El riesgo del cari?o
Los compa?eros de 'Chu Lin', v¨ªctimas de la excesiva amabilidad de los visitantes del 'zoo'
Margarita Celma, directora del Zool¨®gico de Madrid, estima que el exceso de amabilidad mal entendida hacia los animales les causa a menudo m¨¢s da?os que beneficios". La observaci¨®n directa de las relaciones entre los animales del zoo y los visitantes permite a la directora llegar a esta conclusi¨®n. Los cuidadores luchan diariamente con los ni?os para convencerles de que aunque a ellos les guste mucho, el chicle y, las palomitas no son buenos para los monos. Por su parte, el panda Chu Lin, el enfermo m¨¢s ilustre del parque, se encontraba ayer pl¨¢cidamente tumbado en su recinto.
"Estoy segura de que la mayor¨ªa de los visitantes del zoo que causan da?o a los animales lo hacen sin mala intenci¨®n, ignorantes de que cada especie tiene una alimentaci¨®n diferenciada, y que las palomillas pueden ser muy da?inas para algunos de ellos", a?ade Margarita Celma ' y corrobora Lucio, el capataz, 14 a?os al servicio de los animales del zoo, a los que adora, lo que no le impide ser un gran aficionado a la caza.En esos 14 a?os Lucio ha visto de todo, desde el elefante asi¨¢tico a quien la ingesti¨®n de bolsas de pl¨¢stico tiradas en el suelo descuidadamente produjo una oclusi¨®n intestinal que estuvo a punto de llevarle a la muerte, hasta los an¨®nimos secuestradores de hurones, que los roban cuando se abre la veda -nada mejor que un hur¨®n para la caza menor- y los devuelven a su recinto cuando termina la temporada. La gente, dice Lucio, no se da cuenta de que una bolsa de pl¨¢stico tirada al suelo puede ser arrastrada por el viento y comida por un animal. Esos peque?os detalles son muy importantes.
Al pobre elefante hubo que someterle a un tratamiento a base de enemas durante varias semanas, enemas de 70 litros de l¨ªquido, para lo que hubo que dise?ar una bomba especial que pudiera introducirle esa cantidad en los intestinos, aparte de medicarle contra posibles infecciones. Al final, consigui¨® expulsar de su cuerpo casi 60 bolsas de pl¨¢stico y ahora se encuentra recuperado.
Las incidencias, dice Celma, tampoco son tan frecuentes si se tiene en cuenta, el elevado n¨²mero de visitantes del zoo madrile?o, y las que se producen, por ahora, no han llegado a plantear problemas graves. Pero s¨ª es preocupante la ignorancia de las personas hacia los h¨¢bitos de vida y de alimentaci¨®n de los animales. "El visitante", a?ade Lucio, el capataz, mientras pasea por los caminos que bordean los recintos sin quitar ojo a los grupos de colegiales, "no se conforma con tener una relaci¨®n distante con los animales. Le gusta llamar su atenci¨®n, que el animal se acerque a ¨¦l, y para eso le tienta con cualquier cosa que tenga a mano".
Lucio y los 40 cuidadores y, vigilantes que tiene a su mando han encontrado de todo: chicles, alfileres e imperdibles en las jaulas de mam¨ªferos peque?os, botellas de pl¨¢stico en la pradera de los elefantes, monedas en el est¨®mago de cocodrilos fallecidos, de muerte natural -en uno de ellos, cedido por el zoo de Londres, se encontraron pesetas y peniques, lo que demuestra que en todas partes cuecen habas- o incluso graciosos sorprendidos cuando daban de beber cerveza a los monos.
Los ni?os son particularmente peligrosos. Los perros de las praderas no salen a comer cuando hay peque?os cerca porque saben que los acosar¨¢n con sus gritos y carreras. Otros animales casi se han acostumbrado a la dieta de patatas fritas, cacahuetes, pan o palomitas con que les obsequian continuamente. Las enfermedades que les originan luego son largas y muy costosas de curar.
Un enfermo ilustre
Chu Lin, el panda nacido el 4 de septiembre de 1982 en el zoo, es el enfermo m¨¢s ilustre del parque. Su diabetes ins¨ªpida agarrot¨® el coraz¨®n de miles de ni?os. Despu¨¦s de meses de tratamiento, Chu Lin se encontraba ayer pl¨¢cidamente tumbado en su recinto, bajo la salida del aire acondicionado.Sin embargo, Chu Lin estar¨¢ ya para siempre sometido a un tratamiento continuo para paliar su deficiencia de la hormona denominada vasopresina.
Chu Lin no fue v¨ªctima del cari?o de los visitante. El gamberrismo en el zoo madrile?o no alcanza al que sufren otros parques -en el de Washington mataron un lobo a cuchilladas-, pero los robos de cr¨ªas no son infrecuentes, sin olvidar el ¨²nico acto de vandalismo serio que ha padecido el parque madrile?o, cuando mataron a un ping¨¹ino a pedradas.
Los robos de cr¨ªas suelen originarse por un exceso de cari?o, cuando un ni?o se ha prendado de un patito reci¨¦n nacido. En el zoo se han robado cr¨ªas de patos azulones, de gansos del Nilo y de cisnes negros, cr¨ªas cuyo destino suele ser la muerte, porque los caprichosos no tienen suficientes conocimientos para cuidarlos bien. Un cisne negro, de una crianzade siete, fue robado y devuelto d¨ªas m¨¢s tarde por una pareja que lo rescat¨® de un parque p¨²blico, donde se le alimentaba con hierbas. El cisne, casi completamente desinutrido, muri¨® al d¨ªa siguiente.
Algunos robos son mucho m¨¢s intencionados. El capataz se refiere concretamente al robo de varios hurones, posiblemente a manos de cazadores que los emplean por su habilidad para levantar y cazar conejos y otras presas de caza menor, hurones que luego, de la misma forma clandestina, son devueltos a sus recintos cuando termina la temporada. El robo m¨¢s importante fue, sin duda, la sustracci¨®n de 17 aves, hace cuatro a?os.
Persona o personas desconocidas se llevaron un ¨¢guila culebrera, cinco milanos negros, un buitre leonado y otros ejemplares. A¨²n no se conocen con exactitud los m¨®viles del complicado robo. Pudo ser una banda organizada que luego vendiera los animales a coleccionistas privados, o pudo ser la acci¨®n de ecologistas exaltados que quisieran liberar a los animales de su encierro. "En cualquier caso, lo hicieron mal", a?ade Lucio. "?stos son animales nacidos en el zoo, y sacarlos casi significa su sentencia de muerte".
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