2011
Cuando el Bar?a llegue a la pr¨®xima final de la Copa de Europa, es decir, en el a?o 2011, ser¨ªa conveniente que los estrategas retuvieran las ense?anzas aportadas por esta final de 1986. Me he sentado ante la m¨¢quina de escribir con esta idea, pero inmediatamente descubro que no tengo otra. Mi cabeza est¨¢ en blanco, ese color horroroso que a estas horas embadurna los forros cerebrales del barcelonismo universal, obligado a asumir una evidencia que ha gravitado sobre el equipo de Bar?a durante toda la temporada, 1985-1986: el FC Barcelona es un equipo sin goleadores.Hace 25 a?os, la derrota frente al Benfica en otra final de la Copa de Europa sumi¨® al club en una ¨¦poca de pesimismo hist¨®rico de la que no saldr¨ªa hasta 1974, tras el fichaje de Cruyff. No fue entonces la ilusi¨®n de un d¨ªa, pero s¨ª la de una Liga, para penetrar de nuevo en otro largo limbo de segundones enriquecidos. El Barcelona gan¨® la Liga en 1985 gracias a la novedad de un esquema de juego que hoy d¨ªa practican en Espa?a hasta los equipos que descienden a Segunda Divisi¨®n y ha mantenido el tipo durante la presente temporada gracias al pundonor de sus profesionales lugare?os, empe?ados en ocupar los inmensos vac¨ªos dejados por el inapetente Schuster y el lesionad¨ªsimo Archibald. Segundo en la Liga. Finalista en la Copa del Rey. Finalista en la Copa de Europa. Demasiado, creo, para un equipo en el que sus m¨¢ximos goleadores son un defensa, Alexanco, y un centrocampista que ha jugado toda la temporada con una pierna, medio cerebro y una cuarta parte del coraz¨®n. Hablo de Schuster.
Un hincha del Madrid dijo no hace mucho en mi presencia: "Vosotros, los del Bar?a, segundos y quej¨¢ndoos, ¨¦se es vuestro signo". Profec¨ªa incompleta. El repetido segund¨®n no tiene este a?o motivo para quejarse como no sea de s¨ª mismo, de ese gigantismo aterrador que convierte las piernas de sus futbofistas en morcillas lentas en las ocasiones m¨¢s definitivas. El Bar?a necesita cinco delanteros centro de esos que s¨®lo conocen 20 metros cuadrados del universo, los 20 metros cuadrados del ¨¢rea peque?a, y se mueven all¨ª como ugandeses ciegos en una noche de apag¨®n. Y superar r¨¢pidamente la tentaci¨®n de instalarse en el desastre hasta que dentro de 25 a?os, las constelaciones y los dioses propicien otra oportunidad. Cantera, paracaidistas del gol y rebajar un poco la estatura de la exigencia social. Al fin y al cabo, esta temporada, a pesar de sus muchos pesares, no ha sido tan mala.
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