"Un error de la NASA caus¨® la tragedia del 'Challenger"
"Estados Unidos continuar¨¢ la exploraci¨®n del espacio" prometi¨® ayer Ronald Reagan tras recibir el informe sobre la tragedia del Challenger, que concluye que el lanzamiento fue un error de la NASA, que origin¨®, el pasado 28 de enero, la mayor cat¨¢strofe de la carrera espacial norteamericana y un accidente que pudo haberse evitado. La agencia espacial norteamericana no corrigi¨® un defecto de dise?o en los anillos que sellan las juntas que unen los cohetes propulsores (causa inmediata del accidente) y durante a?os continu¨®, bajo presi¨®n, un programa de lanzamientos que no pod¨ªa cumplir garantizando la seguridad de los vuelos.
?sta es la principal conclusi¨®n del informe, de 256 p¨¢ginas, entregado ayer a Ronald Reagan por una comisi¨®n presidencial, 132 d¨ªas despu¨¦s de que el transbordador espacial, con siete astronautas a bordo, entre ellos la primera profesora en el espacio, estallara 74 segundos despu¨¦s de su lanzamiento, desde cabo Ca?averal. Las cr¨ªticas no son "inesperadas ni completamente inmerecidas", afirm¨® ayer, en la primera reacci¨®n, el director de la NASA, James Fletcher. Lo ocurrido, a?adi¨®, no es el fin de esta agencia ni de la exploraci¨®n del espacio.Reagan, tras recibir una explicaci¨®n sobre el informe, a cargo de los miembros de la comisi¨®n, dijo en la Casa Blanca que se aprende de los fracasos y prometi¨® que EE UU har¨¢ lo necesario para contar con un programa espacial seguro y fiable. El presidente de la comisi¨®n investigadora, William Rogers, insisti¨®, en una conferencia de prensa, que hubo una "serie de fallos" en el proceso de toma de decisiones de la NASA, pero que no se trata de culpar a nadie. Al parecer, no se van a derivar responsabilidades judiciales para ning¨²n funcionario de la NASA, aunque ya han comenzado a caer cabezas, lo mismo que en la empresa fabricante de los cohetes propulsores del Challenger.
"Todos tenemos algo de culpa", explic¨® Rogers a los periodistas, "la Administraci¨®n, el Congreso, la Prensa. ?ramos muy optimistas y pens¨¢bamos que el Shuttle era ya un veh¨ªculo operacional cuando todav¨ªa estaba en fase experimental. Hay que aprender la lecci¨®n". Tras la lectura del informe, resulta sorprendente c¨®mo continuaban lanz¨¢ndose los transbordadores espaciales a pesar de que la NASA sab¨ªa que los cohetes propulsores de combustible s¨®lido ten¨ªan en sus juntas defectos graves de dise?o que hac¨ªan su uso potencialmente catastr¨®fico. El informe afirma que la NASA estaba, de alguna forma, jugando a la ruleta rusa.
Defecto de dise?o
El informe confirma que fue un defecto de dise?o en las juntas de uni¨®n del cohete propulsor derecho, que ya se conoc¨ªa desde hace m¨¢s de 10 a?os, la causa inmediata del accidente. El fallo en un anillo que deb¨ªa sellar la junta se debi¨® "a un dise?o defectuoso, inaceptablemente sensible a una serie de factores. Estos factores son los efectos de la temperatura, las dimensiones f¨ªsicas, el tipo de materiales, los efectos de que los anillos se vuelven a usar despu¨¦s de cada vuelo y la reacci¨®n de la junta a las presiones din¨¢micas".
El informe es una dura cr¨ªtica para la NASA y pide una revisi¨®n profunda del programa espacial antes de efectuar nuevos lanzamientos tripulados. Una serie de fracasos en lanzamientos de cohetes no tripulados en los ¨²ltimos meses ha dejado a EE UU sin capacidad de poner sat¨¦lites en ¨®rbita, poniendo en peligro programas militares importantes para la seguridad nacional.
Sin embargo, los 13 ni?embros de la coni?si¨®n, presidida por el ex secretario de Estado Rogers, han aguado a ¨²ltima hora sus cr¨ªticas y tratan de salvar pol¨ªticamente a la Agencia Espacial. En una conclusi¨®n final, el informe urge que la NASA contin¨²e recibiendo el apoyo del Gobierno y de la opini¨®n p¨²blica porque es "un recurso nacional y un s¨ªmbolo de orgullo de EE UU y de liderazgo tecnol¨®gico". El informe concluye que la Agencia Espacial debe revisar por completo su forma de operar para evitar errores similares en el futuro y pide que los cohetes propulsores del transbordador espacial sean dise?ados de nuevo. La opini¨®n de uno de los miembros de la comisi¨®n, el Nobel de F¨ªsica Richard Feynman, que se refer¨ªa a "la estupidez y la costumbre de disimular" de los ingenieros de la NASA, ha sido a ¨²ltima hora retirada del estudio y aparecer¨¢ en un ap¨¦ndice que se publicar¨¢ posteriormente.
El estudio no recomienda que debe hacerse en el futuro con el programa espacial; Reagan deber¨¢ decidir pronto si EE UU construye un nuevo Shuffle, a un coste de 3.000 millones de d¨®lares (unos 440.000 millones de pesetas). Pero el informe Rogers afirma que "la tendencia a descansar en el transbordador como principal capacidad de lanzamiento cre¨® una presi¨®n inexorable sobre la NASA para aumentar el ritmo de los vuelos. Esta exclusiva dependencia debiera ser evitada en el flituro".
El informe explica que "en el m¨®dulo de mando no son¨® ninguna alarma que advirtiera de lo que estaba ocurriendo. La tripulaci¨®n, aparentemente, no tuvo indicaci¨®n alguna de un problema antes de la r¨¢pida explosi¨®n del sistema del transbordador. En el per¨ªodo de vuelo, cuando los propulsores s¨®lidos est¨¢n en funcionamiento, no hay ninguna posibilidad de abortar el vuelo y sobrevivir. No hab¨ªa nada que los astronautas o los controladores pudieran haber hecho para evitar la cat¨¢strofe".
Una filtraci¨®n de gases calientes blancos a trav¨¦s de una junta del cohete propulsor derecho, de combustible s¨®lido (por el fr¨ªo reinante en la madrugada anterior al lanzamiento y por otra serie de causas, fall¨® un anillo de goma que sella la uni¨®n de dos segmentos del cohete, destinado a impedir que los gases de la combusti¨®n del propulsor salgan al exterior) provoc¨® el desastre.
Los gases se convirtieron en una lengua de fuego que erosion¨® el tanque principal de combustible y finalmente, provoc¨® la explosi¨®n del transbordador.
"La decisi¨®n de lanzar el Challenger fue equivocada", afirma el informe. "Los que tomaron la decisi¨®n no eran conscientes de la historia reciente de problemas que afectaba a los anillos y a la junta de uni¨®n y tampoco de la recomendaci¨®n inicial, por escrito, del fabricante de los cohetes, que advert¨ªa contra un lanzamiento con temperaturas por debajo de -53? Farenheit (la noche anterior la temperatura baj¨® hasta -38?) y la, continua oposici¨®n de los ingenieros de Thiokol (fabricante de propulsores).
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