L¨¦on Krier
El retorno a la arquitectura cl¨¢sica
L¨¦on Krier no muestra indicios de narcisismo, pero insin¨²a que es un hombre que tiene conciencia de ser ¨²nico, un personaje que se ha inventado un mundo a su medida. A los 20 a?os ten¨ªa ya opini¨®n propia sobre arquitectura, y no tuvo reparos en hac¨¦rselo notar a sus profesores. Una sinceridad que le cost¨® abandonar la Universidad. Sin haber terminado sus estudios acad¨¦micos, ha dado clases de arquitectura en Londres, ha publicado libros y ha alcanzado la fama antes de que empezara a construir, hace dos a?os.
No cree que haya en ¨¦l connotaciones de joven precoz, pero s¨ª una punta de rebeld¨ªa. S¨®lo admite un encargo si se le concede absoluta libertad para crear. ?sa ha sido una de las razones por las que ha retrasado su obra: "A menudo los arquitectos no pueden convencer a sus clientes de lo que quieren hacer y tienen que supeditarse a ellos". Asesor de una empresa norteamericana, por fin ha tenido carta blanca para hacer dos casas en Florida, que, naturalmente, han aparecido ya en diversas publicaciones. Tanta tardanza en construir por parte de un cr¨ªtico tan feroz de la arquitectura moderna ha creado cierta expectaci¨®n. Ahora, con 40 a?os, Krier proyecta una urbanizaci¨®n en Tenerife con capital alem¨¢n, que se llamar¨¢ Atlantis y que espera terminar en el a?o 2000. D¨ªas atr¨¢s ha participado en el congreso sobre capitales europeas organizado por el Ayuntamiento de Madrid.Naci¨® en Luxemburgo, en una familia cat¨®lica con cierta vena art¨ªstica. Su madre es pintora y no ha perdido a¨²n la afici¨®n al piano. Su hermano mayor, Robert, conocido arquitecto, le influy¨® en la elecci¨®n de la carrera. "Primero quise ser ingeniero de aviones y me pasaba horas y horas dibujando. Pero los dibujos de mi hermano me impresionaron y decid¨ª hacer Arquitectura". Se fue a estudiar a Sttugar, pero s¨®lo dur¨® all¨ª nueve meses. Uno de sus profesores estim¨® que sus dibujos recordaban la arquitectura del III Reich y orden¨® que los rehiciera. "Esto es lo mejor que yo s¨¦ hacer. Retocarlo ser¨ªa empeorarlo", dijo el joven. Tal franqueza le cost¨® la carrera, pero Krier sigue creyendo que ten¨ªa raz¨®n: "Hab¨ªa entonces una discusi¨®n muy fuerte sobre arquitectura, una prohibici¨®n t¨¢cita del urbanismo con ejes fuertes. Luego supe que aquel profesor hab¨ªa tenido un estudio importante durante la ¨¦poca nazi. Deb¨ªa sentirse culpable".
En Londres, donde ahora vive, trabaj¨® con James Sterling y dio clases en la Architectural Asociation, un centro privado donde el profesor goza de total libertad. Una etapa, la did¨¢ctica, que ahora ha arrinconado. "No soy un te¨®rico. Simplemente he tardado 10 a?os en reunir las condiciones necesarias para crear mi obra".
Krier es un defensor radical de la arquitectura cl¨¢sica. "La arquitectura tradicional suele ser un 20% m¨¢s cara que la moderna, pero su mantenimiento es m¨¢s barato; es una inversi¨®n a largo plazo". El funcionalismo, asegura, est¨¢ ligado a los intereses industriales y "contradice toda una concepci¨®n de belleza y moral tradicional, en especial la tradici¨®n judeo-cristiana". Es partidario de que la vivienda se diferencie de los edificios p¨²blicos, algo que la arquitectura moderna no respeta. Tampoco es ben¨¦volo con la tendencia posmoderna: "Es una evoluci¨®n dentro del modernismo por parte de quienes est¨¢n aburridos del funcionalismo y no saben a¨²n lo que quieren".
Su conservadurismo no es exactamente pol¨ªtico, pero no es ajeno a esa corriente de neoliberales europeos que apoyan el ecologismo a la par que las tradiciones. A?ora la Iglesia preconciliar, "porque entonces lideraba la cultura" y no oculta su animadversi¨®n al Vaticano II. Desencantado, afirma que "el peor enemigo de la Iglesia es la Iglesia".
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