Torero que se mira torear
Cuando el a?o pasado, por Pentecost¨¦s, y en la feria de Vic-Fezensac, vi c¨®mo el torero Jos¨¦ Ortega Cano le cort¨® las orejas a un toro de bigote y de verdad, pens¨¦ que el diestro de Cartagena, despu¨¦s de tantos a?os de dificultades, incomprensiones y riesgos, empezaba a salir del t¨²nel y del mont¨®n.Los entendidos dir¨¢n que Francia no es una referencia, y en general pueden tener raz¨®n, pero Jean Arnaud y sus amigos del club taurino de Vic, que organizan la feria, tienen prohibida en su plaza la presencia de cabras y bueyes... Y si no, que se lo digan a Ruiz Miguel, que pecha todos los a?os con lo que nadie quiere. Ortega Cano es ya una figura de la torer¨ªa que respira arte y profundidad. Un torero, torero, torero, que se mira torear. Madrid y la plaza de Las Ventas no olvidar¨¢n su capote en el ya legendario tercio de picas, ni su muleta, la de los naturales al tranv¨ªa llamado deseo de los 660 kilos, ni la fuerza ni el empaque de sus pases de pecho.
Cuando venga a la corrida de Beneficencia -y as¨ª lo esperamos todos-, estoy seguro que la afici¨®n no le silbar¨¢ porque rechaza el banderilleo... ?l no necesita palos, ya los da de sobra.
Querido Ortega Cano, noble torero viejo, deja los palitroques a los piruleros, a los saltimbanquis y los acr¨®batas, que adem¨¢s no saben ponerlos. Los toreros como t¨² se desplazan lentamente y no atraviesan corriendo la calzada. Solamente un detalle quisiera se?alarte: tu celeste y oro y tu manzana y oro no son tus colores... No son colores para ti. No pongas m¨¢s rehiletes y, v¨ªstete de granate o de ultramar.
es pintor.
Babelia
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