuenlabrada se convierte en un continuo reguero de gente. Los ¨²ltimos viajeros en subirse al tren, que est¨¢ a punto de efectuar su salida, saltan desde el arc¨¦n y cruzan apresuradamente las v¨ªas. Arturo Cascales, de 42 a?os, empleado de un ministerio, utiliza a diario el tren para desplazarse hasta su trabajo. "En lo que va de mes he tenido que recuperar 28 horas por los retrasos", dice. "Lo peor de todo es que me da verg¨¹enza llegar tarde casi todos los d¨ªas y presentarme con la misma cantilena: ya sabes, lo de siempre". Sus compa?eros de compartimiento asienten al escuchar sus palabras.Cascales, que est¨¢ casado y tiene tres hijos, encontr¨® en Fuenlabrada facilidades suficientes como para embarcarse en la. aventura de comprar una casa hace 15 a?os. Parejas como la suya multiplicaron por 10 el n¨²mero de habitantes de una ciudad dormitorio en la que no se hab¨ªan previsto carreteras de acceso ni medios de transporte suficientes. Con un censo de 143.000 habitantes, lo que algunos vecinos denominan la ciudad sin ley se ha convertido en una localidad empobrecida por el paro -m¨¢s de 8.000 trabajadores sin empleo, en su mayor¨ªa de la construcci¨®n- e integrada por familias j¨®venes entrampadas con la compra del piso y con ni?os peque?os que atender.
"Es insufrible"
La mayor parte de los viajeros, muchos de los cuales abandonan su casa a las siete de la ma?ana y regresan pasadas las nueve de la noche, no dispone de otro medio que el tren para desplazarse en uno u otro sentido. "El viaje en autob¨²s en insufrible", se?ala el dependiente de una perfumer¨ªa. "Y los que tienen coche", a?ade, "se arriesgan a pasar m¨¢s de una hora parados en un atasco: lo mismo da que vayan por la carretera de Toledo que por la de Extremadura...". "Estamos vendidos", concluye con un tono que denota desesperaci¨®n.Un viajero que trabaja en la localidad de San Sebasti¨¢n de los Reyes, situada a 18 kil¨®metros de Madrid en direcci¨®n a Burgos, comenta que debido a una de las huelgas realizadas por los empleados de Renfe antes de Semana Santa se atrevi¨® a utilizar el autom¨®vil para llegar al trabajo. Sali¨® de Fuenlabrada a las 6.15 y lleg¨® a las diez de la ma?ana a la empresa. El conductor hab¨ªa efectuado un recorrido de 35 kil¨®metros por carretera y hab¨ªa atravesado Madrid de punta a punta.
Pese a las caras de sue?o y las cabezaditas que da alg¨²n que otro viajero, el vag¨®n se ha convertido en marco de una animada reuni¨®n. La mayor¨ªa de los pasajeros viajan en peque?os grupos y se quitan con impaciencia la palabra para contar su particular rosario de an¨¦cdotas con un ¨²nico protagonista: Renfe.
"Esto hay que vivirlo para creerlo", comenta un hombre que est¨¢ jugando a las cartas. "Mis hijos ya no me conocen". Una noche les tuvieron encerrados, con el tren parado en medio del campo, desde las nueve de la noche hasta la una de la madrugada. Ese d¨ªa salieron a relucir los "peque?os grandes" problemas ocasionados por los retrasos: la se?ora inquieta que cree que no va a llegar a tiempo para darle el biber¨®n a su beb¨¦, el hombre desesperado porque ten¨ªa que recoger,a los ni?os en la guarder¨ªa... Muchos no se atrevieron a pensar qu¨¦ hubiera sucedido si el retraso se hubiera producido por la ma?ana, de camino al trabajo.
"Utilizo el tren porque no tengo m¨¢s remedio", precisa otro pasajero, que no quiere dar su nombre, pero tengo bien claro que Renfe es lo m¨¢s informal que existe; no respeta la dignidad del usuario, que paga como Dios manda". No es dif¨ªcil o¨ªr comentarios como ¨¦stos en cualquier momento. Los retrasos, las incomodidades -"peor que en el metro en las horas punta"-, la lentitud de los trenes y la falta de informaci¨®n son las principales quejas de los usuarios de la l¨ªnea Madrid-Fuenlabrada.
Otros critican la campa?a publicitaria de imagen de la compa?¨ªa: "?C¨®mo vamos amirar los currantes al tren con ojos nuevos si cada d¨ªa madrugamos m¨¢s y llegamos m¨¢s tarde a casa por la noche?".
Los problemas en el trayecto se plantean siempre en el estrechamiento de Villaverde, un cuello de botella por el que pasan los trenes de Fuenlabrada, Parla y Getafe adem¨¢s de los de largo recorrido con destino a Extremadura, Andaluc¨ªa y Levante.
Los viajeros no se muestran partidarios de las medidas de fuerza, pero "lo cierto es que desde que tuvimos los ¨²ltimos follones hay menos retrasos", concluyen. "Los trenes van m¨¢s despacio, pero ahora nos dan la entrada en seguida en la estaci¨®n para evitar el calentamiento del personal".
A lo largo del trayecto no ha aparecido ning¨²n revisor. Un usuario confiesa orgulloso que viaja gratis desde hace 10 meses, y otro denuncia que hay d¨ªas que te pican el billete varias veces. Cuando el tren entra en la estaci¨®n de Atocha los viajeros suspiran aliviados y caminan apresuradamente por el and¨¦n. Un grupo numeroso corre hasta la boca de metro m¨¢s pr¨®xima, mientras otros alcanzan la parada del autob¨²s. Un 10% de los viajeros que llegan desde Fuenlabrada deber¨¢n desplazarse hasta las localidades de Torrej¨®n y Coslada, situadas en la carretera de Barcelona.
Regreso a casa
Los problemas se repiten a la hora del regreso a casa, aunque los trabajadores se reparten en los trenes de la tarde de manera escalonada. El tren de las 17.50 sale de Atocha con nueve minutos de retraso. "Esto no supone mayor problema en el trayecto de vuelta", comentan Miguel ?ngel y Jaime, que trabajan en unas oficinas cerca de los Nuevos Ministerios, "pero los continuos retrasos a primera hora de la ma?ana te hacen llegar tarde al trabajo la mitad de los d¨ªas. Y si esperas a que los empleados de Renfe te entreguen un justificante, tardas una o dos horas m¨¢s".Ambos fueron testigos de los incidentes que se produjeron el pasado 7 de abril. Miguel relata lo ocurrido aquel d¨ªa: "Eran las ocho de la ma?ana cuando el tren se detuvo a poco m¨¢s de medio kil¨®metro de Atocha. No se nos daba explicaci¨®n alguna, como es habitual, y la gente comenzaba a inquietarse. Pasaron como 15 minutos, y unos viajeros que hab¨ªan descendido del tren informaron al resto que el conductor y el revisor hab¨ªan abandonado la cabina. La gente estaba ya desesperada y algunos viajeros lanzaron piedras contra las cabinas". Los pasajeros alcanzaron la estaci¨®n por su propio pie.
Un portavoz de Renfe explic¨® al d¨ªa siguiente que el tren Fuenlabrada-Madrid se detuvo en el puente de se?ales debido a una peque?a aver¨ªa. Seg¨²n la misma fuente, los viajeros permanecieron cinco minutos en el interior del convoy. Varios testigos de los hechos se?alaron que Renfe no inform¨® en ning¨²n momento de la causa de la detenci¨®n del tren.
Juli¨¢n Vicente Sanz trabaja en una f¨¢brica en Madrid y tiene que coger todos los d¨ªas el tren desde Zarzaquemada (Legan¨¦s). ?l presenci¨® los incidentes del 3 de abril, cuando centenares de pasajeros enfurecidos por el retraso de un tren destrozaron parte de las ins talaciones de la estaci¨®n de Atocha. "Pasaban ya las ocho y media de la tarde", recuerda, "y hab¨ªa gente que llevaba m¨¢s de una hora esperando la salida". Cuando los viajeros se apretujaban en el interior del tren que por fin les llevar¨ªa a su destino, Renfe- comunic¨® la existencia de una aver¨ªa que les obligaba a cambiar de convoy.
La ira de los viajeros estall¨® definitivamente, y la estaci¨®n de Atocha -modelo t¨ªpico de arquitectura de hierro- sufri¨® lo que algunos definen corno una operaci¨®n de castigo contra la compa?¨ªa. Juli¨¢n Vicente Sanz recuerda a decenas de pasajeros enfurecidos lanzando piedras contra los trenes, paneles electr¨®nicos, taquillas y cristales. Entonces decidi¨® regresar en taxi a Zarzaquemada con unos amigos "para evitar follones".
Peor suerte corrieron cuatro personas que participaron en los incidentes, que fueron detenidas y puestas posteriormente a disposi¨®n judicial. El Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 32, que instruye las diligencias por des¨®rdenes p¨²blicos en la estaci¨®n, puso en libertad a los detenidos, aunque un portavoz del juzgado asegur¨® que se ha incoado un expediente y que el proceso sigue adelante.
La compa?¨ªa evalu¨® las p¨¦rdidas materiales en 20 millones de pesetas. Los trabajadores de Renfe celebraron una asamblea el 9 de abril. D¨ªas despu¨¦s, las estaciones de la l¨ªnea Madrid-Fuenlabrada amanecieron encarteladas con una nota del comit¨¦ de transportes y comercial de Madrid-Atocha en la que amenazaban con paralizar el servicio "tan pronto se ponga en peligro la integridad f¨ªsica de un ferroviario".
Los trabajadores puntualizaron que las acciones programadas no iban contra los usuarios, sino contra la direcci¨®n de la empresa, "que pol¨ªticamente se ha comprometido a realizar un servicio con medios, personal e instalaciones totalmente insuficientes".
El 'camello'
El final de la jornada y el cansancio no animan a los pasajeros que siguen la ruta inversa y se dirigen de Fuenlabrada a Madrid a abalanzarse sobre el tren que hace el recorrido C¨¢ceres-Madrid, popularmente conocido como el camello por el aspecto jorobado de sus puertas. Un. buen n¨²mero de los viajeros que esperan en la estaci¨®n de Fuenlabrada prefiere aguardar un poco y viajar ampliamente en el tren de cercan¨ªas antes que "ahogarse" en los estrechos pasillos y los avejentados compartimientos del camello.A una velocidad que milagrosamente supera en alguna ocasi¨®n los 40 kil¨®metros por hora, el camello tarda cerca 40 minutos en llegar al apeadero de Atocha. El tren se detiene a unos 500 metros de los andenes. "Ya empezamos", suspira una voz an¨®nima en el pasillo abarrotado. Poco despu¨¦s, el camello avanza denuevo a paso de tortuga, al tiempo (que emite un pitido chill¨®n. La misma voz resueria ir¨®nicamente en la b¨®veda del vag¨®n: "Eso, y encima nos tocan el pito".
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