Una suerte irreconocible
J. V., De todas las suertes del toreo, la de varas es la que m¨¢s cambios ha experimentado a trav¨¦s de los tiempos, a peor, y no hay quien la reconozca. Una tolerancia culpable la ha convertido en un c¨²mulo de desprop¨®sitos, fruto de incumplimientos graves del reglamento que se producen en el primer tercio, eje y fundamento de la lidia. He aqu¨ª algunos: 1. Los caballos que se emplean en el tercio de varas no sirven para la lidia.
2. La mayor parte de esos caballos tienen resabios, expresamente prohibidos por el reglamento, como tumbarse sobre el toro en la suerte.
3. Salen drogados.
4. Los sacan con los dos ojos tapados, cuando la norma es que lleven descubierto el izquierdo (el del lado contrario al de la suerte). Los responsables de la cuadra emplean un ojal de goma, que ciega el ojo del caballo cuando la autoridad exige que lo tenga descubierto.
5. Los petos son de excesivo tama?o y peso. En todas las plazas, excepto la de Las Ventas desde hace unos d¨ªas, se utilizan "manguitos", prohibidos.
6. Los monosabios sujetan al caballo o lo llevan del bocado mientras se realiza la suerte.
7. Los picadores pegan siempre traseros los puyazos, cuando deber¨ªan clavarlos en el morrillo. Al repetir, intentan ahondar el agujero.
8. Otro recurso de picadores es tapar la salida del toro, o girar en su derredor en el puyazo.
Normalmente, los presidentes de las corridas, con atribuciones para corregir las irregularidades, no lo hacen. Podr¨ªan por ejemplo, prohibir petos, rechazar caballos, multar las acciones antirreglamentarias. La abstenci¨®n de los presidentes puede ser por irresponsabilidad o por incompetencia.
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