El timo de la estampita
Dice el Diccionario, de la Lengua Espa?ola que timar es lo mismo que quitar o hurtar con enga?o. Pues bien, la casa Kodak, ha vendido una m¨¢quina de fotografiar que no fotograf¨ªa. Hace tiempo se sol¨ªa dar en las calles de Madrid o capitales de provincia el muy famoso timo de la estampita, cuya raz¨®n de ser era fundamentalmente la codicia. Tal timo era delito, l¨®gicamente, y se castigaba con multa o prisi¨®n.?C¨®mo ha resuelto la casa Kodak su problema? ?Devolviendo el dinero al cliente? Como cualquiera sabe, el vil metal es sagrado, y, una vez entregado, no se puede volver a tocar.
Lo que la Kodak propone es un cambio de la m¨¢quina incapaz de fotografiar por otra de inferior condici¨®n, d¨ªgase lo que se diga, m¨¢s un lote de carretes o alguna otra cosa. Si tal trueque se acepta, bien; si no, peor para el cliente.
Es curioso c¨®mo razones ¨ªnfimas ponen en evidencia grandes verdades. Desde que el capital existe es bien cierto que, una vez en nuestro poder, nunca debe devolverse bajo ning¨²n pretexto. A?os antes de nuestra ¨²ltima guerra nos dec¨ªan que sin la casa Kodak nuestras vacaciones estaban perdidas; hoy las perdemos gracias a una m¨¢quina que no es capaz de funcionar; es decir, que no existe siquiera.
Desde que las m¨¢quinas invadieron los hogares, un alud de inventos, muchas veces gratuitos, cay¨® implacable sobre el sufrido comprador, sin otra opci¨®n que claudicar, perder la paz o renunciar a la opulencia. Bell inventa el tel¨¦fono, arma mort¨ªfera en el amor y los negocios, sin el cual tantas comedias no se habr¨ªan escrito, hasta Regar a la actual televisi¨®n.
Y el gran Edison idea el gram¨®fono. Como en las famosas cajas chinas, cada invenci¨®n, engendra otra nueva; as¨ª fueron naciendo, junto a los francamente ¨²tiles, ingenios de dudosa utilidad. De los rodillos de cera se pasa al disco, que normalmente llega por Navidades con su carga de ¨®peras y romanzas, de m¨²sicos y voces, hasta nuestros actuales ¨ªdolos del rock.
?Es cierto que se necesita tanta radio, tanta televisi¨®n? Es dif¨ªcil creerlo, como en el caso del autom¨®vil, cada vez m¨¢s caro y al mismo tiempo m¨¢s cargado de impuestos, o el del Concorde, t¨¦cnicamente excelente, mas excesivamente costoso de mantener. Una vez desatada, la necesidad de consumo lleva hasta el capital, que con los nuevos reg¨ªmenes vuelve de modo inevitable sobre la cuesti¨®n de si vale la pena seguir adelante o quedarse donde se est¨¢.
No en balde un disc¨ªpulo de Croce escrib¨ªa: "El Estado y el individuo son modos de gobernar. Unirlos bien; libertad y orden p¨²blico es algo necesario, puesto que a aqu¨¦lla siempre se la debe respaldar con la m¨¢xima fuerza del Estado". A trav¨¦s de tales palabras no es dif¨ªcil adiv¨ªnar la llegada del fascismo, tanto que Mussolini, una vez en el poder, nombrar¨¢ a su autor ministro.
En la Italia de entonces, all¨¢ por los a?os veinte, una serie de intelectuales se dirige a todas las naciones tratando de justificar medidas excepcionales, es decir: la censura. Como siempre, junto a muchos que se inquietan, otros callan, y otros, como Marinetti, contin¨²an fieles al nuevo estado de cosas. A Curzio Malaparte, su sed,de hero¨ªsmo le lleva, como a D'Annunzio, en busca de un destino superior.
Mas donde tal idea da muestras de mayor valor es en la arquitectura, en todos los aspectos. Aparte de ello, el fascismo no supo encontrar inspiraci¨®n, salvo la romana o imperial. El cine es el arte favorito del Duce, que dos veces por semana visiona sus propias producciones, funda estudios y crea noticiarios, pero resultar¨¢ falto de ideas y compromisos. Otros italianos exiliados, como Fermi, comprueban que la fisi¨®n puede ser controlada. Hoy d¨ªa, seg¨²n parece, y a falta de otro m¨¦todo mejor, se seguir¨¢n construyendo centrales at¨®micas.
Un d¨ªa, quiz¨¢ no muy lejano, los investigadores hallar¨¢n la soluci¨®n que ha de llevamos a una disminuci¨®n de precios que parece v¨ªslumbrarse ya. Hay que ser optirri¨ªstas, no todo va a ser la casa Kodak. El hombre hallar¨¢ una energ¨ªa capaz de dotarle de un iriedio de combatir sus necesidaides. Actualmente, algunos pa¨ªses, con el respaldo financiero preciso y genio suficiente, buscan nuevas fuentes de riqueza. Cuandose agoten, pronto encontrar¨¢n otras, quiz¨¢ m¨¢s duraderas a¨²n, pues no en balde el hombre es inveritor de todas las cosas; si es cierto que vino de una estrella, a otra estrella tiene que volver, si es que quiere salvar a la humanidad.
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