La 'generaci¨®n del 68'
Aunque suene un poco fuerte, no es inexacto afirmar que este a?o se ha conseguido lo que pretend¨ªa la generaci¨®n del 98: entrar en Europa, abrirnos a la cultura occidental, cerrar el sepulcro del Cid; normalizarnos, en una palabra. No es que estas cosas puedan adscribirse a fecha concreta, pues son procesos graduales que toman cuerpo y cristalizan en un momento dado, como las propias generaciones. Dilthey, y en esto le sigue Jeshke en su estudio del 98, define generaci¨®n por un grupo coet¨¢neo y, un hecho catalizador. Yo dir¨ªa que es el hecho lo principal, pues grupos' nacen cada a?o. Curiosamente, no todos los a?os dan pie a una generaci¨®n. ?Por qu¨¦? Dec¨ªa Laplace amargamente que Newton, adem¨¢s de genio, hab¨ªa tenido gran suerte, porque no se puede inventar dos veces el sistema del mundo. El genio, para llegar a serlo, debe nacer en el momento oportuno. As¨ª las generaciones.Cada a?o nace una generaci¨®n que, si no da con su hecho catalizador, acaba por quedar en una quinta. Repasando las generaciones con se?as de identidad se observa una significativa periodicidad de unos 30 a?os. As¨ª, Juan Marichal, en su teor¨ªa del ensayismo, apunta las generaciones de 1837, 1868, 1898 y 1914. Yo a?adir¨ªa las de 1927 y 1968. No queda muy claro qu¨¦ aglutin¨® las generaciones de 1837 y 1868; en ellas son los nombres los que pesan. S¨ª sabemos el catalizador de la de 1898; menos el de la de 1914. Tambi¨¦n en 1927 son los nombres los que pesan, quiz¨¢ m¨¢s que los hechos. No as¨ª en 1968, que cristaliz¨® un proceso f¨¢ctico considerable.
En la revoluci¨®n cultural de 1968 en Par¨ªs, Chicago y Berkeley coagularon varios procesos intelectuales y materiales simult¨¢neos: el fin del positivismo l¨®gico como paradigma filos¨®fico, el fin del materialismo dial¨¦ctico como teor¨ªa progresista, el fin del puritanismo laboralista como estilo de vida y la emergencia de la sociedad de consumo, que produce las paradojas siguientes: los obreros -asimilados por el sistema- ya no son la vanguardia revolucionaria; los estudiantes hijos de las clases acomodadas se rebelan contra los estilos de vida de las generaciones anteriores; las filosofias irracionales de Oriente o del chamanismo psicod¨¦lico sobrepujari el positivismo l¨®gico. Los pa¨ªses m¨¢s ricos encabezan la protesta; los partidos de izquierda, como en Francia, contribuyen a ahogarla, a lo cual sigue el desencanto, la interiorizaci¨®n y al narcisismo del yoga, la macrobi¨®tica y el body building.
El a?o 1968 marca una generaci¨®n que en Espa?a est¨¢ ahora en el poder pol¨ªtico y que intelectualmente podr¨ªa trazarse en lacolecci¨®n Conocer, publicada por Dopesa, que en paz descanse.All¨ª est¨¢n casi todos los nombres -que no citar¨¦ por ser la mayor¨ªa amigos- que han comerizado a pesar a partir de 1968. Yo dir¨ªa que esta generaci¨®ri se caracteriza por el abandiono de viejas pol¨¦micas en torno a Espa?a, su desinter¨¦s por el paisajismo castizo del 98 y su apertura al mundo. Esta apertura comienza por los viajes: en vez de recorrer Castilla, como
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los del 98, los del 68 se van a Par¨ªs, Italia., Londres o Estados Unidos. Curiosamente, ninguno a Mosc¨², ni siquiera V¨¢zquez Montalb¨¢n. Casi todos renuncian al programa positivista y marxista; el que no retorna a Nietzsche, va a Cioran o Deleuze, y alguno tambi¨¦n a las filosof¨ªas orientales. La experimentaci¨®n con sustancias psicod¨¦licas marca su :separaci¨®n respecto a la generaci¨®n de los cincuenta, m¨¢s bien et¨ªlica, seguidora de las musas de Scott Fitzgeral y Malcolm Lowry. El whisky y el mescal dejan su lugar a la mescalina y al LSD, el compromiso colectivo se rescinde en favor de un ¨ªndividualismo neorrom¨¢ntico y antiautoritario: Marcuse, Foucault, Cioran, Norman Brown son m¨¢s inspiradores que Witgenstein, Mandel o Popper; Freud le puede a Marx en este proceso de individualizaci¨®n desencadenado por el desencanto de la revoluci¨®n inviable. Y por la oleada de opulencia.
Los a?os sesenta representan una de las alzas econ¨®micas m¨¢s espectaculares de la revoluci¨®n industrial. Tal es el avance del sistema econ¨®mico que, por la dial¨¦ctica de su ¨¦xito, se convierte en sociedad posindustrial, es decir, en su ant¨ªtesis: el trabajo deviene paro y la industria es sustituida por los servicios como sector motor del desarrollo. La opulencia de los sesenta, que ya hab¨ªa comenzado en los cincuenta y que durar¨ªa hasta 1973, trastoca las previsiones de la teor¨ªa marxista, pues acomoda a los obreros y vuelve rebeldes a los estudiantes. Schumpeter ya hab¨ªa advertido de la traici¨®n de los intelectuales. ?stos comienzan a se?alar las contradicciones culturales del capitalismo -cuando justamente hab¨ªa superado, o as¨ª lo parec¨ªa, las econ¨®micas- y a protestar contra el excedente de represi¨®n purit¨¢nico en una sociedad de abundancia y trabajo automatizado. La revoluci¨®n en las costumbres les dio la raz¨®n.
La generaci¨®n del 68 comenz¨® a reivindicar la liberaci¨®n de la mujer, la igualdad de los negros, la dignidad de los gay. El poder adquisitivo de la juventud cre¨® un mercado lo bastante lucrativo como para te?ir en mancha de aceite al resto de la sociedad; el joven devino modelo de costumbres para casi todos, en el vestir, los modales, los viajes, el comportamiento sexual. Contra la obsolescencia planeada de los a?os cuarenta, los sesenta plantearon la adolescencia prolongada, lo cual entra de lleno en la utop¨ªa cuando se pasan los 40, pero la utop¨ªa es parte de nuestra generaci¨®n.
Esta generaci¨®n, que ahora est¨¢ en el poder, ha conseguido abrirnos formalmente a Europa e integrarnos en Occidente; quiz¨¢, por desgracia, m¨¢s en lo militar que en lo cultural. Pero pasar¨¢ a la historia como la que realiz¨® los ideales regeneracionistas, y espero, personalmente, que no s¨®lo por eso, sino por iniciar aquellas roturas del 68 que, con el tiempo, podr¨ªan originar algo m¨¢s que disturbios callejeros, viajes de ¨¢cido, comunas y amor libre; una nueva weltanschaung econ¨®mica, pol¨ªtica y filos¨®fica. En cualquier caso, el m¨¦rito no ser¨¢ nuestro: del mismo modo que Espa?a se desarroll¨® en los sesenta a pesar del franquismo, arrastrada por la econom¨ªa mundial, as¨ª los del 68 hemos sido hijos de nuestro tiempo y seguido ideas que estaban en el zeitgeist. Quiz¨¢ el ¨²nico m¨¦rito resida en haber sido un poco conscientes de ello para no cre¨¦rnoslo demasiado, y en ser la primera generaci¨®n espa?ola desde el Siglo de Oro cuyos intereses coinciden con los de la cultura europea de su misma generaci¨®n.
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