El pianismo de Murray Perahia

?Qu¨¦ pianista es Murray Perahia! Alain Par¨ªs lo hace descender de Horowitz, dentro del cuadro dedicado a Leschetizky y sus disc¨ªpulos. No estoy de acuerdo totalmente, pues en Perahia -quiz¨¢ como en todos los verdaderamente grandes- se opera una s¨ªntesis en la que no es dif¨ªcil reconocer el estilo dominante en nuestro tiempo y la herencia mejor del tiempo pasado.Pocos traen a la memoria, como Perahia, el sonido de Rubinstein cuando inicia la Sonata tercera de la obra 31 de Beethoven o cuando canta la parte central de la Fantas¨ªa-impromptu, de Chopin.

Pero su versi¨®n de la Sonata, op. 1, de Alban Berg muestra su personalidad actual¨ªsima, no s¨®lo porque entienda la obra en su novedad, sino porque la transmite en su ligaz¨®n con el pasado rom¨¢ntico que el autor de Lul¨² exacerba.

El juego es n¨ªtido; el sonido, precioso y transparente; el repertorio din¨¢mico, extraordinariamente rico; la construcci¨®n interna, perfecta; la expresividad, tan afectiva como pueden escucharse pocas. Internado en el mundo schumanniano, Perahia parece explic¨¢rnoslo pieza a pieza y, a la vez, evidenciar todo el conjunto de valores significantes.

Aplauso

Escribir sobre Murray Perahia no es "juzgar sobre la verdad, bondad y belleza de las cosas", como dice la primera acepci¨®n del diccionario de la Real Academia.Es constatar y aplaudir, en letras que quisieran ser aplauso, esas tres virtudes si se dan en grado sumo. Y este es el caso de Perahia, uno de esos int¨¦rpretes que mercen el calificativo de musicales, usando el t¨¦rmino con m¨¢xima exigencia, y que, por lo mismo, hacen ¨¦poca: esto es: contribuyen, como exactos transmisores de los compositores, a clarificar la historia de la m¨²sica desde su fidelidad, autenticidad e imaginaci¨®n.