El espa?ol y su madre
Todos llevamos en el subconsciente la idea cat¨®lica de que nuestra madre nos concibi¨® virginalmente, sin lujuria ni concupiscencia, incluso sin violencia f¨ªsica. Lo del rayo de sol a trav¨¦s del cristal, que dice la religi¨®n, ha tenido tanta aceptaci¨®n y difusi¨®n, porque todos lo hacemos extensivo de la madre de Cristo a nuestra madre. No podemos admitir que nuestra madre nos engendrase involuntariamente, por capricho sexual, sin pensar en nosotros. ?Y c¨®mo iba a pensar en nosotros, si no exist¨ªamos? El hombre necesita reclamarse de una trascendencia, y esa trascendencia es la madre. No queremos ser hijos; de la volubilidad sexual de una mujer. Cierta amiga me acerca un libro piadoso del padre Claret, editado en vida del beato. Claret fue confesor de Isabell II. El cap¨ªtulo que en su libro dedica al matrimonio es, un canto al celibato. El catolicismo ha dado los dos extremos de lo femenino: la Virgen y la serpiente hembra. El catolicismo jam¨¢s ha acertado con el centro, el cristianismo no encuentra la democracia cristiana del tema: la mujer/mujer, nuestra madre, adorable por madre y por mujer. Se lo tienen muy mal montado.Lo malo, de la madre es que es madre para el uno y suegra para el otro, o la otra. En la madre, figura sublime que encarna y terrenaliza a la Virgen, hay una misteriosa propensi¨®n a convertirse en suegra: en suegra del yerno y en suegra universal de la vida y la historia. En pura suegridad. Hasta las solteronas se vuelven suegras. As¨ª, el espa?ol irracional (lo somos casi todos) no sabe muy bien qu¨¦ hacer, a cierta edad, con su madre/suegra, o con su suegra/madre, si es la de ella. La saca al campo los fines de semana.
No ha habido transici¨®n, ya digo. La familia espa?ola ha pasado de ser un matriarcado de la madre a ser un matriarcado de la esposa: el destino de toda esposa es convertirse en madre de su marido, como el destino de toda madre es convertirse en suegra.
Cuando se rezaba m¨¢s el rosario, la madre hasta ten¨ªa una madre, la abuela, que a ella le daba profundidad genes¨ªaca y femenina, y que, por contraste, la manten¨ªa siempre joven, pudiendo decir esto tan rejuvenecedor de "he estado a ver a, mam¨¢". Pero las abuelas est¨¢n bailando el rock en una residencia de ancianos de las que hac¨ªan las ¨®rdenes religiosas con dinero del sindicalismo verticalista y buen beneficio para todos, menos para los ancianos. Y la madre es ya madre, esposa, amante y, abuela. Demasiadas cosas. Uno no se acuesta f¨¢cilmente con su abuela. Los griegos y Freud estudiaron el deseo por la madre, pero nadie ha estudiado el deseo por la abuela. Las abuelas ausentes hacen abuela a la madre actual, mientras que la p¨ªldora la hace amante, mujer con quien se ejercita el comercio del cuerpo sin consecuencias. Entre madre y amante, acaba ganando la madre. El espa?ol se rige por el modelo femenino de mam¨¢, que hac¨ªa, unos postres muy ricos. Y precisamente porque el espa?ol de hoy sigue subyugado por el modelo de la madre, necesita tenerla lejos, para mejor idealizarla, y la mete en una residencia de ancianos a morirse de asco, moscas, calor, televisiones y m¨¢s aricianos. El modelo de la madre no ha deca¨ªdo pero lo hemos distanciado prudentemente, como, por otra parte, hemos hecho con todos los modelos, empezando por los dioses.
La madre/suegra ya apenas existe, porque no se es suegra a distancia, y nosotros hemos distanciado sabiamente a las madres primeras, como los griegos distanciaban a los dioses y como el cristianismo ha distanciado a Cristo. (Cristo tambi¨¦n est¨¢, hoy, en una residencia de ancianos, viendo v¨ªdeos y durmiendo con dormodor).
Los yanquis, los arioalbinos, puritanos y pragm¨¢ticos, han resuelto el problema afectivo y teol¨®gico de la madre mediante los sucesivos matrimonios de los padres. En cuanto los chicos est¨¢n crecidos, los padres se divorcian y vuelven a casarse cada uno por su lado. El mito de la madre, as¨ª, va quedando postergado por una sucesi¨®n de im¨¢genes "maternas", interpuestas, provisionales. El padre lo pasa mejor, en cuanto a mujeres, pero el hijo o la hija, sobre todo, viven sin trauma de madre. Una madre/virgen que ha tenido ya tres procesos de divorcio en Nuevo M¨¦xico no es precisamente una Virgen de Mantegna a quien reverenciar. En cuanto a Espa?a, ya lo dijo Ram¨®n:
-El espa?ol pasea a la vez con su mujer y con su viuda.
El espa?ol se muere antes y entonces es cuando la esposa se convierte en madre inconsolable del muerto/ni?o. Hoy nos anticipamos a eso dejando a la madre en un piso de lo que fuera Corea, antes o despu¨¦s Costa Fleming, hoy Castellana alta, el primer piso de casados, mientras nosotros nos vamos a un chalecito de la sierra, donde la santa esposa se convierte en una begonia m¨¢s, mientras el marido baja todas las ma?anas, pri¨¢pico en su coche de morro largo, hacia la selva sexual del Manhattan madrile?o: Azca.
No se sabe si el espa?ol dej¨® de creer en su madre porque dej¨® de creer en la Virgen, o a la inversa. Don Marcelo Gonz¨¢lez, manteniendo la eterna noche toledana del ocultismo cat¨®lico nacional, sabe lo que se hace. El catolicismo es una secta jud¨ªa que se infiltra en Roma para destruirla. Cristo es serpiente del para¨ªso pagano/romano. La Virgen es su manzana. Quiero decir que el secreto polite¨ªsmo del monote¨ªsmo cat¨®lico reforzaba los mitos naturales de la madre, el padre, etc. Ca¨ªdos esos mitos, hasta el rojo Ledesma puede ir a la procesi¨®n del Corpus. Desde que el espa?ol reza menos el rosario, u organiza rosarios/party, ya no tiene fuerza moral para oponerse a su mujer, cuando ¨¦sta le habla de llevar a la madre/suegra a la finca heredada que tienen por Talavera, y que es un secarral donde a la vieja se la puede comer un toro.
El espa?ol y su madre. Antes, lo dec¨ªan hasta las coplas: "Que una madre no se encuentra, y a ti te encontr¨¦ en la calle". El folklore ha sido el pen¨²ltimo refugio de la debil¨ªsima figura de la madre. ?Por qu¨¦ no volvemos a querer a nuestras madres? Yo le dediqu¨¦ un libro entero a mi madre muerta, para que, como hubiera dicho mi entra?able Luis Rosales, no se quedase "hu¨¦rfana de hijo". Resulta que es la derecha conservadora la que ya no conserva ni a su madre. Hasta los arquitectos y aparejadoes, aparte reivindicaciones, han conspirado contra la figura de la madre, que en los nuevos y homeop¨¢ticos hogares no tiene ni siquera un lugar en el trastero. El espa?ol/86 viene a ser un parricida que ha hecho desaparecer a su madre. Yo, por las noches, cuando no escribo de mi madre, suelo so?ar con mam¨¢.
Que una madre no se encuentra y a ti te encontr¨¦ en la calle. Todo hombre rinde un culto sincero, directo, natural y terrestre, a su madre. Pero el espa?ol, quiz¨¢ por influencia del "materialismo" mariano, tan vigente en nuestro pa¨ªs, tiene tendencia a sacralizar a la madre y, por extensi¨®n, a la santa esposa. El espa?ol, como no es hombre de ecu¨¢nimes y ponderados t¨¦rminos medios, o hace de su madre: una Virgen de los Cuchillos o la mete en una residencia de ancianos, de las de v¨¢lium, tele y sopa de sobre a todas horas. Depende.
Depende de la esposa del espa?ol, de lo bien/mal que ella se lleve con la suegra, y depende, mayormente, de la marcha de los tiempos. El espa?ol ha pasado, sin soluci¨®n de continuidad, de tener a su madre en un altar a tenerla en una residencia de 45.000 pesetas mensuales, donde la matan de hambre y de asco. ?Qu¨¦ hacemos con las madres? Y no entro, en este art¨ªculo, en el tema de los padres, porque eso ser¨ªa ya una serie completa. El culto a la madre se nutre de tres factores:
-Instintivismo.
-Educaci¨®n.
-Mariolog¨ªa.
Por el instinto, todos amamos a nuestra madre sobre cualquier cosa. (Pessoa se pregunta por la connotaci¨®n sexual del amor madre/hijo). Por la educaci¨®n, todos sabemos que la mujer, c¨®smicamente, es el mal, la serpiente, la manzana, la madrastra de Blancanieves, Cruella de Vill y una chica de alterne de Castellana orilla izquierda. Menos nuestra madre, naturalmente.
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