Reyes
El reciente viaje de Sus Majestades los Reyes de Espa?a a Londres a ver a sus familiares y colegas los reyes de Inglaterra ha suscitado diversos comentarios, todos favorables, entre los que predominan los extasiados ante la solidez del ritual de la monarqu¨ªa inglesa. Se trata de una obra de teatro muy bien ensayada a lo largo de siglos, con m¨¢s representaciones que las comedias de Agatha Christie y con los actores dentro de la sobria escuela del naturalismo interpretativo ingl¨¦s.Bastaba ver a la reina Isabel escuchando sin o¨ªr, mirando sin ver y sonriendo en acto de servicio, mientras el rey consorte, cumplidas ya sus regias funciones sementales y algo deca¨ªdo el esqueleto, percha anta?o de ejemplares uniformes, conserva un saber no estar estando que le convierte en el ejemplo posible y encarnado del hombre invisible. Uno no se imagina a este matrimonio consultando golpes de Estado con la almohada ni rescatando pol¨ªticos al pie del cadalso, cort¨¢ndoles la soga con unas tijeras de platino y brillantes. Reinan sin dramatismos, aburridamente, y el pueblo les premia con aplausos por lo bien que interpretan la comedia de la continuidad.
Tambi¨¦n pudimos ver a Margarita, la Carolina de M¨®naco de los a?os cincuenta. Sus historias de amor se relacionaban m¨¢s con las novelas de Rabinad que con los desplegables de Penthouse. Margarita y el coronel se rozaban las es quinas del cuerpo en los desfiles, contactos furtivos y vergonzantes de figurones con principios, mientras su hermana preparaba en el yunque din¨¢stico todos los hijos que hiciera falta para que la descendencia no quedara en peligro. ?De qu¨¦ hablan las dos hermanas en los bautizos, los entierros y las recepciones? Igual no se dicen nada, o comentan que ha llegado el tiempo de podar los rodoendros, o que amarillea la dentadura de Inglaterra, esas ya, no tan blancas rocas de Dover. Y en cuanto a los primos, a esos j¨®venes primos es pa?oles, les parecen reyes excitantes, precisamente porque consultan golpes de Estado con las almohadas y siempre tienen a punto tijeras de platino y brillantes para cortar la soga del ahorcado.
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