Humano modo
Confieso humildemente mi perplejidad. En mis tiempos, ay, ya algo lejanos, de estudiante de Derecho y de mis primeras novias, el matrimonio can¨®nicamente v¨¢lido era el que se denominaba "rato y consumado", es decir, contra¨ªdo leg¨ªtimamente seg¨²n los formalismos exigidos y llevado a cabo seg¨²n mandaban otros c¨¢nones, menos sagrados pero imperiosos, los de la especie humana, el apetito de los sentidos, la mutua complacencia y el amor de la pareja.Ahora parece que, en el seno de una de las congregaciones cardenalicias del Vaticano, existe una profunda discusi¨®n sobre la hermen¨¦utica del canon 1.061, que trata de la forma en que ha de consumarsela coyunda para que sea v¨¢lida a los ojos de Dios.
Los partidarios de una y otra interpretaci¨®n se lanzan a la palestra dial¨¦ctica a causa de la locuci¨®n humano modo, que acompa?a al vocablo coito en el mencionado texto legal. Es decir, que el acto sexual ha de ser realizado de forma humana y no de cualquier manera. Y a partir de ah¨ª, la pol¨¦mica reviste caracteres de suprema y matizada picard¨ªa. Se habla de hechos externos, de c¨®pulas naturales, de actos humanos y otros que no lo sean, de penetraciones justas e injustas, en estado de erecci¨®n et¨ªlica o en actitud de violencia f¨ªsica. Un repertorio que para s¨ª quisieran los autores m¨¢s conocidos de la literatura er¨®tica.
Realmente, la teolog¨ªa moderna ?necesita extenderse a tales detalles fisiol¨®gicos? ?Se concibe un manual para uso de novios creyentes con figuras numeradas: figura 1, hechos externos, figura 2, c¨®pula natural, figura 3, penetraci¨®n injusta pero v¨¢lida; figura 4, marido con copas?
?A d¨®nde vamos a parar con esta obsesi¨®n sexual de algunos moralistas, condenados voluntariamente a castidad obligatoria y solter¨ªa vitalicia? ?Por qu¨¦ llevar sus represiones al cat¨¢logo de un c¨®digo eclesi¨¢stico? ?Por qu¨¦ no dejar esos an¨¢lisis morbosos en los que el rijo se hace presente y respetar la capacidad intelectual y moral de la mujer y del hombre sin necesidad de vigilantes intermediarios? Se concibe la hilaridad del padre eterno al escuchar estas pedanter¨ªas anatomo-fisiol¨®gicas de sus representantes acreditados en el planeta Tierra. Al Dios de la sabidur¨ªa plenaria, ?qu¨¦ le parecer¨¢n estos fervorines seudocient¨ªficos? ?Y si el primer ayuntamiento de la historia, entre Ad¨¢n y su reci¨¦n elaborada esposa, se hizo sin alguno de los requisitos del canon 1.061, qu¨¦ le vamos a hacer? ?Habr¨ªa acaso que empezar de nuevo? Toda la historia de la humanidad, ?ser¨ªa acaso un gigantesco proceso de ilicitudes sexuales por no haber consultado a tiempo el c¨®digo can¨®nico?
Ya en torno a las discusiones sobre la ley del aborto padecimos otro vocabulario parecido. El vocablo cigoto goz¨® entonces de gran aceptaci¨®n. Como siempre ocurre en las pol¨¦micas humanas, las palabras acaban siendo usadas como proyectiles rompedores. Casi nadie sab¨ªa lo que era el cigoto, pero todos comprend¨ªan que era un t¨¦rmino remoto e impenetrable. Se le atribuyeron cualidades, prop¨®sitos, talantes e intenciones. En Italia, un humorista escribi¨®, incluso, unAibro titulado Memorias de un cigoto. Cuando vino la abnegada y admirable madre Teresa de visita a Madrid, hubo alguien que se interes¨® por los cigotos de Calcuta que, al parecer, ten¨ªan negro porvenir, aunque, segun un conocido novelista franc¨¦s, sea la ciudad m¨¢s alegre del mundo.
La discusi¨®n sobre el humano modo de engendrar me recuerda una pol¨¦mica que en Francia se encendi¨® a cuenta de una novela cruda y realista, no s¨¦ si de Frangois Mauriac o de Juli¨¢n Green, ambos escritores eminentes y de inequ¨ªvoca filiaci¨®n cat¨®lica. Y los dos, asimismo, esp¨ªritus atormentados por las sendas ambivalentes de la carne. Un cr¨ªtico muy conservador atac¨® a la novela por entender que las precisas descripciones de la obra -"los detalles exactos"-, que dijo Stendhal- la convert¨ªan en poco menos que pornograf¨ªa. El cat¨®lico autor contest¨® en un art¨ªculo memorable del que recuerdo esta frase: "Hay que hablar de estas cosas con naturalidad. No se: puede, por ejemplo, hablar de banquetes sin citar un solo men¨². E incluso sin detallar los pormenores gastron¨®micos del mismo. ?Y qu¨¦ puede ser m¨¢s revelador para conocer ' el car¨¢cter de las gentes que mirar su manera de comer?". Y lo mismo, a?adir¨ªa yo, vale para su forma de cumplir con las dem¨¢s necesidades fisiol¨®gicas.
En fin, al humano modo seguir¨¦ mi rumbo existencial tratando en cada momento cumbre de examinar primero las circunstancias de lugar y tiempo, corno dec¨ªan los comedi¨®grafos de anta?o, para no caer en posturas her¨¦ticas. Pero abundando en la an¨¦cdota anterior dir¨¦ que el humano modo es, a mi juicio, iniciativa personal, idiosincrasia singular, creatividad est¨¦tica, fantas¨ªa dual, diarqu¨ªa sensual, armon¨ªa sinf¨®nica e intercambio constitucional. Para hacer el amor no es menester tener un programa. ?Y que Dios nos coja confesados y nos libre de los c¨®digos que convierten en est¨¢ticos los m¨®viles flujos del dinamismo humano!
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