Tres problemas para Tokio
A PESAR del optimismo que ha precedido a la reuni¨®n anual de los sietegrandes pa¨ªses industrializados de Occidente, los temas de discusi¨®n entre sus dirigentes no van a escasear. De entre ellos merece la pena destacar tres, relacionados con el crecimiento econ¨®mico, los tipos de cambio y el terrorismo internacional.La Administraci¨®n norteamericana ha expresado su deseo de que Europa y Jap¨®n tomen el relevo de un crecimiento econ¨®mico que Estados Unidos no puede asegurar indefinidamente. En los ¨²ltimos a?os, la tasa de crecimiento de este pa¨ªs ha sido considerablemente superior a la europea, lo cual, junto con la excesiva apreciaci¨®n del d¨®lar, ha provocado un fuerte d¨¦ficit en la balanza por cuenta corriente norteamericana que es preciso corregir. Para ello, la v¨ªa menos arriesgada consiste en acelerar el crecimiento en aquellos pa¨ªses que re¨²nen las condiciones adecuadas, con objeto de que sean sus mercados, y no el norteamericano, los que aseguren el desarrollo del comercio internacional.
Los principales candidatos para el relanzamiento son la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA) y Jap¨®n. En ambos pa¨ªses, la inflaci¨®n ha sido dominada hasta el punto de lograr la estabilidad casi absoluta de los precios, siendo probable una ligera disminuci¨®n de los mismos en los pr¨®xirrios meses. Tambi¨¦n est¨¢ dominado en ellos el problema del desequilibrio de las finanzas p¨²blicas (aunque esto es m¨¢s cierto en el caso de la RFA que en el de Jap¨®n), y las cuentas exteriores alemanas occidentales y japonesas se saldan con fuertes excedentes en sus balanzas corrientes. El excedente combinado de la RFA y Jap¨®n para 1986 previsto, por los expertos de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE) en diciembre del pasado a?o (antes de la reducci¨®n de los precios del petr¨®leo) era del orden de los 80.000 millones de d¨®lares. Actualmente ronda la cifra de los 100.000 millones, lo cual no se aleja demasiado del d¨¦ficit previsto para Estados Unidos. En estas condiciones es l¨®gico que Washington pretenda que la RFA y Jap¨®n adopten disposiciones para acelerar al m¨¢ximo sus tasas de crecimiento y contribuyan as¨ª a la reducci¨®n de los desequilibrios mundiales. Los Gobiernos de Bonn y Tokio se resisten a hacerlo; el alem¨¢n occidental, porque teme que un relanzamiento de su econom¨ªa avive el fuego de la inflaci¨®n, y el japon¨¦s, porque no termina de encontrar un modelo de crecimiento basado en la demanda interna.
El segundo gran problema que deber¨¢n discutir los participantes en la reuni¨®n es el de los tipos de cambio de sus monedas y el de la reforma del Sistema Monetario Internacional. Desde que el llamado grupo de los cinco -compuesto por los ministros de Econom¨ªa de Estados Unidos, Jap¨®n, RFA, Francia y Reino Unido- decidiera en septiembre orquestar la bajada del d¨®lar en los mercados internacionales, la experiencia acumulada ha sido, en l¨ªneas generales, positiva. La depreciaci¨®n del d¨®lar se ha producido sin sobresaltos, y todo sucede como si, poco a poco, nos encamin¨¢semos hacia el abandono del sistema de flotaci¨®n libre de las monedas. Sin embargo, es poco probable que de esta reuni¨®n salgan propuestas concretas de reforma, pues el asunto no est¨¢ a¨²n lo suficientemente maduro. Pese a que se han acer cado notablemente las posiciones anta?o m¨¢s distantes (norteamericana y francesa), las recientes intervenciones de algunos bancos centrales para reducir los tipos de inter¨¦s s¨®lo se han producido tras un per¨ªodo de vacilaciones que ha llevado a algunos observadores a pensar que en el futuro la coordinaci¨®n podr¨ªa resultar m¨¢s dif¨ªcil de lo que actualmente se piensa. Ahora, la ca¨ªda de la inflaci¨®n y la reducci¨®n de los precios del petr¨®leo han creado unas condiciones excepcionalmente favorables para la reducci¨®n del precio del dinero en los principales pa¨ªses industrializados. Pero en el futuro, cuando los intereses nacionales se enfrenten, resultar¨¢ m¨¢s dif¨ªcil actuar concertadamente.
Queda, por fin, el problema del terrorismo internacional. El eco de las disensiones surgidas en el seno de la OTAN por el bombardeo norteamericano de las ciudades libias de Tr¨ªpoli y Bengasi a¨²n no se ha apagado. Estados Unidos ha podido perdonar a Francia la prohibici¨®n de sobrevuelo de su territorio por parte de los aviones que participaron en la acci¨®n, pero el desacuerdo con los aliados es m¨¢s profundo de lo que parece a primera vista. Se trata de dos maneras diferentes de concebir las relaciones internacionales: la europea y la norteamericana. El liderazgo mundial de Estados Unidos no se acomoda con la sutileza de las relaciones europeas y, menos a¨²n, con la complejidad,de la situaci¨®n en el Mediterr¨¢neo. Las certidumbres simples sobre lo que conviene hacer s¨®lo pueden venir de fuera de una zona donde la tradici¨®n del compromiso y la construcci¨®n de equilibrios forman parte de la manera de ser de las gentes. Es de esperar que franceses e italianos encuentren los argumentos que permitan conciliar enfoques culturales tan diferentes como el latino y el norteamericano. Pero no hay que olvidar que la reuni¨®n se celebra en un pa¨ªs que, por su pujanza, est¨¢ desplazando hacia el Pac¨ªfico el eje de lo que se ha dado en llamar la civilizaci¨®n posindustrial.
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