Mor¨¢n inici¨® una reforma del servicio exterior que a¨²n no se ha completado

Los ¨²ltimos cuatro a?os han sido, probablemente, los m¨¢s complejos de la historia de la diplomacia espa?ola. S¨®lo el ingreso en la Comunidad Europea (CE) increment¨® en un 10% el volumen de informaci¨®n que llegaba al viejo palacio de Santa Cruz. Sin embargo, estos cuatro a?os no han sido precisamente los de m¨¢s esplendor -en cuanto a medios personales y t¨¦cnicos- para el Ministerio de Asuntos Exteriores. ?ste tiene en la actualidad un n¨²mero de diplom¨¢ticos -unos 630- inferior al de hace ocho a?os, a pesar de que, en este tiempo, se han creado nuevas embajadas y se ha tratado de reforzar otras.Las malas relaciones entre los que fueron ministros de Asuntos Exteriores y Econom¨ªa y, Hacienda en los tres primeros a?os de legislatura, Fernando Mor¨¢n y Miguel Boyer, no sirvieron, precisamente, para aliviar los apuros financieros, casi cr¨®nicos, del palacio de Santa Cruz, que cuenta s¨®lo con aproximadamente el 0,5% de los Presupuestos Generales del Estado.

El programa electoral del PSOE de 1982 pregonaba la "inadecuaci¨®n y falta de operatividad" de los instrumentos de la pol¨ªtica exterior espa?ola, y propon¨ªa reformar la Administraci¨®n Exterior del Estado y Ia potenciaci¨®n y coordinaci¨®n de la cooperaci¨®n internacional".

Para cumplir el primero de los prop¨®sitos, comenz¨® a elaborarse un libro blanco sobre el servicio exterior poco despu¨¦s de que Fernando Mor¨¢n comenzara a dirigir la diplomacia espa?ola. Este proyecto, visto con no muy buenos ojos por algunos cuerpos de elite de otros ministerios, fue sufriendo sucesivos retrasos y a¨²n hoy se encuentra sin acabar.

Tensiones

Se pretend¨ªa que el libro blanco arrojase luz suficiente para poder elaborar una ley sobre el servicio exterior. Pero s¨®lo la idea de que se iban a introducir cambios en el viejo palacio de Santa Cruz sirvi¨® para levantar recelos -y algunas tensiones- entre los diplom¨¢ticos espa?oles: para algunos, los deseos de reforma eran demasiado osados, y, para otros, demasiado t¨ªmidos. Estas tensiones llegaron a reflejarse en el cese del secretario general t¨¦c nico del Ministerio, ya a comienzos de la legislatura que ahora acaba.

Es a partir de julio de 1985 tras la llegada al Ministerio de Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, cuando se decide abandonar la idea de realizar una ley del servi cio exterior y sustituir ¨¦sta po una serie de decretos, lo cual, se g¨²n fuentes del palacio de Santa Cruz, no s¨®lo era m¨¢s f¨¢cil, sino que serv¨ªa para desdramatizar.

Nada m¨¢s llegar Fern¨¢ndez Ord¨®?ez al Ministerio, se crea una Secretar¨ªa de Estado para la Cooperaci¨®n, con lo cual se trata de poner orden en la dispersa cooperaci¨®n internacional espa?ola, criticada ya en el programa electoral de 1982. Simult¨¢neamente, se crea la Secretar¨ªa General de Pol¨ªtica Exterior, sintonizando el organigrama del Ministerio de Asuntos Exteriores con el de los pa¨ªses de la Comunidad Europea, lo que permite la existencia de un interlocutor permanente en el proceso de cooperaci¨®n pol¨ªtica europea.

Ahora, el adelanto de las ele¨¦ciones arroja ciertas dudas sobre si se terminar¨¢ de cerrar el proceso de reforma del servicio exterior con los tres decretos que estaban siendo preparados en los ¨²ltimos meses: el que consagra la unidad de acci¨®n y el mando de los embajadores sobre todos los funcionarios destinados en el extranjero, el de reestructuraci¨®n de la Escuela Diplom¨¢tica y un tercero -el m¨¢s dificil de todos y el que levanta m¨¢s suspicacias- que alterar¨¢ el sistema de provisi¨®n de puestos para el cuerpo diplom¨¢tico espa?ol, que se basa fundamentalmente, en la actualidad, en los criterios, dudosamente funcionales, de antig¨¹edad y de posici¨®n en el escalaf¨®n.