El arte grande de C¨®trubas y Paraskivesko

Esper¨¢bamos de Ileana Cotrubas (Galati,1939) y del pianista Paraskivesko (Bucarest, 1940) un gran recital y lo hemos tenido en m¨¢ximo grado de perfecci¨®n.

La Cotrubas puls¨® las cuatro cuerdas de su programa —Schubert, Enesco, Wolf, Debussy— como quien ejerce magisterio y a la vez como si estuviera jugando con el arte.

Arte grande, fascinante, incisivo, el de Cotrubas, apoyado en una t¨¦cnica general formidable (afinaci¨®n, fraseo, respiraci¨®n, matices) y en la que reluce una dicci¨®n sencillamente genial.

A la hora de Claudio Debussy y sus verlaineanas. Ariettes oubli¨¦es, en las que la m¨²sica, en todos sus componentes, no es sino pura dimanaci¨®n de la palabra; a la hora sutil de las siete peque?as obras maestras sobre texto de Cl¨¦ment Marot, muestra de la inatendida obra de Georges Enesco; en el momento rom¨¢ntico de Schubert, all¨¢ donde est¨¢ la fuente del lied o en la expresividad l¨²cida, la acci¨®n cantada de los lieder italianos de Wolf, Ileana Cotrubas parec¨ªa una cantante diversa y ¨²nica: tal es la versatilidad de su inteligencia, tal la generosidad de su voz y su pensamiento musical tocado por la gracia.

Con la Cotrubas colabor¨® el pianista rumano, nacionalizado franc¨¦s, Theodor Parakivesko, que jusifica todos los galardones recibidos y explica su personalidad bifronte, rumana y francesa, lo mismo que su formaci¨®n musical. Contar con un colaborador pian¨ªstico de tal categor¨ªa constituye un privilegio que Cotrubas se merece.

Desde el teclado se avanzan las intenciones de la liederista; en realidad, se trata de intenciones y criterios compartidos hasta un punto que no cabe la disociaci¨®n.

Bravo recital y bravos int¨¦rpretes. ?xito inconmensurable que se cerr¨®, despu¨¦s de varios encores, con la bella Nana de Montsalvatge, dicha y hecha con prodigio.