Los riesgos de la energ¨ªa nuclear
Las consecuencias a medio y largo plazo de un accidente c¨®mo el ocurrido recientemente en la central de Chernobil son imprevisibles, en opini¨®n del autor de este art¨ªculo, a quien no convencen los niveles m¨ªnimos de radiactividad te¨®ricamente aceptables para los organismos internacionales. En apoyo de su tesis, esgrime el aumento de enfermos de c¨¢ncer en zonas circundantes a centrales nucleares est¨¢dounidenses, y ello a pesar de no haberse superado nunca los m¨ªnimos oficiales.
El reciente accidente de la central nuclear de Chernobil ha desatado de nuevo una intensa pol¨¦mica en torno a la seguridad de la extensa gama de instalaciones vinculadas al ciclo nuclear, as¨ª como a la licitud de someter a extensas capas de la poblaci¨®n a enormes riesgos para su salud en nombre de unos pretendidos costes del progreso.Dentro de este marco, y como problema que m¨¢s directamente nos ata?e en este caso, parece inexcusable referirnos a los problemas derivados de la llamada nube radiactiva generada por el accidente y, en general, a los efectos de las peque?as dosis de radiaci¨®n, cuya incidencia tiende a subestimarse en las informaciones difundidas, en contra de toda la evidencia cient¨ªfica acumulada a lo largo de los ¨²ltimos a?os.
En efecto, en su af1n de evitar la alarma en la poblaci¨®n, gran n¨²mero de autoridades e instituciones de Europa -cuya expresi¨®n m¨¢s evidente en Espa?a ha sido el Consejo de Seguridad Nuclear- se han apresurado a comentar la escasa o nula peligrosidad para nuestra ¨¢rea geogr¨¢fica de la nube radiactiva emanada de Chernobil, cuesti¨®n que encontrar¨ªa fundamento en el hecho de: que los datos obtenidos en las mediciones efectuadas quedan por debajo de los l¨ªmites oficialmente considerados como aceptables.
No hay nivel seguro
Y es aqu¨ª precisamente donde surge un primer problema, ya que ¨¦sos l¨ªmites convencionalmente aceptables resultan m¨¢s que dudosos si nos atenemos a los estudios y denuncias efectuados por especialistas competentes y ajenos a cualquier inter¨¦s pro o antinuclear.
De acuerdo con tales estudios, se podr¨ªa decir que no hay nivel seguro y que todo incremento, por peque?o que sea, en las dosis de radiaci¨®n recibidas incrementan los riesgos de c¨¢ncer, da?os gen¨¦ticos, desajustes nerviosos, etc¨¦tera.
Las pretendidas dosis aceptables son algo meramente convencional, que, se va variando seg¨²n avanzan los conocimientos, y cuyo ¨²nico fundamento es evitar que se llegue a niveles de contaminaci¨®n para los cuales los da?os a corto plazo est¨¦n ya por encima de cualquier duda. Ello puede ser ejemplificado por la constataci¨®n de que esos niveles -hoy establecidos por los organismos internacionales creados al efecto en 0,5 rems/a?o para la poblaci¨®n en general y 5 rems/ a?o para los trabajadores de la industria nuclear- eran hace pocas d¨¦cadas de hasta m¨¢s de 50 rems/a?o, mientras que en la actualidad, ha sido ya recomendada su reducci¨®n a 0,05 reinsi/a?o en varios Estados y, en particular, en el propio Estados Unidos.
Si damos, pues, por sentado, como parece de total evidencia, que los l¨ªmites,de seguridad son simplemente aproximativos, nos queda por averiguar cu¨¢les son los riesgos a los que se nos somete al sufrir efectos de radiaciones inferiores a esos l¨ªmites -como ocurre en el caso actual-, no olvidando su capacidad acumulativa en el organismo y la larga vida de muchos de los elementos liberados a la atm¨®sfera por accidentes o explosiones nucleares deliberadas.
C¨¢ncer y leucemia
Ateni¨¦ndonos a estudios norteamericanos y brit¨¢nicos dirigidos a la poblaci¨®n circundante a plantas nucleares que no han sufrido accidentes graves, se constatan aumentos de c¨¢ncer y leucemia respecto a la media de la poblaci¨®n de entre un 30% y un 40%.
Un estudio ya hist¨®rico fue el llevado a cabo por el doctor Mancuso, de la universidad de Pittsburg, sobre una poblaci¨®n laboral de 25.000 personas sometidas a dosis inferiores a los famosos 5 rems/a?o, y en las cuales el riesgo de c¨¢ncer de m¨¦dula ¨®sea se doblaba respecto al normal, siendo a¨²n mayor el referido a c¨¢ncer de pulm¨®n.
?stos y otros muchos ejemplos que se podr¨ªan citar conducen a concluir que los efectos de un accidente de estas caracter¨ªstica s, al igual que los ya famosos de Harrisburg o de Windscale, son menos graves a corto plazo que a medio y largo, siendo de esperar una notable multiplicaci¨®n de los enfermos y fallecidos a lo largo de los pr¨®ximos meses y a?os a consecuencia de las dosis sufridas.
Como es l¨®gico, dichos afectados graves se localizar¨¢n fundamentalmente en un radio de algunas decenas de kil¨®metros en torno a la central, pero no es descartable que se produzcan tambi¨¦n a mayores distancias, incluso en Europa occidenlal, por la ingesti¨®n de productos contaminados y por su efecto acumulativo con radiac¨ªones ionizantes procedentes de otras fuentes.
Todo lo anterior cuestiona seriamente la pretendida inocuidad de las radiaciones sufridas por millares de europeos a lo largo de las ¨²ltimas semanas y, como consecuencia, el pretendido derecho. a la libre utilizaci¨®n de la energ¨ªa nuclear dentro de las fronteras de cada Estado nacional.
Parece evidente que, al igual que otros contaminantes persistentes transfronterizos, la utilizaci¨®n de la energ¨ªa nuclear coloca ante riesgos no asumidos, tanto a los ciudadanos del propio territorio, como a los de otros pa¨ªses cercanos y, en ¨²ltima instancia, del conjunto d¨¦ nuestro planeta, variando la gravedad de los da?os causados con factores tan poco precisos y previsibles como las condiciones atmosf¨¦ricas o la voluntad pol¨ªtica de unos u otros Gobiernos y no, desde luego, con la existencia de fronteras administrativas.
Aumento de la oposici¨®n
De este modo no es dif¨ªcil comprender el notable aumento de la oposici¨®n a la producci¨®n de energ¨ªa el¨¦ctrica por v¨ªa nuclear que ha generado este nuevo y grave accidente, lo cual es de esperar que permita por fin un debate claro al respecto en pa¨ªses como el nuestro, donde, adem¨¢s de los riesgos; para la salud y el medio ambiente, es m¨¢s que dudoso que la opci¨®n nuclear. sea beneficiosa desde el punto de vista econ¨®mico y laboral.
Humberto da Cruz es secretario general de la Federaci¨®n de Amigos de la Tierra (FAT).
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