Michael Deaver
El 'mago de la imagen' de Reagan se enfrenta a una investigaci¨®n judicial
Hace un a?o era el mago de la imagen de Ronald Reagan en la Casa Blanca, por 70.000 d¨®lares (unos 10 millones de pesetas) anuales; hoy, Michael Deaver gana 400.000 d¨®lares en una firma de relaciones p¨²blicas y consultor¨ªa privada, pero se enfrenta a una investigaci¨®n judicial por presunta violaci¨®n de las leyes que regulan el conflicto de intereses. Puede que Deaver, de 48 a?os, haya ido demasiado lejos en, la utilizaci¨®n de su vieja amistad con el presidente y su esposa, Nancy, que le consideran casi como a un hijo.
Cinco senadores dem¨®cratas han pedido al ministro de Justicia una investigaci¨®n judicial independiente sobre el uso que ha hecho Deaver de sus contactos en la Casa Blanca para ayudar a sus clientes, en especial los Gobiernos de Canad¨¢, Corea del Sur, Puerto Rico y la empresa de construcciones militares Rockwell International. El antiguo asesor de imagen del presidente ha pasado as¨ª a engrosar una larga lista de cargos p¨²blicos - 110 seg¨²n la lista que el pasado domingo publicaba The Washington Post- que han sido acusados de falta de ¨¦tica o de ilegalidad en su conducta desde que la Administraci¨®n Reagan se hizo cargo del poder, en enero de 1981.Comienza a hablarse del deavergate, y este h¨¢bil relaciones p¨²blicas, calvo con cabeza de huevo y gafas de concha que se desplaza en un Jaguar X16 con ch¨®fer y tel¨¦fono, va a tener que explicar muchas cosas. Por ejemplo, c¨®mo despu¨¦s de entrevistarse en febrero de 1985 en la Casa Blanca con un miembro del Gobierno canadiense se interes¨® s¨²bitamente por la lluvia ¨¢cida y, tras dejar el servicio del presidente, firm¨® un contrato con Canad¨¢ por 105.000 d¨®lares al a?o. Su primer fruto ha sido que Ronald Reagan acepte financiar con 5.000 millones de d¨®lares un estudio sobre este problema que preocupa mucho al Gobierno de Ottawa. La llamada lluvia ¨¢cida es el efecto contaminante producido por las industrias pesadas norteamericanas de Detroit, Pittsburgh y Chicago, que los vientos transportan a Canad¨¢, donde caen con la lluvia, perjudicando el medio ambiente.
Relaciones con Canad¨¢
La legislaci¨®n norteamericana prohibe a los antiguos funcionarios hacer lobby (influir de una forma legal) en asuntos en los que tuvieron relaci¨®n cuando estaban en el Gobierno. Tambi¨¦n tienen prohibido discutir negocios privados con sus antiguos departamentos hasta al menos un a?o despu¨¦s de haberlos abandonado. The Washington Post inform¨® la pasada semana que Deaver sonde¨® ya al Gobierno canadiense como posible cliente de la empresa que pensaba montar cuando a¨²n estaba en la Casa Blanca. En el caso de Canad¨¢, Deaver ha logrado que Reagan, que se opon¨ªa a considerar seriamente la lluvia ¨¢cida, nombrar¨¢ un enviado especial para el tema. Deaver, cuya empresa de relaciones p¨²blicas -Michael Deaver Associates- tiene unos ingresos anuales de 4,5 millones de d¨®lares, niega que haya -violado la ley y Ronald Reagan afirma que "tengo la mayor fe en la integridad de Mike" Sin embargo, dos organismos gubernamentales est¨¢n investigando ya sus actividades por si resultan delictivas.Deaver, que se califica a s¨ª mismo como "un consultor de asuntos p¨²blicos", admite que habla personalmente por tel¨¦fono con Nancy Reagan, pero afirma que nunca discute los problemas con el presidente. La propia Nancy ha sido quien ha dejado a Deaver que mantenga el pase de la Casa Blanca, lo que le permite, entre otras cosas m¨¢s importantes, ir a jugar con el director del FBI a la pista de tenis del jard¨ªn sur de la mansi¨®n presidencial o recibir todas las ma?anas en su oficina la agenda detallada de la actividad diaria del presidente.
Otras actividades de este genio de las relaciones p¨²blicas tambi¨¦n est¨¢n siendo investigadas. La Administraci¨®n e acus¨® al Gobierno de Corea del Sur de pr¨¢cticas comerciales injustas y el Gobierno de Se¨²l adquiri¨® los servicios de Deaver por 1,2 millones de d¨®lares. Para impresionar a su cliente, Deaver concert¨® desde Corea una entrevista entre Reagan y un alto funcionario coreano. A continuaci¨®n, por si pudiera ser de ayuda, Deaver contrat¨® para este caso al n¨²mero dos de la oficina del representante comercial de EE UU.
Gracias a Deaver, que fue capaz de comunicar desde Washington con el secretario de Estado cuando volaba con Reagan en el avi¨®n presidencial Air Force One hacia la cumbre de Ginebra el pasado a?o, otros de sus clientes consiguieron salvar una serie de ventajas fiscales por valor de 600 millones de d¨®lares para empresas norteamericanas que invierten en Puerto Rico.
Han resultado tambi¨¦n sospechosos sus esfuerzos para persuadir al Gobierno que compre sus bombarderos B-I, que fabrica otro de sus clientes, Rockwell International. Para lograrlo, Deaver se entrevist¨® con el director del presupuesto, Jim Miller. "No he violado ninguna ley", explic¨® el pol¨¦mico lobbysta, "ya que Miller no forma parte t¨¦cnicamente de la Casa Blanca". La Boeing es tambi¨¦n cliente de su firma, en un momento en que compite con la McDonnell Douglas por conseguir el contrato para construir dos nuevos aviones para el presidente.
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