El Barcelona no supo marcar ni de penalti
ENVIADO ESPECIALLo que no pudieron lograr Kubala, Kocsis, Czibor y compa?¨ªa en 1961 tampoco lo consiguieron anoche Urruti, Migueli, Schuster y el resto de jugadores azulgrana. Claro que aqu¨¦llos, en uno de los partidos m¨¢s espectaculares de la historia de la Copa de Europa, cayeron por un abultado tanteo: 3-2. Anoche, en un estadio donde todo le era favorable, el conjunto que dirige Terry Venables fue incapaz de marcar ni siquiera de penalti, ni a 11 metros de la porter¨ªa, sin defensas, sin rivales. Estaban solos y fallaron.
Pasar¨¢n a?os hasta tener otra oportunidad como la de anoche. Algunos jugadores barcelonistas, veteranos ya, ni siquiera gozar¨¢n de otra ocasi¨®n como la de ayer. Los goles in extremis de Steve Archibald en Oporto y Tur¨ªn, los tres conseguidos por Pichi Alonso ante el Gotemburgo, la parada, de Urruti en aquella noche m¨¢gica, hab¨ªan colocado al Barcelona en su segunda final de la Copa de Europa. Y ¨¦sta, por si la gent blaugrana no ten¨ªa bastante, se jugaba, en un estadio carism¨¢tico, repleto de aficionados barcelonistas y frente a un conjunto sin respaldo en las gradas. O entonces, o nunca. De momento, nunca.
La suerte que protegi¨® a los barcelonistas durante todos estos meses les abandon¨® en el momento decisivo. Urruti, pese a la sombra de Zubizarreta sobre su espalda, fue el ¨²nico que estuvo a la altura de las circunstancias. Detuvo dos penaltis, pero no pudo m¨¢s. Despu¨¦s de cada parada pidi¨® calma, serenidad e inteligencia a los suyos, pero ¨¦stos fallaron una y otra vez. No tuvieron bastante con los dos primeros errores. Siguieron errando hasta tres y cuatro veces. Porque, por mejor portero que haya enfrente, los penaltis se fallan, no se paran.
Para llegar a esa situaci¨®n, el Barcelona derroch¨® coraz¨®n y se subi¨® en los hombros de su caliente afici¨®n para poder superar su deficiente estado f¨ªsico, su escasez de ideas y la debilidad de, en teor¨ªa, sus dos, mejores jugadores, Schuster y Archibald. Por contra, el Steaua complet¨®, durante los 120 minutos de juego, una cuidada t¨¢ctica, basada en puntos muy concretos. En primer t¨¦rmino, superar los primeros 45 minutos sin heridas importantes, enfriando el bal¨®n, triangulando y dejando que el Bar?a abriera sus l¨ªneas. El segundo plazo ya fue m¨¢s ambicioso. Boloni, hasta entonces libre por delante de la defensa, galopar¨ªa para reforzar a su gente arriba. Luego, buscar¨ªan la pr¨®rroga como simple transici¨®n hasta la tanda de penaltis.
Estuvieron siempre mucho mejor colocados que los barcelonistas y, fundamentalmente, se permitieron el lujo. de controlar el partido gracias a su mayor poder f¨ªsico. Pudieron perder, eso s¨ª, porque Schuster de cabeza (minuto 29) forz¨® una parad¨®n de Ducadam, Marcos (36) no lleg¨® a un centro de Carrasco y Archibald cabece¨® ligeramente alto (67 y 79). Como las jugadas a bal¨®n parado volvieron a fallar -como ya sucediera hace 10 d¨ªas frente al Zaragoza, en la final de la Copa del Rey-, el conjunto catal¨¢n, que en los primeros minutos pareci¨® recuperar como l¨ªder carism¨¢tico a un brillante Schuster, volvi¨® a salvar los momentos de peligro gracias a su excelente defensa y trat¨® de codearse en el centro utilizando a V¨ªctor y Pedraza.
Pero eso, l¨®gicamente, no pod¨ªa ser suficiente para ganar. Y de conseguirlo, ser¨ªa teniendo de nuevo el santo de cara en el ¨²ltimo momento. Los rumanos dieron siempre m¨¢s sensaci¨®n de equipo, de campe¨®n. El Barcelona trabaj¨® para tener opci¨®n hasta el ¨²ltimo minuto. Y la tuvo, pero la perdi¨®. Ya no estaban ni Schuster ni Archibald. Fueron Alexanco, Pedraza, Alonso, que se va, y Marcos los que se enfrentaron cara a cara con Ducadam. Y fallaron.
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