Cecilia Gasdia no es la nueva Callas
El prestigio literario de las enfermedades misteriosas encontr¨® larga respuesta en los escenarios oper¨ªsticos. As¨ª, el fen¨®meno del sonambulismo dio pie a ¨®peras de Puccini, Paer, Garaza, Ricci, Valentini y Miceli. Ninguno alcanz¨® la fortuna de Bellini con su Son¨¢mbula, estrenada, al igual que Norma, el a?o 1831 en Mil¨¢n. No tardaron mucho en llegar a Espa?a arribas obras, pues Madrid las aplaudi¨® en 1834.Por m¨¢s elogio que merezca la melod¨ªa belliniana, que salvo excepciones no alcanza en Son¨¢mbula los niveles de calidad chopiniana que Norma, su inter¨¦s ha deca¨ªdo con el paso del tiempo. Ya, dec¨ªa Wagner que en lo que Bellini tiene de inferior "cualquier maestro, de aldea puede superarle". Nada nos atrae la parte orquestal, limitada al m¨¢s elemental sostenimiento de las voces. Y en cuanto a la pieza teatral, es dificil para un director esc¨¦nico hacer algo que merezca la pena con tan pobres materiales.
Teatro L¨ªrico Nacional
La son¨¢mbula, de Romani y Bellini. Director esc¨¦nico: Jos¨¦ Luis Alonso. Director musical: Robert Paternostro. Int¨¦rpretes: Laszlo Polgar, Mabel Perelstein, Cecilia Gasdia, Dalmacio Gonz¨¢lez, Paloma P¨¦rez ??igo, Alfonso Echevarr¨ªa y Julio Pardo. Escenarios y luces: Sim¨®n Su¨¢rez. Figurines: Pedro Moreno. Coro: Jos¨¦ Perera. Coreograf¨ªa: Alberto Lorca. Teatro de la Zarzuela, 18 de abril.
Por ello me pareci¨® acertada la intenci¨®n de Jos¨¦ Luis Alonso y la de sus colaboradores, el escen¨®grafo Sim¨®n Su¨¢rez y el figurinista Pedro Moreno, de montarlo todo a modo de sugerencia ambiental, "que no rompa la melod¨ªa ni enturbie el clima de enso?aci¨®n". Estamos ante un romanticismo enfermizo, con olor y color de vieja y amarillenta estampa alpina, que se sostiene ¨²nicamente gracias a su majestad la melod¨ªa: entronic¨¦mosla pues.
Lo primero que el imperio mel¨®dico exige son grandes voces y grandes cantantes, y en esto la Amina, de Bellini, hace historia. Sus creadoras, a trav¨¦s del tiempo, se han llamado Pasta, Atti, Malibr¨¢n, Tetrazzini, Pons, Dal Monte, Callas, Sutherland o Scotto. Ahora la joven y atractiva Cecilia Gasdia, (Verona, 1960), se suma a la gran relaci¨®n. Es una artista aut¨¦ntica, aunque todav¨ªa diste de estar madura para un papel como el interpretado ahora.
Recuerdo de 'la divina.'
Por otra parte, no le hacen ning¨²n favor a la Gasdia quienes en sus comentarios o en su propaganda la se?alan como una nueva Callas, pues no existe, en ning¨²n orden, la menor relaci¨®n entre la legendaria y divina Mar¨ªa Callas y la human¨ªsima y limitada Cecilia Gasdia. Hay que tener cuidado y no abusar de los mitos, cuya recordaci¨®n suele vengarse con quienes los invocan.Tambi¨¦n es la Son¨¢mbula ¨®pera de gran tenor, y ah¨ª est¨¢n los hist¨®ricos Rubini, los McCorman, los Schipa y los Kraus. No les llega el olotense Dalmacio Gonz¨¢lez, aunque consiguiese una l¨ªnea m¨¢s que aceptable, digna del aplauso recibido. Brill¨® mucho en su Teresa la mezzosoprano Mabel Perelstein, de timbre tan hermoso como la densidad de su voz.
Paloma P¨¦rez ??igo salv¨® con dificultad alg¨²n agudo pero mantuvo el buen tono estil¨ªstico que la caracteriza. Me interes¨® muy poco el trabajo del experto director musical Robert Paternostro, ya que contribuy¨® a crear y mantener un ambiente tedioso del que el p¨²blico emergi¨®, de cuando en cuando, impulsado por el lirismo virtuosista de las melod¨ªas de Bellini.
En suma: sin caer por debajo de una t¨®nica profesional que la zarzuela mantiene ¨²ltimamente con gran exigencia, no asistimos a una representaci¨®n brillante. Si todas lo fueran no las estimar¨ªamos como se debe, ni existe teatro oper¨ªstico en todo el mundo capaz de convertir la excepci¨®n en h¨¢bito.
S¨®lo de tarde en tarde: se conjuntan como en la Scala de Mil¨¢n, en 1955, un Leonard Berstein, una Mar¨ªa Callas y un Luchino Visconti para hacer de la Son¨¢mbula de Bellini un acontecimiento fuera de serie.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.