Tarkovski fascina con 'Sacrificatio', un relato cargado de resonancias filos¨®ficas y m¨ªticas
ENVIADO ESPECIAL, Cannes 86 nos ha ofrecido su primera gran pel¨ªcula: Sacrificatio, una producci¨®n sueca dirigida por el exiliado sovi¨¦tico Andrei Tarkovskil, el hombre de S¨®laris, Andrei Roubleep o Skakker. Se trata de una obra aut¨¦nticamente ambiciosa -la modestia es un valor que no figura entre los que el cineasta posee-, en la que un escritor, periodista y ex actor se ve forzado a asumir al mismo tiempo sus responsabilida des como creador y sus limitaciones ante un poder superior, de orden divino.
Tarkovski, fiel a su trayectoria, plantea un relato cargado de resonancias filos¨®ficas y m¨ªsticas. La acci¨®n transcurre el d¨ªa del aniversario del protagonista -Erland Joseplison-, momento en que estalla lo que se dir¨ªa una guerra o cat¨¢strofe nuclear -no queda muy claro, pero s¨ª que la dimensi¨®n del desastre es planetaria y que el Sol no ha de volver a brillar en muchos a?os-, de la que s¨®lo es posible salvarse a partir de un acto de fe y de amor.Chejov, Bu?uel, Bergman y Dreyer -hay en la f¨¢bula de Sacrificatio una ficci¨®n estructurada en tomo al milagro y la fe que recuerda mucho a Ordet, cita que se hace expl¨ªcita al final- se funden en la reflexi¨®n est¨¦tico-religiosa de Tarkovski,contada a trav¨¦s de largos planos secuencia de gran fuerza pict¨®rica, de un meticuloso juego con el color -una gran parte del filme reduce la gama casi al blanco y negro- y de peque?as escapadas hacia el onirismo -aqu¨ª la tierra es siempre una superficie resbaladiza, encharcada, en fase de putrefacci¨®n, en la que se disuelven los objetos de una civilizaci¨®n que se da por acabada-, el conjunto es de los que entusiasman o se detestan, precisamente por lo que hay en ¨¦l de excesivo, de firma constante de un autor que quiere serlo, que ama el cine porque lo siente como una forma de expresi¨®n muy personal veh¨ªculo para crear mundos, en el que plasmar su singularidad. Hay una frase, creo que de Schlegel que define bien la apuesta de Tarkovski y Sacrificatio: "En lo sublime hay un terror que a¨²n somos capaces de soportar".
En el caso de Lelouch no hay terror ni sublimidad de ning¨²n tipo Su Un homme et una Jemme: vingt ans deja no es un remake de Un hombre y una mujer, sino su continuaci¨®n 20 a?os despu¨¦s, un reencuentro entre personajes, actores y director para concluir (?) un romance que tuvo el final provisional de un largo abrazo junto a un tren, con mucha m¨²sica, y una c¨¢mara en mano que no cesaba de dar vueltas alrededor de los amantes.
Entonces los h¨¦roes del filme eran una script-girl y un joven corredor de rallies, ahora son una productora de grandes pel¨ªculas y el director deportivo de una marca de: autom¨®viles. Vamos, que han prosperado, que han subido en el escalaf¨®n social, cosa que no debe extra?arnos en alguien como Lelouch, que ve la vida como una carrera y valora esos triunfos como lo m¨¢s importante. En este sentido, no deja de sorprender que sea tan claro: prefiere una productora a una directora y, adem¨¢s, reivindica el papel creador de esa figura Ella decide la historia, el reparto, el director, los cortes que hay que hacer o los posibles cambios de gui¨®n. Y todo desde fuera, desde una perspectiva muy general. En el fondo es un elogio de la superficialidad, una defensa de sus propias pel¨ªculas. Un homme et une Jemme: vingt ans deja tiene un arranque magn¨ªfico, siempre dentro de su estilo publicitario. Y durante una hora suceden muchas cosas, Lelouch se muestra muy inventivo y brillante, asi tanto como trivial, pero luego pierde el sentido del rid¨ªculo y se adentra en el desierto, guiado por el fallecido Thierry Sabine. Como Trintignant y su joven amante, el filme se atora en la arena y degenera en fotonovela. Es una l¨¢stima, porque ya nunca vuelve a recobrar el ritmo y entusiasmo del principio y conserva todos los defectos. como nota al margen, vale la pena se?alar que gracias a la pel¨ªcula descubrimos que a Lelouch lo que de verdad le hubiera gustado es filmar Los paraguas de Cherburgo, ya que intenta rehacer su filme viejo de 20 a?os -el cine envejece mal y deprisa- en clave de musical.
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