El 'gansterismo internacional 'y sus recompensas
Cuando la Administraci¨®n de Reagan lleg¨® al poder en 1981, la revista Foreign Affairs public¨® un editorial del respetado intelectual Robert Tucker que proporciona una visi¨®n clarificadora del pensamiento que subyace tras los acontecimientos que se han venido desarrollando desde entonces. Tucker distingue entre necesidades y deseos. Cuando Estados Unidos tiene necesidades, debe estar preparado para recurrir a la violencia para, satisfacerlas. Tal como Jeane Kirkpatrick explicaba en Commentary por aquellos d¨ªas, "la intervenci¨®n por la fuerza en los asuntos internos de otra naci¨®n no es ni imposible ni inmoral" -es simplemente ilegal un delito por el que ahorcaban a la gente en Nurenberg y en Tokio, aunque tal sentimentalismo no le preocupa a una mente totalitaria.El ejemplo de las necesidades de Tucker es Oriente Pr¨®ximo, donde elementos locales podr¨ªan bloquear nuestro derecho de acceso a sus recursos, poniendo en peligro nuestro bienestar econ¨®mico y la integridad de (nuestras) instituciones b¨¢sicas. "Debemos, pues, utilizar la fuerza como defensa contra tal agresi¨®n". No hay, por supuesto, el derecho rec¨ªproco de acceder a nuestros recursos, es decir, a nuestros alimentos. Los antecedentes de esta doctrina se pueden encontrar, por ejemplo, en los archivos nazis.
El segundo, ejemplo de Tucker es Centroam¨¦rica, donde no tenemos necesidades, aunque tenemos deseos. Por tanto, estamos autorizados a utilizar la violencia, por "razones de orgullo y de tradici¨®n hist¨®rica". No resulta dif¨ªcil pensar en antecedentes hist¨®ricos.
Este interesante documento fue aceptado con ecuanimidad por las elites intelectuales norteamericanas, que aparentemente consideran natural que su Gobierno adopte la postura moral de Hitler y Atila, el rey de los hunos. Result¨® ser un mensaje inaugural apropiado para la Administraci¨®n de Reagan, que ocupa un alto puesto en la historia de Estados Unidos por su desinter¨¦s por la legalidad y su brutalidad. Y, sin duda, estar¨ªa entre los m¨¢s violentos si pudiera escapar a las limitaciones de la opini¨®n p¨²blica de su pa¨ªs. Incluso con ellas, su ¨¦xito para patrocinar y glorificar las matanzas en masa, la tortura y el terror generalizado en Pr¨®ximo Oriente, Centroam¨¦rica y en todas partes no es peque?o.
Durante las ¨²ltimas semanas, la Administraci¨®n norteamericana ha intentado explotar los acontecimientos, reales o inventados, del Mediterr¨¢neo y Centroam¨¦rica para enajenar al pa¨ªs en un esfuerzo claro por conseguir apoyo para la escalada de la guerra contra Nicaragua. La opini¨®n p¨²blica est¨¢ a¨²n rezagada, todav¨ªa aterrada por el miedo del s¨ªndrome de Vietnam, y de esta manera, por una diferencia de dos a uno, se une a Latinoam¨¦rica y a Nicaragua en la oposici¨®n a la ayuda al ej¨¦rcito terrorista organizado por Estados Unidos.
Una caracter¨ªstica notable de la histeria actual es la manera de mentir, casi fan¨¢tica, por parte de la Administraci¨®n norteamericana. Los Gobiernos mienten; es su trabajo. Pero algunos conservan algunos fragmentos de integridad. ?ste no conserva ninguno. Est¨¢ dispuesto "a cometer cualquier delito, a mentir, a enga?ar", en palabras de su dirigente titular, a su entrada a la Casa Blanca, al referirse a sus modelos estalinistas, ofreciendo as¨ª un preciso anticipo de su propia pr¨¢ctica.
NICARAGUA
El discurso de Reagan sobre Nicaragua y la subsiguiente campa?a de relaciones p¨²blicas fueron un ejemplo digno de menci¨®n. El Gobierno utiliz¨® h¨¢bilmente un recurso iniciado durante la I Guerra Mundial, cuando la primera comisi¨®n de propaganda del Gobierno, creada pare levantar apoyo para la guerra entre una poblaci¨®n reacia por lo general, descubri¨® que uno de los mejores medios de controlar las noticias era inundar los canales de noticias con hechos, o lo que equival¨ªa a in formaci¨®n oficial", en palabras del estudio m¨¢s importante sobre estos m¨¦todos, que tuvo una influencia importante en la pr¨¢ctica subsiguiente de gobierno y en el sector de las relaciones p¨²blicas. En el caso, de Nicaragua, la Prensa dispuso de amplias pruebas para refutar las mentiras seg¨²n iban apareciendo, pero no lo hizo. Algunas salieron a luz m¨¢s tarde, pero ten¨ªan el efecto buscado de cambiar el esprectro del debate, de manera que la oposici¨®n pol¨ªtica y los medios de comunicaci¨®n adoptan ahora esencialmente la postura que la Administraci¨®n deseaba inicialmente: ayuda militar a lo que incluso sus defensores de finen como una fuerza delegada sin base pol¨ªtica, renovaci¨®n del control de la CIA para permitir la aportaci¨®n de fondos sin trabas y otros medios de escalada del conflicto, y compromisos para contener, si no derrocar, a los sandinistas, una necesidad admitida por todos.
La inventada invasi¨®n de Honduras cuando Nicaragua ejerci¨® su derecho legal de persecuci¨®n al expulsar a las fuerzas delegadas norteamericanas enviadas para sembrar el terror en Nicaragua antes de la votaci¨®n de la ayuda en el Congreso, permiti¨® a la Administraci¨®n conceder 20 millones de d¨®lares de ayuda militar a Honduras, que oficialmente mantiene que no lo pidi¨®, material que, sin duda, se perder¨¢ misteriosamente en los campamentos de los contras cuando la inventada crisis se desvanezca.
En la misma ¨¦poca, Israel bombarde¨® los campos de refugiados en L¨ªbano, matando a muchos civiles, como represalia por un ataque con cohetes, que hubo que admitir era de origen desconocido. Tres d¨ªas antes, Israel hab¨ªa bombardeado el mercado de Nabative, matando a tres civiles, aparentemente como respuesta a un ataque en su zona de seguridad del sur de L¨ªbano. Estos familiares ejercicios de terrorismo internacional no levantaron el menor inter¨¦s, puesto que, como Estado sat¨¦lite, Israel hereda el derecho a la violencia sin ley.
En el caso de Nicaragua, las verdades elementales no pueden expresarse en los medios ortodoxos, donde el debate tiene poca semejanza con la realidad de la regi¨®n. Cuando The New York Times presenta una gama de opiniones (12 de marzo), selecciona a un comentarista de ultraderecha del Instituto de Empresa Norteamericano y a un c¨®mico mao¨ªsta que parlotea sobre la lucha permanente de campesinos revolucionarios (los contras), cuentos parecidos a los que hab¨ªa repetido sobre M¨¦xico unos a?os antes, protegidos de la denuncia por la desinformaci¨®n de los peri¨®dicos del Estado, incluso cuando la fuente es la oposici¨®n conservadora de Nicaragua, que denuncia su versi¨®n como pro fundamente deshonesta en una carta que rehusaron publicar. El ejemplo es bastan te representativo.
DEMOCRACIA DESVIADA
A principios de marzo, un observador occidental de alto rango destacado en Managua, con impecables credenciales conservadoras, coment¨® que Estados Unidos se est¨¢ convirtiendo en una democracia desviada, siguiendo una pol¨ªtica exterior criptofascista. Soy lo suficientemente viejo para recordar los desvar¨ªos de Hitler de contener a Polonia y de extirpar el c¨¢ncer jud¨ªo que amenazaba con destruir a Alemania. Cuando leemos hoy que Estados Unidos debe contener al peque?o y empobrecido pa¨ªs al que est¨¢ atacando (The New York Times) y de que debe extirpar el c¨¢ncer antes de que se extienda, estamos oyendo la voz del criptofascismo, como cuando el Gobierno se siente con total libertad para cometer cualquier delito, para mentir, para enga?ar, para lograr sus objetivos.
Las verdades inexpresables sobre Nicaragua y Libia no son confusas. La verdad sobre la guerra con Estados Unidos ha sido denunciada en meticulosos reportajes sobre las atrocidades de los contras, que apenas se comentan y que se olvidan r¨¢pidamente. Una segunda verdad obvia es que Estados Unidos se ha esforzado con una intensidad fan¨¢tica en echar a Nicaragua en manos de los rusos para que los locutores de la televisi¨®n puedan hablarjadeantes al p¨²blico sobre "las armas del bloque sovi¨¦tico" utilizadas por estos comunsitas, despu¨¦s de haberse visto sometidos por Estados Unidos a ataques terroristas de un ej¨¦rcito delegado y dem¨¢s activos de la CIA, mientras bloqueaba toda posible fuente de suministro alternativa, no s¨®lo de armas, sino de todo lo dem¨¢s. Con anterioridad al embargo de mayo de 1985, el comercio nicarag¨¹ense con el bloque sovi¨¦tica era alrededor del 20%, comparable al norteamericano, y mucho menor que el europeo. Ahora, sorprendentemente, ha aumentado. El prop¨®sito de estos esfuerzos norteamericanos es crear el sat¨¦lite sovi¨¦tico totalitario de las fantas¨ªas de las elites, a fin de proporcionar una justificaci¨®n retrospectiva para el ataque lanzado contra Nicaragua por razones completamente diferentes. No resulta dif¨ªcil descubrir las razones por las que se debe extirpar el c¨¢ncer, cuidadosamente escondidas en un mont¨®n de mentiras. Se explican en un informe de Oxfam Am¨¦rica, que observa que "entre los cuatro pa¨ªses (de Centroam¨¦rica) donde trabaja Oxfam Am¨¦rica, solamente en Nicaragua se ha hecho un esfuerzo considerable para arreglar las desigualdades existentes en la propiedad de la tierra y para ampliar los servicios de sanidad,
educaci¨®n y agr¨ªcolas a las familias pobres campesinas", si bien la guerra norteamericana ha trastocado su amenazante desarrollo y ha obligado a Oxfam a cambiar sus proyectos a ayuda de guerra, un gran logro de la pol¨ªtica norteamericana. En Londres, la organizaci¨®n madre informa que "de la experiencia de Oxfam trabajando en 76 pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, Nicaragua ha resultado ser excepcional en la fuerza (del corripromiso del Gobierno) de mejorar la situaci¨®n del pueblo y de fomentar su participaci¨®n activa en el proceso de desarrollo", dando muchos ejemplos.
Las instituciones internacionales de cr¨¦dito han emitido juicios similares, e incluso representantes norteamericanos lo reconocen en privado. La corresponsal Julia Preston (Boston Globe, 9 de febrero) informa que "los representantes de la Administraci¨®n dijeron que est¨¢n satisfechos de ver c¨®mo los contras debilitan a los sandinistas al obligarles a desviar sus escasos recursos hacia, la guerra, apart¨¢ndolos de programas sociales", su inter¨¦s real en todo momento.
Estados Unidos no permitir¨¢ programas constructivos en sus dominios, as¨ª que debe destruirlos en cualquier otro lugar, para detener lo que Oxfam describe como la amenaza de un buen ejemplo". De hecho, se puede aprender bastante historia actual al observar el fervor con que las elites norteamericanas se dedican a asegurar que no haya l¨¢pices para las nuevas guarder¨ªas de Nicaragua, y el tipo de terror que fomentan para alcanzar ¨¦ste y otros fines similares.
POL?TICA CRUEL
Las razones propuestas para el ataque contra Nicaragua solamente merecen el rid¨ªculo. Las ocultas son serias, y son aceptadas por el espectro de la elite pol¨ªtica, de manera que esta pol¨ªtica cruel y salvaje persistir¨¢.
Mientras tanto, las elites norteamericanas se sienten gozosas por el ¨¦xito de lo que el obispo Rivera y Damas describi¨® como "una guerra de exterminio y genocidio contra una poblaci¨®n civil indefensa" en El Salvador, donde la amenaza de democracia fue detenida con la destrucci¨®n de las organizaciones populares. Se sienten tambi¨¦n muy complacidos con la democracia en Honduras, donde la poblaci¨®n se muere de hambre bajo un Gobierno militar apenas disfrazado, o Guatemala, donde un casi genocidio dirigido por un grupo de Himmlers, alabados por sus logros por Reagan, Kirkpatrick, Eliott Abrams y otros partisanos del terrorismo de Estado, ha eliminado cualquier amenaza al Gobierno de empresarios, terratenientes y militares llamado democracia en la jerga norteamericana.
Con gran objeci¨®n norteamericana, Nicaragua, y Costa Rica lograron un tratado que pod¨ªa traer la paz a esa frontera. Tambi¨¦n es posible un acuerdo en la costa atl¨¢ntica, aunque Estados Unidos har¨¢ todo lo posible para desbaratarlo.
Desde 1981, y con m¨¢s fuerza en las ¨²ltimas semanas, Nicaragua ha solicitado supervisi¨®n internacional de la frontera con Honduras. Estados Unidos no puede estar de acuerdo, ya que como Estado g¨¢nster insiste en su derecho de conseguir sus fines por la fuerza.
El caso de Libia es diferente. La Administraci¨®n de Reagan lleg¨® al poder con tres programas esenciales: transferir los recursos de los pobres a los ricos, subvencionar la industria de alta tecnolog¨ªa a trav¨¦s del sistema militar y extender la intervenci¨®n por la fuerza en el Tercer Mundo. Estos fines requieren una poblaci¨®n movilizada, de ah¨ª la constante amenaza de guerra. Los enfrentamientos con el imperio del mal son demasiado peligrosos, por lo que es necesario encontrar un blanco f¨¢cil. Libia est¨¢ hecha a la medida. Es f¨¢cil odiar a Gaddafi, y un conflicto armado con Libia no supone ning¨²n riesgo, de manera que puede estimularse peri¨®dicamente para levantar la fiebre de guerra. El modelo se dise?¨® con "la trampa tendida a Libia en el golfo de Sirte" en 1981, como parte del intento de "explotar" la "amenaza libia" para conseguir apoyo para la fuerza norteamericana de despliegue r¨¢pido y otras medidas militares en la regi¨®n (Edward Haley, en un estudio apropiadamente conservador). Dos aviones libios fueron derribados despu¨¦s de disparar contra reactores norteamericanos. Unos pocos meses despu¨¦s, se invent¨® una amenaza libia de invadir Sud¨¢n a trav¨¦s de 960 kil¨®metros de desierto.
Mientras tanto, despu¨¦s de que se filtrara un plan de la CIA para derrocar a Gaddafi, la Prensa informaba solemnemente de que matones libios vagabundeaban por las calles de Washington para asesinar a nuestro l¨ªder, pero despu¨¦s se negaron lealmente a publicar los hechos denunciados en el New Statesman (16 de agosto de 1985), de que los asesinos de la lista oficial norteamericana eran miembros destacados del grupo shi¨ª liban¨¦s Amal (apasionadamente antilibio), entre los que figuraban Nabih Berri y el l¨ªder religioso de la comunidad shi¨ª.
En febrero de 1983, cuando los votantes m¨¢s reaccionarios de la Administraci¨®n le acusaban de no ser suficientemente radical, se descubri¨® convenientemente una amenaza libia contra Sud¨¢n, esta vez tan sutil que los servicios de inteligencia sudaneses y, egipcios no sab¨ªan nada; esto le permiti¨® a George Shultz adoptar posturas viriles mientras anunciaba que Gaddafi estaba "otra vez en su sitio", tras una demostraci¨®n de resoluci¨®n norteamericana. Con la votaci¨®n de la ayuda a los contras pr¨®xima, Estados Unidos volvi¨® a enviar fuerzas navales al golfo de Sirte, lo grando un ataque contra los aviones nor tearriericanos y una oportunidad para hundir et embarcaciones libias en otro des pliegue de hero¨ªsmo.
TRIBUNAL INTERNACIONAL
Tras estos ejercicios se esconden algunas siniples verdades. Primero, hay medios para que los Estados que respetan la ley resuelvan disputas tales como el status del golfo de Sirte: el Tribunal Internacional, por ejemplo. Puesto que claramente no hay urgencia alguna, se puede recurrir a tales inaedios, pero no hay ninguna intenci¨®n de hacerlo.
Ensegundo lugar, Libia atac¨® aviones norteamericanos, no a sus barcos, y su posici¨®n es bastante consistente con la de Estados Unidos, que identifica 200 millas de espacio a¨¦reo como zona en la que Estados Unidos tiene el derecho de disparar contra aviones intrusos. Este hecho fue se?alado por el intelectual conservador Alfred Rubin, que a?ade que "al enviar aviones fuimos m¨¢s all¨¢ de lo que se nos autoriza claramente a hacer bajo la ley del mar", en una "provocaci¨®n innecesaria". Pero para, un Estado gansteril, tales hechos son irrelevantes, y el ejercicio fue, una vez m¨¢s, todo un ¨¦xito, por lo menos nacionalmente.
Es bastante dudoso que Estados Unidos pueda convertir su Ej¨¦rcito delegado en una, aut¨¦ntica amenaza militar contra Nicaragua, por lo cual ser¨¢n necesarios otros medios para destruir la amenaza de un buen ejemplo. Estados Unidos puede decidirse por un bloqueo, con la esperanza de conseguir un enfrentamiento con Cuba y la URSS, una crisis internacional de la que con toda probabilidad saldr¨¢ ganador, a menos que explote el mundo. Sin ninguna posibilidad de discutir los verdaderos piroblemas en los medios ortodoxos en Estados Unidos, el ¨²nico obst¨¢culo a una mayor escalada de la tensi¨®n es el despertar de la opini¨®n p¨²blica, que tendr¨¢ que enterarse de algunas simples verdades por fuera del sistema de propaganda y tendr¨¢ que estar dispuesta a actuar, como lo hizo, aunque demasiado tarde, d¨²rante el ataque norteamericano contra Vietnam del Sur, y luego contra toda Indochina. No hay muchas esperanzas de que Eurropa, d¨¦ una respuesta honesta y valerosa, acobardada como est¨¢ por el gendarme universal, e igualmente, Estados Unidos puede, con impunidad, rechazar las actuales iniciativas sovi¨¦ticas para poner fin a la amenaza de un primer ataque y detener la marcha de la carrera de armamentos mediante una prohibici¨®n total de pruebas nucleares. Resulta dif¨ªcil contemplar el futuro, con mucho optimismo.
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